miércoles, septiembre 26, 2007

 
Cuestionan el uso de fondos públicos con fines electorales


Cuatro juristas consideran que el Gobierno podría incurrir en el delito de malversaciónCuando faltan 35 días para las elecciones presidenciales, la Casa Rosada se convirtió en un comando de campaña, en el que no es inusual que se utilicen bienes y fondos del Estado para apoyar la actividad proselitista de su candidata, la senadora Cristina Kirchner. Se han empleado funcionarios, viáticos, aviones y automóviles oficiales con ese fin.
Cuatro juristas consultados por La Nacion coincidieron en que el uso de recursos públicos para cualquier proyecto electoral configura el delito de malversación de fondos públicos. Así lo expresaron Daniel Sabsay, Gregorio Badeni, Delia Ferreira Rubio y Christian Gruenberg, que calificaron esa situación “de extrema gravedad”.

La “caja chica” del Gobierno controlará $7.417 millones
El Gobierno contará con una abultada “caja chica” que estará bajo el control de una sola dependencia oficial y que además tendrá la mayor flexibilidad en manejos de fondos. ¿El monto? Nada menos que $7.417 millones. Una cifra que es envidiada por las demás carteras del Ejecutivo.
Este ítem fue uno de los más criticados por la oposición luego de escuchar absortos el discurso gubernamental.
Quien podrá manejar esa abultada suma será la Jefatura de Gabinete, según lo dispuesto por el Presupuesto 2008, que el ministro Miguel Peirano presentó en medio de un tsunami de críticas en el Congreso.

Paenza contra el "estúpido" que prohibió el ingreso de la prensa argentina a la reunión con Cristina K
El periodista participó ayer del encuentro que mantuvo la primera dama con científicos. Consideró que "debería pagar con su cargo" y que es "un idiota" quien prohibió el acceso a los medios argentinos.
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26.09.2007 12:30


El periodista y docente Adrián Paenza repudió hoy que se impidiera ayer el ingreso a la prensa argentina al encuentro mantenido en Nueva York entre un grupo de científicos y la primera dama, Cristina Fernández de Kirchner, del que él mismo participó, y consideró que quien prohibió el ingreso de los periodistas "es un estúpido" que "debería pagar con su cargo”.
"El que lo planificó es un idiota, realmente es una persona que, si le quiso hacer un favor a Cristina, o al que sea, hizo exactamente lo contrario, le puso una mancha a algo que debería haber sido perfecto", dijo el periodista, ideólogo del encuentro, que dijo haberse enterado esta mañana del hecho. Cuando se le planteó el fastidio de los enviados de la prensa argentina por no poder ingresar -sólo pudo ingresar la enviada de la agencia estatal Télam- Paenza manifestó que se había enterado del episodio recién esta mañana, cuando habló con su colega Nelson Castro. "Me parece que hicieron una estupidez, o sea, esto hubiera sido el momento justo. Quien planificó dejar a los periodistas afuera es un bobo, pero es un bobo que debería pagar con su cargo, porque (en el Gobierno) se están llevando los 'palos', justos, yo repudio la medida, por algo que no necesitaban hacer", embistió.

Para un peronista, no hay nada mejor que otro peronista
El gen peronista en plena campaña: dos locales del FpV destruidos en medio de peleas de sectores kirchneristas

A piedrazos fueron rotas las ventanas de una unidad básica de Peralta en Río Gallegos. En Pablo Nogués, atacaron la sede del concejal Luis Vivona. Acusan a otro sector peronista del actual intendente.

El gen peronista reapareció en la interna kirchnerista: destruyeron un local del Frente para la Victoria en Pablo Nogués. Fuente: Gentileza Luis Vivona

El gen peronista de la campaña electoral desenfrenada para llegar a ocupar un cargo público cueste lo que cueste parece revivir a poco más de un mes de los comicios nacionales, provinciales y legislativos del 28 de octubre. Lejos de la política del atril, o de la presentación de plataformas con propuestas, las internas que sacuden al kirchnerismo en todas la provincias, se despertó hoy en Río Gallegos, ciudad natal del presidente Néstor Kirchner,, y en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas. En la capital santacruceña tres piedrazos terminaron con los ventanales del local de la unidad básica del Partido Justicialista “Santa Cruz somos todos”de calle San Martín 949, según reveló la agencia de noticias OPI Santa Cruz. Esta madrugada los integrantes del local partidario que lleva como candidato a la gobernación por el Frente Para la Victoria Santa Cruz (FPVS) al actual gobernador Daniel Peralta descubrieron que la sede fue atacado por desconocidos que tiraron piedras sobre los ventanales rompiendo los vidrios que dan a la vereda. Los militantes denunciaron el ataque en la comisaría 1º de Río Gallegos, aunque no pudieron identificar a los agresores. Por los violentos hechos, los efectivos policiales levantaron las actuaciones correspondientes y dieron comienzo a las investigaciones necesarias para ubicar testigos primero, y luego a los culpables. El gen peronista también se recalentó en el conurbano bonaerense, donde el armado de listas de candidatos dejó a más de uno dirigente en disconformidad. Esta mañana, una docena de individuos irrumpieron en un local del Frente para la Victoria (FpV) de la localidad de Pablo Nogués, golpearon a un hombre que se encontraba allí, y luego rompieron muebles y apedrearon los vidrios de las ventanas. El local atacado está ubicado en la ruta 197, a una cuadra de la avenida San Martín, en el partido de Malvinas Argentinas, pertenece a una agrupación que postula al concejal Luis Vivona a la intendencia del municipio. En diálogo con perfil.com Vivona denunció que "tres camionetas de (Jesús) Cariglino con aproximadamente 12 o 14 persona a bordo, se bajaron en la puerta del local, golpearon a la persona que estaba adentro, rompieron todo lo que había adentro". Tanto Vivona como Cariglino, actual jefe comunal de Malvinas Argentinas, acompañan al proyecto K en la provincia de Buenos Aires. Luego de una feroz puja política por encabezar las listas, la cúpula kirchneristas resolvió que los dos irán, por separado, con la boleta que lleva a Cristina Kirchner para presidente y a Daniel Scioli para gobernador. Vivona se lamentó por los hechos y acusó a Cariglino de "ser el único intendente del planeta que gobierna bajo fianza, mandado a juicio oral por 29 hechos comprobados y en libertad por pagar 500 dólares, luego de estar preso por 14 días en noviembre de 2003". "La única manera de parar el cambio es con golpes, es la impotencia del que no tiene más ideas", advirtió y dijo que "esto no viene desde ahora, sino que este hombre (por Cariglino) nos tiene acostumbrados a golpear sin parar". Personal de la comisaría tercera de Malvinas Argentinas, donde se denunciaron actuaciones por "daños y lesiones" identificó al hombre golpeado como Rubén Gutiérrez, quién debió ser asistido en el hospital zonal con heridas en el rostro, y lanzó una investigación para dar con los responsables. En la entrevista con perfil.com el candidato a jefe comunal recordó que el sector que responde del ex duhaldista participó de las agresiones en las afueras del teatro de La Plata donde la senadora Kirchner lanzó su candidatura. Si bien Vivona no avaló la idea de una interna política, remarcó que "en Malvinas Argentinas la única banda la maneja el intendente, nosotros no tenemos prontuario".

 
De campaña en NY: Una verborrágica Cristina quiso 'venderle un buzón' a los empresarios de USA
La candidata presidencial disertó este mediodía ante los empresarios norteamericanos en el Consejo de las Américas, intentando tentarlos para que inviertan en el país. En un largo discurso que muchas veces 'se fue por las ramas' -sobre todo en el momento de las respuestas-, Cristina Fernández hizo lo obvio: exaltó los logros económicos de la gestión de su esposo, criticó los '90, y buscó poco convincentes justificaciones para algunos de los problemas del país.
26/09/2007 15:31


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) Cristina Fernández sigue con su campaña en Nueva York y este mediodía disertó ante los empresarios norteamericanos en el Consejo de las Américas, donde habló de una Argentina practicamente irreal (o como se dice vulgarmente, les 'vendió un buzón' a los empresarios).
La candidata dedicó gran parte de su discurso a exaltar "los éxitos" ecónomicos de la gestión de su esposo, Néstor Kirchner, y casi no habló de los grandes problemas que sufre el país: inflación, crisis energética, funcionarios acusados de corrupción, etc, etc.
"No podemos decir que Argentina es un paraíso, porque no creo en los paraísos en la tierra", dijo al exponer ante el Consejo de las Américas. Y agregó: "Pero sí exhibir una gestión que ha construido condiciones macroeconómicas en materia de gestión fiscal que permitió articular en forma virtuosa el esfuerzo estatal y privado", destacó la senadora.
Sólo hizo una mención del problema energético pero para minimizarlo, argumentando que fue un "invierno muy duro". Y justificó: "hasta nevó en Buenos Aires".
Además, con respecto a las pujas salariales que abundan actualmente en la Argentina -desde los docentes hasta los médicos, entre tantos otros, realizan medidas de fuerza constantemente en reclamo de mejores salarios- Cristina las relativizó, considerando que son resultado de una "obvia conflictividad social" producto del "crecimiento de la riqueza".
También la Primera Dama apoyó su disertación en la crítica a los '90: “En la década del 90 se producía el desplome de la sociedad argentina con índices de desocupación que llegaron al 30%”, recordó, entre otras tantas alusiones a esa época.
Al momento de las preguntas de los empresarios se hizo más notoria la verborragia de Cristina Fernández, una verborragia digna de quien no sabe qué contestar. Parece que la clave de su discurso era hablar, de lo que sea y cómo sea, ya que divagó contando anécdotas que poco tenían que ver con las preguntas puntuales, y en muchos momentos parecía irse 'por las ramas' con tal de no responder.

 
Para una ONG, Argentina tiene una corrupción "desenfrenada"

Un estudio de la ONG Transparencia Internacional que realiza todos los años sobre el nivel de corrupción de 180 países posicionó a la Argentina en el puesto 105.
Para esta organización, en la Argentina se vive una situación de corrupción “desenfrenada”.
Según la ONG Transparencia Internacional (TI), la Argentina cuenta con una corrupción “desenfrenada” por la que “se habla mucho pero se hace poco” para combatirla, tanto que está entre los países más corruptos del mundo.La percepción que el argentino medio deja escuchar cada vez que puede fue apuntalada y avalada por esta organización internacional que anualmente mide la percepción que economistas, analistas financieros y empresarios tienen sobre los distintos países que integran la nómina, 180 en total.La Argentina, por su “alto nivel de informalidad en la gestión pública, baja institucionalidad, y organizaciones de control muy débiles" ocupa la posición 105, más cerca de Somalia que de Dinamarca y Finlandia, países que están en los extremos de la lista. La directora regional para América de TI, Pfeiffer Silke, explicó a radio Continental que "el índice de percepción de corrupción se basa en encuestas que la organización hace todos los años".Y que en los análisis, en la Argentina suele haber "mucha concentración de poder en el Ejecutivo y mucho riesgo de que la función pública no se controle. Se pierden muchos fondos y recursos; hay muy poca transparencia y que de ahí se genera mucho riesgo de corrupción", explicó Silke."A la Argentina la tenemos con 2,9 puntos y es una nota que muestra un cierto estancamiento, ya que es el mismo nivel del año pasado. No hubo avances y que hay un divorcio entre el discurso y la práctica, se habla mucho pero hay muy poca acción", aseveró Silke.El índice de Percepción de la Corrupción (IPC) es un instrumento de medición que publica cada año Transparencia Internacional. El IPC permite, a través del agregado de los resultados de diversas encuestas de organizaciones como el Banco Mundial, la Universidad de Columbia o el Foro Económico Mundial, puntuar a 180 países.A la cabeza del ranking, como los países percibidos como menos corruptos, están Dinamarca y Finlandia, con 9,4 puntos, mientras que en tercer lugar se ubica Suecia con 9,3 puntos.Somalia y Myanmar, con una puntuación de 1,4 puntos respectivamente, son los países con un mayor grado de percepción de corrupción."Un puntaje inferior a 3 es señal de que la corrupción es percibida como desenfrenada", dice el informe elaborado por TI.España y Uruguay comparten el puesto 25 de la lista, con 6,8 y 6,7 puntos respectivamente, superados por Chile, que con el puesto 22 y con 7,0 puntos es el país de Latinoamérica en el que se perciben los menores niveles de percepción de corrupción. Le sigue de cerca Barbados, en el puesto 23, con 6,9 puntos. Costa Rica tuvo 5,0 puntos, mientras que los demás países latinoamericanos registraron puntuaciones inferiores a esa cifra.

lunes, septiembre 24, 2007

 
Cuidar la autoridad del maestro es cuidar la educación de los hijos
Existe una correlación directa entre el aprendizaje y el vínculo que tienen alumnos y docentes, de manera tal que el niño cuyo maestro es avalado por los padres aprende más y mejor.
Cientos de años atrás, en la Edad Media, el teólogo judío Maimónides esbozó una valoración de quién es responsable de transmitir conocimientos: “Así como uno debe honrar y temer a su padre, también está obligado a honrar a su maestro, incluso más que al propio padre, porque si bien éste le ha traído al mundo, al enseñarle es el maestro quien lo introduce al mundo por venir”. El filósofo hace una correlación entre el trato paterno y el trato para con el maestro, clave para entender las relaciones especiales que se dan actualmente entre la familia y la escuela. Sólo una familia que pone límites será capaz de aceptar que un tercero se los ponga a su propio hijo, sólo una familia en la que se vive el respeto podrá aceptar el reclamo de respeto, sólo una familia que entiende que el niño debe obedecer podrá entender que un maestro exija obediencia. Las características de la familia contemporánea hacen que a muchos padres les cueste sostener la autoridad del maestro, sin conciencia de que sus hijos necesitan que se respete el accionar de sus educadores. Existe una correlación directa entre el aprendizaje y el vínculo que tienen alumnos y docentes, de manera tal que el niño cuyo maestro es avalado por los padres aprende más y mejor. El maestro se puede equivocar, en cuyo caso, el padre debe plantear el error cometido sin necesidad de hacerlo frente al niño. Hay formas de expresar los desacuerdos sin que se vea afectada la autoridad del docente. Sería óptimo, inclusive, que el niño escuche comentarios positivos de sus docentes, que se resalten sus virtudes y se valore el trabajo que realizan. El costo de hablar mal de los maestros lo pagan los hijos, ya que al saber que los padres los menosprecian, ellos mismos los escuchan menos y cuestionan sus decisiones, hasta llegar a veces a perderles el respeto. Resulta difícil para un niño aprender de una maestra de la cual sus padres sostienen que “está loca” o con un maestro que según ellos “no sabe enseñar” o que aprobó la materia el año anterior por acción de la justicia. Hace unos años, el famoso empresario Bill Gates dictó una conferencia dirigida a estudiantes y padres en la cual expuso once duras reglas relacionadas con la vida real. Una de ellas hace referencia a los maestros: “Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida”. El actual modelo de familia, el sano acercamiento que tienen en la actualidad padres e hijos y el haber abandonado el culto a la autoridad como un fin en sí mismo no deben producir un vacío de autoridad. Ayudar a un hijo a aceptar los límites, las decisiones y las órdenes de sus maestros formará su voluntad, y lo preparará para exigencias posteriores, afrontar estudios superiores, tener un jefe, ser padre o madre, en definitiva, para la vida.

 
Carencia de rigor intelectual
Los argentinos solemos adoptar pasivamente los argumentos de quienes nos mienten y nos prometen el paraíso terrenal para conservar el poder. Así, hacemos gala de nuestra poca inteligencia para diferenciar la verdad de la mentira.
Resulta desolador comprobar la falta de capacidad que tienen muchos de nuestros conciudadanos, para distinguir entre lo verdadero y lo falso y actuar razonablemente. Un gran número de pensadores serios han venido anunciando las consecuencias dañinas de la inflación y explicado hasta el cansancio las verdaderas causas de este fenómeno monetario, que no son otras más que la emisión de dinero por orden del gobierno para sostener un dólar alto. Como prueba de ello, no hay más que recorrer las páginas de archivo de esta revista “Economía para todos” y especialmente el brillante artículo de Roberto Cachanosky (ver edición nº 173) para darse cuenta. Pero hay una minoría dominante y bullanguera en los medios de comunicación, que parece no importarle un comino. Está formada por funcionarios políticos, empresarios cortesanos y sindicalistas patoteros que no dejan de cantar loas a lo que llaman el “proyecto del presidente” y que ahora -con la candidatura conyugal- designan como el “modelo de acumulación con matriz diversificada e inclusión social”. Esos mismos personajes parecieron conmocionarse intelectualmente porque el presidente del Banco Central, Martín Redrado, en una reunión organizada por Euromoney y celebrada en Londres dijo “estar seriamente preocupado por la inflación en Argentina”. Bastaron esas tenues e insustanciales palabras para que se produjera el inesperado berrinche del Presidente de la Nación y la estereotipada explicación del Jefe de Gabinete. A partir de allí, todos cayeron en la cuenta de que en Argentina había inflación, que la inflación era superior a la que muestran los índices oficiales y que el gobierno no está haciendo absolutamente nada para combatirla. Antes, no se le prestaba atención. Ahora, se ha convertido en el centro de todas las controversias, pero con un tono de enorme frivolidad y sazonado con el condimento de una pasmosa superficialidad. Mucha viveza y poca inteligencia Pareciera que los argentinos, que gozamos de una merecida fama de “vivos”, no estamos intelectualmente dotados para distinguir la verdad de la mentira. Nos resulta difícil reconocer de manera inmediata, la falsedad de las consignas políticas. Muchas veces carecemos del espíritu de discernimiento que permite reemplazar creencias absurdas e irreflexivas por otras fundadas en razones claras y sensatas. Esta deficiencia cultural puede definirse como falta de juicio crítico o, también, como carencia de rigor intelectual. Como sociedad, cultivamos una credibilidad natural tan cándida que nos lleva a afirmar que la riqueza se genera espontáneamente, que el único problema consiste en repartirla igualitariamente y que las utopías pueden convertirse en realidad con sólo sancionar leyes para despojar a los que más tienen para dar a los que menos poseen. A este dislate se lo denomina “política de inclusión social”. Entonces es frecuente que adoptemos pasivamente las maneras de pensar y de sentir de quienes nos mienten a sabiendas, de los que halagan las aspiraciones populares para conservar el poder y de aquellos que prometen el paraíso terrenal, a pesar de que posteriormente sufrimos graves desilusiones. Esa deliberada credulidad, que no está flanqueada por el espíritu crítico, es un factor de sumisión porque es signo popular de viveza pero careciente de inteligencia. Se debe atribuir a nuestra formación cultural, que ha renegado del estudio sistemático del lenguaje, del obstinado rigor en el aprendizaje de las letras y de las ciencias y, sobre todo, de la negación de ejemplos morales, que no se muestran desde el gobierno ni se enseñan ya en el hogar ni en la escuela. Pero la cultura de un pueblo no se registra numéricamente como los índices de precios. Se percibe de otra manera. Cuando comprobamos que la gente adquiere el gusto de la prudencia en sus afirmaciones. Cuando se expresan ideas con precisión y elegancia. Cuando se mantienen opiniones con respeto y modestia. Cuando se manifiestan observaciones sobre los acontecimientos que nos rodean con finura y sutileza. Cuando se muestra indignación por las mentiras oficiales difundidas a través de los medios de comunicación. Si ello no ocurre, es porque carecemos de conciencia acerca de la obligación absoluta que tenemos frente a la verdad. Hablamos mucho de los valores, pero ignoramos que el primer valor irreductible consiste en la búsqueda sin término de la verdad porque sólo ella nos hará libres. Concebimos rutinariamente la enseñanza como un procedimiento para acopiar el saber y, en cambio, desconocemos que la principal meta de la formación tiene que ser la “educación del espíritu” para poder pensar rectamente en todas las cosas, ambicionar y saber captar la verdad. En el caso específico de la inflación, hemos dado pruebas de chocar mil veces con la misma piedra y de no saber ceñirnos a los hechos según su validez, es decir teniendo en cuenta la enorme diferencia que existe en las propuestas falsas y las verdaderas, no comprendiendo las relaciones entre verdades particulares, no pudiendo discernir dónde se encuentran y dónde se separan y cuándo dejarán de ser verdades para convertirse en falsedades por su enorme carga de resentimiento y sectarismo. Consecuencias nefastas de la inflación Ahora que Martín Redrado pronunció esas susurrantes palabras en Londres, comenzamos a hablar de inflación, pensando que se refería al alza de precios. Pero la inflación no sólo es la consecuencia más importante de la creación política de moneda por el Banco Central para alimentar la caja presidencial. Todos los días el Banco Central inyecta dinero insensatamente, incumpliendo con su obligación legal de sostener el valor de la moneda nacional. Como sus billetes tienen un estatus jurídico que les da curso legal forzoso, esto significa que está emitiendo falsos títulos de crédito puesto que por ley, los billetes actuales tienen el mismo poder de compra, idéntico diseño y similar tamaño que las unidades monetarias emitidas previamente. Cuando el gobierno imprime y hace circular nuevas unidades monetarias, las mismas no pueden ser discriminadas ni rechazadas por el público, porque son materialmente idénticas. Y ésa es la razón por la cual el público las acepta y las utiliza normalmente, Quienes primero reciben esas nuevas unidades son algunos grupos que rodean al poder político: las empresas contratistas de obras públicas que, intencionadamente cotizan sobreprecios para repartir la diferencia con funcionarios corruptos; los sindicatos gremiales que reciben transferencias de fondos para cubrir el despilfarro y las pérdidas en sus obras sociales; los empresarios amigos del gobierno que reclaman y reciben subsidios contra la promesa, generalmente incumplida, de mantener un buen servicio o capitalizar el excedente de renta. Todos estos grupos son quienes primero reciben las nuevas unidades de billetes y salen al mercado a comprar cosas y bienes ostentosos que de otra manera no podrían adquirir, con un dinero que no proviene del ahorro ni de ganancias honestas. De este modo, la creación política de dinero, transfiere riqueza de los trabajadores, jubilados y ahorristas a aquellos personajes que las reciben como maná caído del cielo y que la gastan en el mercado. Por esta carencia de rigor intelectual y por esa falta de espíritu crítico, el clima político e ideológico que hoy nos rodea, no permite esperar una reversión genuina en la política monetaria del Banco Central. La inflación de un dígito seguirá progresando a todo vapor. El poder adquisitivo de la moneda nacional continuará cayendo a tasas en constante aceleración, depreciándose por expectativas crecientes, por inyecciones de dinero y por otorgamiento de créditos a tasas preferenciales. Estamos a un paso de que la inflación de un dígito llegue a su fin con el advenimiento de la inflación de dos dígitos y de que, en poco tiempo, ceda su lugar a la de tres dígitos. Cuando ello ocurra sabremos a ciencia cierta que está muy cercana la muerte de la moneda nacional. Y éste será el horrible costo de nuestra actual frivolidad y de la inefable muestra de superficialidad política que exhibimos arrogantemente.

 
Y dale con el dólar caro
El tipo de cambio competitivo no es otra cosa que un dólar a un valor de cambio por encima del nivel de mercado. El eufemismo también esconde los mecanismos utilizados por el Estado para sostener el precio del dólar y las consecuencias de esa política económica.
En los 90, eran muy pocos quienes se animaban a decir que había que abandonar la convertibilidad. Eduardo Duhalde sugirió esa medida durante la campaña electoral de 1999 y perdió frente a Fernando De la Rúa. Hoy, se ha puesto de moda hablar de tipo de cambio competitivo, eufemismo para no decir que se quiere tener un tipo de cambio por encima del nivel de mercado. Es otra moda que está destinada a fracasar cuando aparezca el inevitable cambio de precios relativos. La semana pasado, Elisa Carrió sostuvo que –dentro de su política económica– se contemplaba mantener un tipo de cambio competitivo. Así, recurrió al mismo eufemismo que utiliza el oficialismo para no hablar de dólar alto. Resulta curiosa esta nueva moda del dólar caro como contraposición al dólar barato de los 90, porque pareciera ser que con sólo manejar esta variable se solucionarán mágicamente todos los problemas de competitividad de la economía. Así como la convertibilidad –que no es otra cosa que una regla monetaria– no podía por sí sola solucionar problemas estructurales como la calidad y el nivel del gasto público, la legislación laboral o la política impositiva, entre otros, un tipo de cambio alto tampoco tiene esa capacidad. Lo máximo que puede lograr un dólar caro es esconder por un tiempo los problemas estructurales que impiden ser competitivos. Ni siquiera es un mecanismo idóneo para aumentar las exportaciones. Entre 2001 y 2005, las exportaciones de América Latina aumentaron un 63%, mientras que las de Argentina subieron un 51%. Y eso fue gracias a los precios internacionales, siendo que América Latina tampoco tuvo un gran desempeño en el comercio internacional. Así, en estos casi 6 años desde la devaluación, queda claro que impulsar un dólar caro sólo sirve para sustituir importaciones, lo que significa aislar la economía del comercio internacional y generar rentas extraordinarias para unos pocos sectores. Pero hay dos puntos a debatir sobre esta cuestión del dólar caro. En primer lugar, la nueva moda de afirmar que se quiere un tipo de cambio competitivo no explica la forma de sostener un dólar caro. En segundo lugar, tampoco se debate acerca de los efectos de esa política. Veamos la primera cuestión. Si se opta por tener un dólar caro quiere decir que su precio va a estar por encima del nivel de mercado. Dicho en otras palabras, alguien tiene que aumentar la demanda de dólares para sostener su precio por encima del de mercado. Ese alguien es el Estado. Viene entonces la pregunta clave: ¿con qué recursos comprará el Estado los dólares necesarios para sostener el tipo de cambio en el nivel deseado? Una alternativa es el superávit fiscal. En ese caso, el Estado tiene que tener un superávit similar al excedente de oferta de dólares que hay en el mercado. ¿Quiénes ofrecen dólares? Los que exportan y los que ingresan capitales. ¿Quiénes demandan dólares? Los importadores y los que retiran capitales. Con un dólar caro es obvio que el saldo de balance comercial (exportaciones menos importaciones) será positivo, de manera que el gobierno deberá, por lo menos, tener un superávit fiscal equivalente al saldo de balance comercial. Cuanto mayor sea el superávit de comercio exterior, más esfuerzo fiscal será necesario. Esto supone tener un gasto público muy bajo o una presión impositiva salvaje. Si se da el segundo caso, la pregunta es: ¿por qué los recursos que el Estado le quita a los contribuyentes estarán mejor asignado por los burócratas? ¿Acaso son estos últimos unos iluminados con una inteligencia superior al resto de la sociedad? El problema, sin embargo, no termina aquí. Porque si el movimiento de capitales es positivo, el esfuerzo fiscal tiene que ser mucho mayor. Es decir, se daría la paradoja de que un país que atrae capitales complica la política de dólar caro. Por lo tanto, sólo una nación con bajo ingreso de capitales e inversiones puede darse el lujo transitorio de tener un tipo de cambio alto. En otras palabras, un país sin futuro. Otro mecanismo que puede usar el Estado para sostener alto el tipo de cambio es el de la emisión monetaria, práctica a la que se recurre en la actualidad. Esa emisión genera inflación, con lo cual el costo de sostener un tipo de cambio alto recae sobre los sectores de menores ingresos (asalariados y jubilados) que son los que pagan la mayor parte de este impuesto. Se produce, así, una redistribución del ingreso de los sectores menos favorecidos hacia unos pocos que se benefician con el dólar caro. Pero como la inflación licua el tipo de cambio real, el horizonte de mediano plazo es un aumento constante del tipo de cambio nominal, de la inflación y de los salarios. En otras palabras, se genera una lucha por la distribución del ingreso que es, justamente, lo que se avecina luego de las elecciones de octubre. Es que el modelo basado en emisión es insostenible en el largo plazo. Una tercera alternativa es emitir pesos para comprar dólares y luego retirar esos pesos del mercado colocando deuda pública. Obviamente, este mecanismo tiene un costo fiscal que también lo hace inviable en el largo plazo. Como se puede ver, no hay magia en esto de tener el dólar caro. O se mata a la gente con impuestos, o se genera inflación o se desata un endeudamiento impagable. Y, además, el requisito es que no ingresen capitales. Por el contrario, lo deseable es que se fuguen los capitales para que el Estado tenga menos problemas para sostener el tipo de cambio. ¿Qué efectos tiene un dólar caro? Como decía antes, aislar al país del comercio mundial, tener una baja tasa de inversión –porque nadie invierte grandes sumas para abastecer solamente al mercado interno– y que los consumidores sean cautivos de unos pocos productores locales. El esquema es: salarios bajos medidos en dólares. No deben sorprender, entonces, las recurrentes crisis económicas de la Argentina. Las de 1975, 1981, 1985, 1989 y 2001 explican esa manía por manipular las variables económicas. Los artilugios para tratar de esconder reglas de juego ineficientes y políticas económicas inconsistentes finalmente muestran su fea cara y hacen estallar todo por los aires. Licuaciones de pasivos y activos, bruscos cambios de precios relativos, fuga de capitales, brutales caídas de los ingresos reales y demás lacras son la fiel expresión de tratar de esquivarle el bulto al trabajo de realizar las reformas estructurales y pretender que con el simple manejo arbitrario de una variable –el tipo de cambio– se podrán disimular eternamente los problemas de fondo. El resultado final es, siempre, una crisis política que se lleva puestos a los que manipularon arbitrariamente las variables económicas. Sería importante que nuestra dirigencia política madurara alguna vez y advirtiera que, de tanto manosear las variables económicas, somos una curiosidad intelectual por nuestra constante decadencia y que ese manoseo tiene patas cortas, porque, finalmente, cuando la realidad aflora, tienen que irse anticipadamente del gobierno ante el descontrol social.

 
Los mejores momentos de las "Charlas de Quincho"
El tradicional espacio periodístico creado por Ámbito Financiero, resumido como cada lunes
* Era como en “El fantasma de la Opera”, la obra de Gastón Leroux que recreó Narciso Ibáñez Menta en los 60. Un personaje golpeaba puertas y preguntaba: “¿No queda nadie en los camarines?”. Así procedió Néstor Kirchner, en la madrugada del viernes, en el hotel Isla Chaffers de Puerto Deseado -se había quedado a dormir luego de un acto de campaña-, cuando alrededor de las 6 empezó a recorrer cuarto por cuarto, enfadado por alguna razón y con adolescente sentido del humor; recorrió los pasillos y a los gritos afirmaba: “Me voy, me voy, no espero a nadie. Tengo que trabajar”. Y se fue, aconsejando “ustedes sigan durmiendo”, abandonando a la delegación, a parientes como Alicia, su hermana, a su dilecto oyente Héctor Icazuriaga (jefe de la SIDE), su amado y castigado ministro Julio De Vido, el secretario de su esposa Miguel Núñez, el ascendente gobernador Mario Das Neves o el prometedor en cargo semejante Daniel Peralta. Y los dejó allí, bajo techo, pero sin el medio que los podía sacar del lugar. Kirchner abordó con su maletero Daniel Muñoz el Lear Jet de la Fuerza Aérea -inscripto como Tango 10 para uso de la Presidencia-, que lo acercó a Comodoro Rivadavia para el trasbordo al Tango 01, que finalmente lo trajo a Buenos Aires. El resto, ya con el sueño alterado, debió utilizar autos, sufrir complicaciones varias y cada uno por su lado, como pudo, aterrizó por la noche o al otro día en la Capital. * Nadie se irritó, apenas esbozaron rabietas menores; al fin y al cabo la noche anterior habían compartido cena pantagruélica con Kirchner en la casa de Miguel Pantía, uno de los acomodados empresarios de la pesca que no tiene barcos pero atiende servicios para las pesqueras: en ese rubro ganan todos, sin excepciones. Inclusive hubo regalos: canastas con enlatados, la más grande para el santacruceño mayor, quien buena parte de la cena -langostinos inmensos de entrada, luego asado de vaca y cordero- reveló su indignación contra los opositores a su gobierno. Y, en especial, le dedicó más de un capítulo al ex gobernador Sergio Acevedo, ese íntimo amigo que un día se le rebeló renunciando y, ahora, parece que acumuló fuerzas con el radical Eduardo Costa. Fíjense, bramó, le dimos todo y miren cómo termina. Situación compleja: unos mantienen viejos cariños con el “negro” Acevedo, otros -como Cristóbal López- son parientes; el enredo es entre barrial y familiar: nadie, en suma, todavía descubrió la razón por la cual el ex kirchnerista saltó de vía y abandonó el barco triunfal. Pero no fue todo fastidio en Kirchner, abundó en las buenas perspectivas electorales de Cristina, tarea en la que lo ayudó De Vido, convencido de que “también ganamos cómodos en Santa Cruz”. Habrá que pelear mucho en Río Gallegos -dijo Kirchner, mirando a su hermana-, allí no tenemos la mejor imagen, los radicales nos complican. Como el clima era favorable, algún invitado se permitió una interrupción: dijo que acá se anuncian muchas obras pero luego no se realizan. Antes de que respondiera Kirchner, se acomodó Peralta y le hizo compañía al quejoso: es cierto, los legisladores demoran las aprobaciones, fíjense cómo cambiaría la provincia si pudiéramos hacer el dique Los Monos. Pero esa cena se apagaría pronto, a la madrugada, cuando él partió de improviso, casi sin avisar, o avisando como el sereno de «El fantasma de la Opera». En rigor, tanta prisa -además de otros quehaceres- se justificaba en que esa noche, en Olivos, había otro asado, luego del fútbol, con los habituales invitados (Pampuro, Fernández Aníbal, Angel Massa, Icazuriaga, quien llegó con la destreza del gran espía que todo lo consigue) y la asistencia técnica de Alberto Fernández, quien ni siquiera puede ir al arco porque le duele la espalda, el ciático u otra excusa de prescripción propia debido a que se movió mal en la cama. Hombre, claro, de muchos movimientos. * Tarde, bien tarde, culminó la boda de Sofía con el escribano Jerónimo Gallo D'Elía en el Santísimo. Dato clave para determinar, luego, el atrasado festejo -basta consignar que el vals se comenzó a bailar a las dos de la mañana- en La Rural, con más de 500 exhaustos invitados llamados a concurso por el padre de la novia, Jorge Aufiero (Medicus). Rara la dilación en un hombre que se caracteriza por la precocidad. Tanta gente del gremio sanador que Mariano Grondona, en un momento, se preguntó: “¿Cómo puede ser? No conozco a la mayoría de la gente, se presume -se reía- que esto no debería ocurrir en una reunión de este tipo”. Y no es que repentinamente se puso viejo para reconocer elementos de otras generaciones -lo que suele ocurrir-, sino que el lugar, primorosamente decorado con abundancia de flores (mesas y manteles blancos, sillas y servilletas negras), estaba inundado con hombres que la mayor parte del día la pasan vestidos con un guardapolvo blanco, como los competidores de Aufiero, Sergio Belocopitt (Swiss Medical) y Hugo Fraomeni (Galeno). Había otros menos ignotos, por supuesto, más solicitados en quinchos sociales, desde el influyente macrista Horacio Rodríguez Larreta ( acompañado por su esposa Bárbara, escotadísima según la impresión convencional de ciertas damas y la complicidad falsa de sus maridos) hasta Manuel Sacerdote, Bruno Quintana, Luciano Miguens, Gino Bogani (vistió a la novia y a la suegra), Jorge Anzorregui, Carlos Fontán Balestra, los Fiorito (Ricardo, Gloria, Jorge, Willy), Tomás Sánchez de Bustamante (OSDE), Carmen Polledo, Bartolomé Mitre, Alberto Grimoldi, Alejandro Estrada, Jorge Pereyra de Olazábal (objeto de admirativas bromas por el jopo estilista con el que aparece en los carteles como candidato a diputado), Jorge Neuss, Claudia Stadt, Bartolomé y Nequi Mitre, Eduardo Moliné O'Connor. O sea, clientes de la medicina prepaga, vecinos de Tortugas, del Club de la Barra, amigos. * ¿Es cierto que Cristina de Kirchner no es abogada?, interrogaba más de un curioso, como si cualquier interlocutor fuera un revisor de títulos platenses. Sorprende ese interrogante, quizás enancado en los episodios Telerman y Blumberg, pero ha trepado el agigantado chusmerío de Internet que desde hace un mes pone en tela de juicio el hecho de que la primera dama se haya recibido en la Facultad de Derecho. Más sorprende que, desde el gobierno, nadie haya salido a detener esta especie. Por el momento, sólo vale el testimonio de algunos colegas de la época, quienes afirman que ella aprobaba con notas sobresalientes, al revés de su actual marido, al cual reprobaron en varias ocasiones y en la misma materia. Copetín largo para el léxico de sesentones del Petit Café -en verdad, un amplio «finger food» para aquellos más actualizados- se sirvió al ingreso con todo tipo de pinchos (lomos, pollo, langostinos), sushi, empanaditas diversas en formas y contenidos, un completo servicio rociado por bebidas y tragos, más el vino preferido del padrino (Patrón Santiago). Agobiante despliegue que suponía indigestión cuando se pasara después a las mesas; pero, criteriosos, los organizadores evitaron el primer plato, sólo aportaron una pechuga con crocante, champignones y espárragos, como principal. Casi un remanso en la orgía gastronómica inicial que, al llegar el postre, volvió a su esplendor: un volcán caliente con helado y la peculiaridad del relleno con dulce de leche en lugar de chocolate. * Más que preguntas sobre las elecciones de octubre, se percibía la sensación entre buena parte de los asistentes -exponentes de un sector social- que muchos aspiran a que se realice una segunda vuelta electoral. Quizá no tanto para impedir la continuidad kirchnerista, sino para contener un avance oficial que multiplicado por la propaganda luego tenga ribetes de aluvional. Se piensa en un engreimiento mayor si no hay ballottage. Había médicos que, por ejemplo, señalaban errores no contemplados por los legos. Uno de ellos advertía: “Se gastaron 6 millones de dólares -por recomendación de quien tutela la salud de Néstor Kirchner, Luis Bonomo- en un aparato que atiende ciertos tipos de cáncer en el Instituto Roffo. Es útil, claro, pero contempla a unos pocos, mientras que 6 millones de dólares puestos en un hospital eran más necesarios, más útiles para muchos”. Entre la multitud de médicos se veía a Román Leiguarda, Alito Tfeli, Roberto Lambierto, también gente de laboratorios como Alberto Alvarez Saavedra o Ernesto Schilling. Como Leiguarda hablaba del casamiento de uno de sus hijos en Punta del Este, en diciembre, se habló del balneario, de lo caro que hoy cuesta -¡y costará!-, de que es más barato por ejemplo ir un fin de semana a un hotel de primera que abrir la casa propia con la calefacción. Notable particularidad de ahorro en millonarios: visitar su vivienda y pernoctar en un hotel. Otros preferían comentar las importantes obras sobre La Brava para traer agua a las piscinas del futuro edificio Acqua. O presagiar una carencia obvia: la falta de personal para atender el verano, ya que para esa estación está prevista la inauguración de 30 edificios horizontales. * Más de uno no entendía la razón por la cual, ahora, no abundan las encuestas sobre la próxima elección. ¿Es culpa del fracaso de los últimos sondeos en Chaco, Santa Fe y Córdoba, sospecha de que algunos profesionales no se pronuncian con profesionalidad (por decirlo cortésmente) o, tal vez, debido a que el enjambre popular está alborotado, que cuesta expedirse con precisiones? En eso discurrían antes del baile -con más de 30 esferas de cristal para hacer brillar a los danzantes- mientras alguno se abalanzaba sobre Rodríguez Larreta y lo acosaba por las últimas declaraciones de Mauricio Macri (en primera o en segunda vuelta, dijo, gana la señora de Kirchner). Le objetaban que un dirigente político, quien además auspicia candidatos varios como si fueran productos jabonosos, no puede expresarse como si fuera un comentarista de la política. Confunde los roles, se cree un Chacho Alvarez, más bien parece jugar de oficialista, le reprochaban a quien será jefe de Gabinete en la Capital y, por ahora, sólo parece preocupado por organizar en un campo dos retiros espirituales a su jefe y equipo de gobierno antes de la asunción y, más tarde, en marzo, otro para observar cómo funciona la nueva gestión. Dilema de Rodríguez Larreta, víctima de otras acechanzas y tal vez de cierto manejo unipersonal de Macri. Ya le había pasado el día anterior, cuando asistió a una comida en The New Brighton (en homenaje a la vieja sastrería, en lo que fue Clark's de Sarmiento) para celebrar el cumpleaños del diputado sindical Daniel Amoroso. Quejas del sector político -por alguna razón, previsora, Gabriela Michetti no asistió- porque «nosotros, además de legislar, también queremos alguna participación en el gobierno». A algunos elegidos, se sabe, Macri los ha llamado, pero no a la mayoría, y ninguno ignora que el ingeniero prefiere ofrecer un elenco diferente, más pulcro en apariencia, del que representan los políticos. “Está bien -aceptan-, somos como la peste, pero al menos cuenten algo, es inadmisible que nos debamos enterar por los diarios.” Sin disimulo, Rodríguez Larreta respondió: “Bueno, a mí me pasa lo mismo: yo también me entero de cosas de Mauricio luego de que salen en los diarios”. * Esa unidad de lamento por el ausente se quebró luego, cuando los políticos cuestionaron la designación de Oscar Moscariello como nuevo jefe del bloque partidario. ¿Se olvidan que entró con Aníbal Ibarra para su primer mandato? ¿No saben que estando con Rafael Martínez Raymonda apoyaba a la Alianza (De la Rúa-Ibarra) y que ahora su partido en la Capital respalda a Roberto Lavagna y no a Ricardo López Murphy? Preguntas sin respuesta, claro, hasta que Rodríguez Larreta alardeó: “Bueno, no se quejen: ustedes han sido diputados por el nombre de Mauricio”. Lo que equivalió a otra respuesta-ataque: “Sí, es cierto, pero él ganó porque nosotros le hicimos la campaña”. Como se ve, diálogos fluidos, heridos, y una frase cruel de disgusto que ni el propio Rodríguez Larreta sabía quién la había pronunciado: “Por lo menos hubieran mandado a la Michetti, quien antes tomaba -eufemísticamente, claro- tetrabrick del pico con nosotros y ahora sólo champagne y con otros amigos”. El tango de la política, obvio, problemas cuando se pierde y problemas cuando se gana. * Hotel Sheraton, Córdoba, construido hace 10 años con desgravaciones impositivas y que, ahora, parece que empieza a ganar dinero (50% de sus ingresos son por alquiler de salones, puede recibir hasta 3.000 personas en forma simultánea), donde se come bien y se paga 50% menos que en lugares semejantes de la Capital Federal. Notable la diferencia. Allí eligió la Fundación Mediterránea celebrar su 30 aniversario y, si en el pasado se hizo famosa por Domingo Cavallo, en esta ocasión ocurrió lo mismo cuando describió el tétrico marco de la economía argentina y su desenlace en la hiperinflación (tanto que algunos participantes objetaron al titular Sergio Roggio, primo de Aldo, y desvinculado del grupo familiar desde hace 9 meses, haber propiciado la rentrée del ex ministro). «Nos despegamos de él hace unos años y, ahora, volvemos a cargar con la cruz», le lloriqueaban por los insultos que llegaron del gobierno y de organizaciones ad hoc. Fundación, la Mediterránea que hoy pagan también destacados grupos como Techint y Arcor, fundada por dos empresarios desaparecidos e inolvidables (Fulvio Pagani y Piero Astori), que inesperadamente hizo un ruido impensado. Al menos, ése fue el comentario en la fiesta del hotel con Patricia Sosa y su voz negra impecable a los 50 años, en el Colegio Monserrat donde se celebró un acto aburrido y en el campo de Pía Astori al que concurrió el propio Cavallo. Voz poco bienvenida la del ex ministro en estos momentos, ya que en Córdoba los campos están a 6.000 dólares la hectárea y hay una explosión de countries y baños privados. Aun así, en las mesas se admitía que el costo de vida es el doble que el del INDEC, que el ajuste futuro será durísimo por más que el gobierno hable de gradualismo y que no habrá dinero barato para pagar la deuda. Todos coincidían con el mensaje, claro, no con el mensajero y, mucho menos, que lo hiciera público. * Se decía, mientras miraban los cuadros de Ernesto Bertani (que aluden a la vanidad de los políticos o al fraude de las siliconas en las mujeres), que Cavallo sólo iba a hablar de la historia de la Fundación. Pero que el periodista que coordinaba la charla -siempre el periodismo culpable- desvirtuó ese convenio cuando le preguntó por la situación del país. ¿Ingenuos, simuladores?, vaya uno a saber. Lo cierto es que los mandobles de Cavallo golpearon al gobierno, sacudieron a la Fundación y más de uno gozó con ese discurso, ya que hasta ese momento lo único gracioso lo había brindado Luis Juez (quien siempre despotricó contra la Mediterránea) señalando que Héctor Campana, el basquetbolista que acompaña a Juan Schiaretti en la fórmula, es un cisne. «Sí, porque es más que ganso», completó. * Primero fue la fiesta de México hace dos semanas, ahora la de Chile con su día nacional, abundante en militares: ese país tiene la agregaduría más grande fuera de su tierra en Buenos Aires y, por el común origen sanmartiniano de las dos naciones, las Fuerzas Armadas Argentinas suelen allegarse a la embajada. No era el único detalle: también había numerosos miembros del gobierno, lo que no es habitual en estas celebraciones, pues con Cristina de Kirchner se pretende otorgar un tratamiento privilegiado a la administración socialista de Michelle Bachelet (aunque ésta, en los últimos meses, ha padecido un notorio desgaste en la función). Optimistas hasta el extremo, la mayor parte de esos delegados oficialistas presumía que Cristina sacará más votos que Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires. Por si alguien no creía en sus palabras, orgullosos ostentaban otro dato: en la residencia de Olivos ya se compró la carne para un año más de asados, incluyendo 4.000 kilos de cordero patagónico que es una especialidad, debilidad o favor de los Kirchner. Departía el embajador chileno, Luis Maira -hombre que fue colaborador de Salvador Allende-, ahora más conservador que socialista según dicen, preguntando si era cierto que las exportaciones mendocinas (la tierra de Julio Cobos, el número dos de Cristina de Kirchner) habían crecido más en tiempos de la convertibilidad, de los odiados 90, de Carlos Menem, que en este período de la devaluación y el tipo de cambio alto. Le confirmaron el dato, aunque le reconocían que la caída de la producción de petróleo y sus derivados ha modificado el cuadro del comercio exterior de la provincia. Otros, interesados en la Justicia argentina, algo preocupados por la forma en que salen de las causas comprometidas fiscales y jueces (Carlos Stornelli y Guillermo Montenegro) conjeturaban que el episodio con Alfredo Bisordi, a quien el oficialismo pretendió arrasar del puesto, finalmente quizás concluya en un retiro con honores por cuestiones de edad, quizás producto de un provechoso diálogo entre el propio magistrado y el legislador Carlos Kunkel (a propósito, ¿cómo le cae a la señora del Presidente el consejero Kunkel?). * Servicio de patria próspero el chileno, abundante en vinos, pisco sauer y, sobre todo, salmón en diversas formas (cuyo desarrollo en granjas marinas ha superado cualquier expectativa y del cual la Argentina apenas si tomó nota cuando bien podría actuar en el mismo sentido). Entre platos y bebidas, entonces, se escuchó lo mejor: quizás Julio De Vido continúe como ministro si la esposa de Kirchner alcanza la Casa Rosada. Decidirían preservarlo, inclusive sin dividir la cartera (se pensaba en una de Energía y en otra de Obras y Servicios Públicos), debido a que el verano será complicado en materia energética y, por lo tanto, no conviene cambiar de equipo. Esa es una excusa -inclusive, hasta comentan que cierta brisa de cordialidad existe hoy entre De Vido y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández-, aunque una razón externa también avala este criterio de continuismo: dicen que Kirchner utiliza el ejemplo negativo de Bachelet para no alterar el cuadro. Ella, la chilena, borró a todo el gabinete de Ricardo Lagos, designó gente con escasa experiencia y hoy está pagando ese apresuramiento. Como modelo en contrario, le atribuyen al santacruceño, es lo que él mismo hizo cuando sucedió a Eduardo Duhalde: conservó 50% de los ministros y la transición no afectó la gestión posterior. Después, comentarios del viaje de Cristina a EE.UU., la no entrevista con Hillary Clinton (quien hace 9 meses no contesta ni siquiera ante las promesas de un duro pronunciamiento argentino contra Irán), el conflicto con ambientalistas en Chile por la construcción de 5 represas en la zona de Aysen, y lo que nadie sabía aún en el aniversario: el nuevo problema de la Argentina con Gran Bretaña, es que el Reino Unido pretende extender la plataforma marítima alrededor de Malvinas y la cuestión de las islas, otra vez, aparece en la agenda caliente de la política exterior.

jueves, septiembre 20, 2007

 
Los K y la transparencia en las elecciones:
Desde el oficialismo disparan contra la oposición y afirman que no tiene sentido pedir veedores
Cuando se ciernen sobre los comicios de octubre sospechas generalizadas sobre fraude, y con casos de elecciones poco claras en Córdoba y Chaco, desde el oficialismo Daniel Filmus y Mercedes Marcó del Pont afirmaron que no tiene ningún sentido pedir veedores internacionales. Si uno de los ejes de campaña de Cristina K es reinstalar el valor de las instituciones, ¿por qué no desterrar toda clase de dudas en los comicios próximos a favor de la democracia?

Crece la tensión en Córdoba,
que vuelve a marchar, y Juez insiste con con llevar la pelea a la Corte Suprema de Justicia
A 18 días de las elecciones en Córdoba y mientras avanza el escrutinio definitivo, los cordobeses seguidores del Partido Justicialista y el Frente Cívico y Social volveron a las calles esta tarde para apoyar a los candidatos. El escándalo por los polémicos comicios no parece detenerse y Luis Juez apunta a apelar la decisión del máximo Tribunal local directamente ante la Corte Suprema de Justicia.

Enmienda
El viaje de la candidata oficial invitada a Alemania por una firma que mantiene un conflicto ante el CIADI con el Estado, tanto como el viaje de su marido de retorno a la provincia natal, Santa Cruz, evidencian el propósito de enmendar viejos furores originarios de conflicto y calafatear la barca solar antes de cruzar el Nilo, para perpetuarse en la eternidad del poder, como hacían los antiguos faraones egipcios. Sin embargo, es difícil corregir con el codo lo que se escribió con la mano, y los alemanes le pidieron a la senadora que la Argentina pague su deuda, mientras que los insurgentes santacruceños les cerraron el paso a las caravanas que acudieron al acto de su marido. Va a ser difícil convencer a los europeos de que vuelvan a invertir aquí, después de haberles practicado una quita del 70% en sus ahorros, tanto como será difícil inducir a los piqueteros para que trabajen. Es cierto, como decía Néstor Kirchner en Río Gallegos, que se trata de patotas distintas a los reales hombres de trabajo, aunque también lo es que fue el propio Kirchner quien pobló la provincia con una emigración sobrante que venía del norte, y a la cual él enganchó en la administración pública, para que lo sostuvieran en el mando. Santa Cruz es el distrito que tiene mayor densidad de burócratas con relación a sus pobladores. Las causas tienen siempre consecuencias, y los errores pasados son siempre difíciles de borrar, mientras no se manifieste un auténtico propósito de enmienda.

Limbo
Mientras cruje horriblemente, aquejada por una turbulencia que empieza a ser ingobernabilidad, la provincia desde la que su marido y ella despegaron en raudo vuelo, hace más de una década, hacia la cima del poder público, Cristina Kirchner no deja de recorrer Europa capital por capital. Tampoco deja de fotografiarse al lado de líderes del gobierno y de la industria que ejercen, a diferencia de ella y su marido, un poder real, pues representan intereses reales y no simples componendas de país proveedor de materias primas. Lo curioso es que en eso consiste su campaña electoral para ser ungida presidenta de los argentinos: en viajar por Europa y en fotografiarse al lado de europeos, tras explicarles lo que hará con nosotros... Nada más le resta proponer que también voten en octubre los ciudadanos de ese continente. Esto último tendría cierta lógica, pues andan ellos más enterados de lo que hará que nuestros propios políticos. Aunque quizás no la merezcan tanto.

Angelito
"Conducta ejemplar 10 con apenas algunos leves altibajos y sólo cuatro sanciones disciplinarias". "Una adaptación estable y productiva, con evidentes esfuerzos de autosuperación tanto en la vida laboral como en sus estudios". Poseedor de un "proceso autocrítico y reflexivo en torno de su accionar sin indicadores de agresividad en la actualidad". "Gran adaptación institucional y esfuerzos de superación personal". Parecen las consideraciones de la maestra en la contratapa de un boletín escolar. Pues no lo son. Se trata, en cambio, de las razones explicitadas por las que fue dejado en libertad condicional Pedro Torres Pin, un hombre condenado en 1981 a reclusión perpetua, más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado, por haber asaltado a un taxista, a quien luego ató dentro del vehículo para quemarlo vivo. Ya salió de la cárcel porque la justicia parece creerlo "un angelito". La víctima, por supuesto, jamás tuvo otra oportunidad.

Macaneo
Es imposible para Eduardo Duhalde volver a la política, porque es imposible que vuelva a un lugar del que nunca se quiso ir ni se fue. Para bien o para mal y antes de anunciar, e incumplir luego, su decisión de eclipsarse, ha estado y actuado este hombre en las principales encrucijadas argentinas de estos años. Fue él quien lideró sordamente, dentro del PJ, la lenta corrosión del menemismo; fue él quien dinamitó la convertibilidad; fue él quien decidió que no hubiera internas en su partido, digitando a Kirchner, del mismo modo en que Kirchner decide hoy que no las haya digitando a su mujer. No se retiró después de esto, como dice ahora, de la política. Pero la política se fue retirando de él. Fracasó en cuanta puja comicial intervino y no pudo proyectar a su mujer en su propio feudo bonaerense. Para remate, la enervante criatura que, para aniquilar a Menem, ayudó a parir, hoy le desdeña. Conque querer oponerse al oficialismo suena casi a querer enmendarse.

Mareados
Martín Redrado, titular del Banco Central, declaró en Londres que le preocupa la inflación en la Argentina, y el gobierno, prudentemente, en vez de reprenderlo, como antes hizo con Daniel Scioli, asintió aquí que la inflación es un tema preocupante. Aunque --dijo el jefe de Gabinete-- la prosperidad de las cuentas externas equilibra el costo de la inflación, lo cual es cierto sólo en parte. Es verdad que los mayores precios de los cereales y del petróleo, que nos vienen de afuera, aumentan el producto bruto, teóricamente equilibrando la emisión de nueva moneda y, con eso, las cuentas públicas; pero con ello también aumentan los precios internos y se achica la producción local. Las estadísticas mostraron una retracción de la industria y de la construcción. En otras palabras, el productor rural abandona la papa, la cebolla, la verdura o la leche y se pasa a la soja, con lo cual tales productos de primera necesidad vienen a faltar y se encarece su precio interno, al tiempo que cae la ocupación industrial. El país está igual que un drogadicto, quien, superada la última intoxicación, precisa de una nueva dosis más alta para volver a poder controlarse. Basta con mirar a nuestro alrededor: las escuelas, los hospitales y media administración pública están de paro, disputando por nuevos aumentos, a un mes de las elecciones. En 1942, Enrique Cadícamo le puso letra a un tango de Juan Carlos Cobián que se denominaba Los dopados . Pero como esa música "infame" operaba bajo la más estricta censura, debieron cambiarle el nombre y lo llamaron Los mareados . No hablemos aquí de Néstor Kirchner, "alma y nervio de la revolución", como dijo Juan Perón de Pedro Pablo Ramírez antes de echarlo. Sólo podemos sugerir que Alberto Fernández y el Golden boy andan por la vida un poco mareados.

Empates
La ciencia política mundial, tarde o temprano, tendrá que hallarle una solución a esta epidemia de las elecciones empatadas, que no es sólo argentina (Schiaretti o Juez en Córdoba, y Rozas o Capitanich en el Chaco), pues los últimos episodios se remontan al comicio Bush-Gore, que impuso un agónico recuento en el estado de Florida; al empate de Angela Merkel y Franz Muntefering; al de Andrés López Obrador, con el actual presidente de Méjico, Felipe Calderón, que llevó al primero a jurar en disidencia en la plaza del Zócalo; o a la nimia diferencia entre Romano Prodi y Silvio Berlusconi, que le permite ahora a Il Cavaliere pedir todas las semanas la renuncia de Il Professore, y nuevas elecciones anticipadas...Sin duda, el fenómeno obedece a la "muerte de las ideologías" combinada con la eficacia del "marketing político", pero es evidente que asuma quien asuma, sean Luis Juez o Juan Schiaretti, Angel Rozas o Jorge Capitanich, ninguno de ellos va a poder gobernar sin estorbos, teniendo frente a sí a media sociedad gritando en contra. Tal vez surja un nuevo modelo cuando alguien proponga una enmienda a la constitución norteamericana, porque las iniciativas en nuestros países periféricos surgen después que se experimentan en las potencias mayores, y muy probablemente va a imponerse el actual modelo alemán, donde los cristianos se vieron obligados a asociarse con sus enemigos socialistas para poder gobernar. Si un candidato, por sacarle 10 puntos al seguidor más próximo se adjudica el gobierno sin necesidad de ballottage, con inverso criterio, si uno y otro se sacan apenas unas centésimas, entonces, que se vean obligados por la ley a entenderse, acordando un gobierno de unión entre ellos ¿Que cómo se hace para asociar a dos políticos enemigos? Eso es cosa de ellos, que hablen, que discutan, que decidan: ya sufrimos nosotros bastantes problemas con tener que trabajar para mantenerlos a ellos.

 
El dilema de las dos “H”: ¿hablar o hacer en materia de inflación?
Ante la desvaloración del peso argentino y la caída del superávit, el presidente de la entidad que podría ofrecer soluciones se limita a los diagnósticos.
Martín Redrado, el presidente del Banco Central, acaba de manifestar en Londres su “preocupación” por la alta inflación y por la disminución del superávit fiscal. Evidentemente, se trata de un avance el hecho de que un funcionario de un gobierno al que le gusta amordazar a todo aquel que quiera manifestar una convicción personal contraria a los pareceres de la administración pueda expresarse. Pero, frente a esa novedad, habría que hacer varias precisiones. En primer lugar, aún no se sabe cuál será la suerte final de Redrado, que ni siquiera habló en la Argentina, sino en la capital inglesa (parecería que todos los que quieren dar rienda suelta a su lengua tuvieran que tomarse un avión). Es muy probable que Néstor Kirchner, tan personalmente afecto al respeto por la calidad de las instituciones, se ría una vez más de la independencia del Banco Central e impulse a su presidente a la estratosfera, de un preciso “shot” en la zona de la anatomía humana donde la espalda cambia de nombre. Segundo, en lo que respecta a Redrado, debería jugar con mayor ahínco su papel de funcionario independiente del gobierno. ¿O acaso la autonomía del Banco Central es una broma en la Argentina? Y en tercer lugar –lo más serio–, el titular de la autoridad monetaria debería agregar a sus palabras algo de acción. En el contexto político de la Argentina de los compadritos, animarse a hablar es importante. Sin embargo, frente a la gravedad de los temas expuestos en Londres, Redrado debería utilizar los resortes técnicos y legales que la institución que preside puede (y debe) manejar para cumplir con casi su único fin útil: preservar el valor de la moneda local. Decir que el nivel inflacionario es “preocupante” cuando quien lo dice es quien estaría en posición de hacer algo para evitarlo es hacer “macayamarquismo” con las variables económicas, es decir, comentar lo que todo el mundo está viendo en el supermercado. La diferencia entre Redrado y la señora que ve cómo los precios se van a las nubes es que, mientras ambos pueden “preocuparse”, el presidente del Central puede “ocuparse” y “hacer” algo al respecto. El manejo de las herramientas monetarias y cambiarias que el Banco Central estaría en condiciones de operar podría ser muy útil a la hora de pasar de las palabras a la acción. Dejar de expandir la base monetaria, cesar de endeudarse con letras y otros instrumentos financieros para intervenir el mercado de cambios y utilizar la tasa de interés como forma de regular un consumo artificial son todos elementos al alcance de la mano de Redrado que, no obstante, no está utilizando. El uso de esas herramientas pondría en caja a la inflación y frenaría el aumento del gasto, causa fundamental de la disminución del superávit. La situación sirve, por lo demás, para entregar otro ejemplo dramático de lo difícil que resulta en la Argentina hacer que las instituciones funcionen para la finalidad que han sido creadas. El país se da el lujo de tener el orden legal necesario para atacar un problema, pero no lo utiliza cuando hace falta. Eso profundiza el nivel de desconfianza hacia el normal desenvolvimiento institucional y tiende a reemplazar, en el mediano plazo, lo que debería ser el funcionamiento aceitado de un sistema por los bandazos de un rebenque. Redrado dijo algo más, que resulta poco menos que insólito y que, de alguna manera, echa por tierra el escaso progreso que significa el, por lo menos, haber hablado. El presidente del Central señaló que la inflación era un “fenómeno mundial”. Esto es incomprensible. Redrado sabe que el mundo si es algo hoy es, precisamente, no-inflacionario. Salvo Venezuela, la Argentina y algún otro satélite por el estilo, el promedio de inflación mundial actual es bajísimo. Estos no son los años 70, cuando si bien la Argentina podía tener 150% de inflación, el vecino tenía 93%. Asegurar que la inflación es una “preocupación de todos los banqueros centrales del mundo” es una verdad de Perogrullo y una confesión. Es obvio que, siendo el objetivo de las bancas centrales defender el valor de la moneda, los presidentes de esas instituciones deben velar porque su poder adquisitivo no se vea erosionado por la inflación. Pero, al mismo tiempo, la diferencia entre el mundo responsable y la Argentina vuelve a ser que mientras en esos países los presidentes de los bancos centrales hacen, aquí hablan. En el dilema de las dos “H”, la principal espada en la lucha contra el descontrol de los precios y la pérdida de superávit fiscal ha decidido elegir la más fácil: hablar en lugar de hacer.

 
Quien pueda entender que entienda…
La política argentina se rige por principios que escapan a toda lógica y razonabilidad. En consecuencia, los análisis de la actualidad y de los escenarios futuros no son más que esbozos tentativos.
“¿Se podría organizar un partido de quienes no están seguros de tener razón?Ese sería el mío.”Albert Camus.
Partamos de una premisa básica: no hay lógica en la política argentina, al menos en la manera de hacer política. Posiblemente no la halla en muchos otros aspectos, y esa sea la característica intrínseca de la idiosincrasia nacional. Uno se pregunta, entonces: ¿puede hacerse un análisis concreto de lo que pasa o pasará sin caer en la más absoluta especulación? Se verá que la pregunta misma no hace sino confirmar la hipótesis inicial. No hay análisis que valga, apenas esbozos por tratar de mostrar desde alguna otra perspectiva la realidad y cómo ésta se avecina en el corto plazo, nada más. Y es que en la Argentina todo puede ser y no ser. No hay modo de plantear un futuro distinto cuando protagonistas y elencos son los mismos y apenas alternan roles sin modificar sustancialmente el libreto. Los escenarios que se plantean de ahí en adelante responden más a las preferencias personales, motivadas por el deseo de que algo cambie, más que a la lógica de que los cambios lleguen por una administración nueva capaz de reformar estructuralmente a la Argentina que queda. Albert Einstein decía que nadie puede conseguir resultados diferentes con la misma metodología. En este caso, la sentencia se aplica sosteniendo que es inútil pretender coherencia y racionalidad cuando la dirigencia no sólo es la misma, sino que actúa en forma oportunista, la oposición aflora por los baches que le dejan más que por sus propuestas y las listas se arman por descarte, buceando entre los que aún no se anotaron en otras boletas. Las sábanas que se presentan en las próximas elecciones se parecen más a una subasta de saldos que a la formación de plataformas idóneas y serias. Lo importante parecería ser contar en la lista con quien tenga una imagen positiva, aunque sea por una mera hazaña furtiva, que con quienes hayan dado muestras de capacidad e idoneidad para cumplir un rol en la actividad política. Así, cuando surge un personaje no discutible en alguna materia, se le cuelgan de la yugular desde todas las fuerzas, como si fuesen todas ideológica o éticamente idénticas. ¿Es entendible que una misma persona reciba ofrecimientos de tres o cuatro espacios políticos supuestamente opuestos? El problema de identidad que se le plantea al pobre elegido no lo puede resolver ni el más versado de los psicoanalistas. Entramos en un grado de orfandad tal que quienes siempre estuvieron en las antípodas del socialismo festejan el triunfo de Hermes Binner en Santa Fe y hasta ven en Luis Juez a Ulpiano resucitado. “Todo, menos lo que hay”, se dice. Puede ser válida la consigna. Sin embargo, esta situación tan peculiar que se vive en la Argentina no es producto de la evolución de ideas, sino del oportunismo electoral y de la ambición personal de los candidatos. En ningún país maduro políticamente estos giros se producen como en estas latitudes. Sin ir más lejos, el acuerdo entre Ricardo López Murphy y Elisa Carrió fracasó por la imposibilidad de acordar la titularidad de los espacios de poder y no a causa de diferencias ideológicas. Duro, pero real. Y el problema final es que para obtener una mayor calidad institucional es menester contar primero con una mayor calidad intelectual y espiritual. Los hombres hacen a las instituciones y no las instituciones a los hombres. Si se llega a éstas arañando votos de manera deshonesta o sin que importen los principios y valores, la calidad pretendida es abyecta. No hay coherencia en las actitudes, menos lo hay en la confección de las listas. No hay convicciones, hay intereses y ambiciones cortoplacistas. No se trata únicamente de la polémica “ley de lemas” que obra maravillas en pro de las reelecciones indefinidas en las provincias (Gildo Insfrán en Formosa es un ejemplo relevante para el caso). Si bien se mira, cualquiera puede ir de pronto en cualquier lista. Un simple ejercicio basta para evaluar la lógica de esta política: léanse los nombres de los candidatos a los diferentes cargos y trátese de diferenciárselos luego por ideología, propuestas, historia, trayectoria, militancia, origen o hasta por geografía (a qué distrito representan ahora)… y avéngase a armar los grupos: oficialismo y oposición. No será simple establecer los cánones de la lógica que hacen, por ejemplo, que Felipe Solá sea primer candidato a diputado de Cristina Fernández y critique los noventa, o que Adolfo Rodríguez Saá plantee la no intervención estatal en la economía tras una gestión en su provincia signada por el Estado provincial, o mismo que un Ricardo Gil Lavedra (ex UCR) vaya con Roberto Lavagna (PJ ¿o ex PJ? ) y no con Carrió (ex UCR, ex ARI, ¿ex Coalición Cívica?) o que a ésta le diera lo mismo estar secundada por Gerardo Conte Grand (ex PJ), Adrián Pérez (¿ex arista?) o Rubén Giustiniani (¿ex socialista?, electo finalmente para ser vice porque Hermes Binner ganó en Santa Fe). ¿Qué tendrá que ver? Evidentemente, todo tiene que ver con todo, y todos con todos. Es probable que el ejercicio planteado sea tramposo, aunque no deja de ser interesante, como lo sería analizar desde la lógica, claro está, por qué el “regreso” de Eduardo Duhalde se convierte, de pronto, para muchos que antaño sufrieron el negocio de la pesificación asimétrica, en una suerte de “esperanza blanca” y en la salvación nacional, mientras que para otros –que nacieron de su riñón– resulte una amenaza tal que sea menester salir a atacarlo implícita o explícitamente en la campaña. Perón vive, Evita dignifica e Hipólito Irigoyen dejó la boina y ahora toca el bombo en las esquinas. Es la Argentina. Quién pueda entender que entienda…

 
Carencia de rigor intelectual
Los argentinos solemos adoptar pasivamente los argumentos de quienes nos mienten y nos prometen el paraíso terrenal para conservar el poder. Así, hacemos gala de nuestra poca inteligencia para diferenciar la verdad de la mentira.
Resulta desolador comprobar la falta de capacidad que tienen muchos de nuestros conciudadanos, para distinguir entre lo verdadero y lo falso y actuar razonablemente. Un gran número de pensadores serios han venido anunciando las consecuencias dañinas de la inflación y explicado hasta el cansancio las verdaderas causas de este fenómeno monetario, que no son otras más que la emisión de dinero por orden del gobierno para sostener un dólar alto. Como prueba de ello, no hay más que recorrer las páginas de archivo de esta revista “Economía para todos” y especialmente el brillante artículo de Roberto Cachanosky (ver edición nº 173) para darse cuenta. Pero hay una minoría dominante y bullanguera en los medios de comunicación, que parece no importarle un comino. Está formada por funcionarios políticos, empresarios cortesanos y sindicalistas patoteros que no dejan de cantar loas a lo que llaman el “proyecto del presidente” y que ahora -con la candidatura conyugal- designan como el “modelo de acumulación con matriz diversificada e inclusión social”. Esos mismos personajes parecieron conmocionarse intelectualmente porque el presidente del Banco Central, Martín Redrado, en una reunión organizada por Euromoney y celebrada en Londres dijo “estar seriamente preocupado por la inflación en Argentina”. Bastaron esas tenues e insustanciales palabras para que se produjera el inesperado berrinche del Presidente de la Nación y la estereotipada explicación del Jefe de Gabinete. A partir de allí, todos cayeron en la cuenta de que en Argentina había inflación, que la inflación era superior a la que muestran los índices oficiales y que el gobierno no está haciendo absolutamente nada para combatirla. Antes, no se le prestaba atención. Ahora, se ha convertido en el centro de todas las controversias, pero con un tono de enorme frivolidad y sazonado con el condimento de una pasmosa superficialidad. Mucha viveza y poca inteligencia Pareciera que los argentinos, que gozamos de una merecida fama de “vivos”, no estamos intelectualmente dotados para distinguir la verdad de la mentira. Nos resulta difícil reconocer de manera inmediata, la falsedad de las consignas políticas. Muchas veces carecemos del espíritu de discernimiento que permite reemplazar creencias absurdas e irreflexivas por otras fundadas en razones claras y sensatas. Esta deficiencia cultural puede definirse como falta de juicio crítico o, también, como carencia de rigor intelectual. Como sociedad, cultivamos una credibilidad natural tan cándida que nos lleva a afirmar que la riqueza se genera espontáneamente, que el único problema consiste en repartirla igualitariamente y que las utopías pueden convertirse en realidad con sólo sancionar leyes para despojar a los que más tienen para dar a los que menos poseen. A este dislate se lo denomina “política de inclusión social”. Entonces es frecuente que adoptemos pasivamente las maneras de pensar y de sentir de quienes nos mienten a sabiendas, de los que halagan las aspiraciones populares para conservar el poder y de aquellos que prometen el paraíso terrenal, a pesar de que posteriormente sufrimos graves desilusiones. Esa deliberada credulidad, que no está flanqueada por el espíritu crítico, es un factor de sumisión porque es signo popular de viveza pero careciente de inteligencia. Se debe atribuir a nuestra formación cultural, que ha renegado del estudio sistemático del lenguaje, del obstinado rigor en el aprendizaje de las letras y de las ciencias y, sobre todo, de la negación de ejemplos morales, que no se muestran desde el gobierno ni se enseñan ya en el hogar ni en la escuela. Pero la cultura de un pueblo no se registra numéricamente como los índices de precios. Se percibe de otra manera. Cuando comprobamos que la gente adquiere el gusto de la prudencia en sus afirmaciones. Cuando se expresan ideas con precisión y elegancia. Cuando se mantienen opiniones con respeto y modestia. Cuando se manifiestan observaciones sobre los acontecimientos que nos rodean con finura y sutileza. Cuando se muestra indignación por las mentiras oficiales difundidas a través de los medios de comunicación. Si ello no ocurre, es porque carecemos de conciencia acerca de la obligación absoluta que tenemos frente a la verdad. Hablamos mucho de los valores, pero ignoramos que el primer valor irreductible consiste en la búsqueda sin término de la verdad porque sólo ella nos hará libres. Concebimos rutinariamente la enseñanza como un procedimiento para acopiar el saber y, en cambio, desconocemos que la principal meta de la formación tiene que ser la “educación del espíritu” para poder pensar rectamente en todas las cosas, ambicionar y saber captar la verdad. En el caso específico de la inflación, hemos dado pruebas de chocar mil veces con la misma piedra y de no saber ceñirnos a los hechos según su validez, es decir teniendo en cuenta la enorme diferencia que existe en las propuestas falsas y las verdaderas, no comprendiendo las relaciones entre verdades particulares, no pudiendo discernir dónde se encuentran y dónde se separan y cuándo dejarán de ser verdades para convertirse en falsedades por su enorme carga de resentimiento y sectarismo. Consecuencias nefastas de la inflación Ahora que Martín Redrado pronunció esas susurrantes palabras en Londres, comenzamos a hablar de inflación, pensando que se refería al alza de precios. Pero la inflación no sólo es la consecuencia más importante de la creación política de moneda por el Banco Central para alimentar la caja presidencial. Todos los días el Banco Central inyecta dinero insensatamente, incumpliendo con su obligación legal de sostener el valor de la moneda nacional. Como sus billetes tienen un estatus jurídico que les da curso legal forzoso, esto significa que está emitiendo falsos títulos de crédito puesto que por ley, los billetes actuales tienen el mismo poder de compra, idéntico diseño y similar tamaño que las unidades monetarias emitidas previamente. Cuando el gobierno imprime y hace circular nuevas unidades monetarias, las mismas no pueden ser discriminadas ni rechazadas por el público, porque son materialmente idénticas. Y ésa es la razón por la cual el público las acepta y las utiliza normalmente, Quienes primero reciben esas nuevas unidades son algunos grupos que rodean al poder político: las empresas contratistas de obras públicas que, intencionadamente cotizan sobreprecios para repartir la diferencia con funcionarios corruptos; los sindicatos gremiales que reciben transferencias de fondos para cubrir el despilfarro y las pérdidas en sus obras sociales; los empresarios amigos del gobierno que reclaman y reciben subsidios contra la promesa, generalmente incumplida, de mantener un buen servicio o capitalizar el excedente de renta. Todos estos grupos son quienes primero reciben las nuevas unidades de billetes y salen al mercado a comprar cosas y bienes ostentosos que de otra manera no podrían adquirir, con un dinero que no proviene del ahorro ni de ganancias honestas. De este modo, la creación política de dinero, transfiere riqueza de los trabajadores, jubilados y ahorristas a aquellos personajes que las reciben como maná caído del cielo y que la gastan en el mercado. Por esta carencia de rigor intelectual y por esa falta de espíritu crítico, el clima político e ideológico que hoy nos rodea, no permite esperar una reversión genuina en la política monetaria del Banco Central. La inflación de un dígito seguirá progresando a todo vapor. El poder adquisitivo de la moneda nacional continuará cayendo a tasas en constante aceleración, depreciándose por expectativas crecientes, por inyecciones de dinero y por otorgamiento de créditos a tasas preferenciales. Estamos a un paso de que la inflación de un dígito llegue a su fin con el advenimiento de la inflación de dos dígitos y de que, en poco tiempo, ceda su lugar a la de tres dígitos. Cuando ello ocurra sabremos a ciencia cierta que está muy cercana la muerte de la moneda nacional. Y éste será el horrible costo de nuestra actual frivolidad y de la inefable muestra de superficialidad política que exhibimos arrogantemente.

 
Inflación: al fin se dieron cuenta
Después de haber tratado de dibujar los indicadores económicos para esconder la realidad y de amenazar a productores, empresarios y comerciantes para que los precios no suban, el Gobierno comienza a admitir que la inflación existe y es un problema que requiere solución.
Era hora de que algún miembro del Gobierno empezara a preocuparse por la inflación. Lo que todo el mundo sabía, recién lo reconocieron en estos últimos días algunos funcionarios, como Martín Redrado –quien dijo estar preocupado por el problema inflacionario– o el jefe de Gabinete, Alberto Fernández –que aceptó que hay inflación, aunque trató de justificarse mediante argumentos poco sustentables desde el punto de vista económico–. Es que decir que hay inflación porque la economía crece es una contradicción. Si la economía crece es porque hay inversiones y mayor oferta de bienes y servicios, de manera que no se entiende muy bien cómo es que si aumenta la oferta de bienes y servicios puede haber inflación. Finalmente, la demanda depende de la oferta de bienes, es decir, nadie puede demandar bienes y servicios si previamente no ofrece y le compran, bienes y servicios. Es con el producido de la oferta que se puede demandar. Pero, bueno, tampoco podemos pretender que el jefe de Gabinete haya leído y comprendido la Ley de Say. Lo cierto es que ya quedaron atrás las frases oficialistas que sostenían que era preferible un poco de inflación a la paz de los cementerios. Y, además, las expectativas inflacionarias empiezan a generar cierto grado de huida del peso. La gente sabe o percibe que después de las elecciones habrá serios problemas de ajustes de precios, por lo tanto, anticipa compras o bien huye hacia monedas fuertes. La subordinación de la política económica a las necesidades políticas del Gobierno ha generado una serie de tensiones inflacionarias que inevitablemente habrá que corregir en un futuro cercano. A tal punto se sabe de la distorsión de precios relativos que la misma candidata oficialista ha reconocido la necesidad de aplicar cierto gradualismo en su corrección mediante una concertación de precios y salarios. Es decir, propuso recurrir al viejo sistema fascista corporativo por el cual alguien que dice representar a los trabajadores se sienta a la mesa con alguien que dice representar a los empresarios, para discutir sobre precios y salarios ante la mediación de representantes del Estado. Es decir, unos pocos dirigentes sindicales y empresariales se arrogan el derecho de representar a todos los trabajadores y empresarios argentinos. Sobre este punto voy a volver luego, ya que antes me parece interesante resaltar que el proceso inflacionario que hemos tenido hasta el momento puede ser nada frente a lo que puede venir. En efecto, la fuerte emisión monetaria que viene haciendo el Banco Central (BCRA) para sostener el tipo de cambio se tradujo en presiones inflacionarias que superan ampliamente los datos que mensualmente informa el INDEC sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Como era de prever, los controles de precios no consiguieron dominar la inflación. Y aquí quiero hacer un punto antes de continuar. Hace unos días, encontré un artículo en Página/12 de Alfredo Zaiat. La nota es del 1 de abril de 2006 y fue titulada “El economista rey está desnudo”. En el artículo, el columnista afirma que los economistas nos equivocamos todo el tiempo y sostiene que deberíamos llamarnos a un respetuoso silencio. Y dice: “O, más drásticos, aseguran que si los acuerdos de precios frenan la inflación habría que quemar los libros (Roberto Cachanosky)”. Le agradezco al señor Zaiat esta referencia hacia mi persona porque me permite resaltar que no me equivoqué en mi pronóstico mientras que él, en cambio, ha hecho el ridículo defendiendo lo indefendible. Le sugiero que haga una autocrítica y publique una nota titulada “El periodista rey de Página/12 está desnudo”, porque ni siquiera los funcionarios públicos del Gobierno que él defiende le dan la razón en su defensa a ultranza de la política oficial. Volvamos al proceso inflacionario que Zaiat quiere, al mejor estilo Guillermo Moreno, desconocer. Lo que sabemos es que la inflación está ya en el orden del 20% anual y que, encima, los precios de los combustibles, los servicios públicos y el transporte están totalmente atrasados, al tiempo que el gasto público se ha disparado y crece a una tasa del 52% anual. Sabemos que con un piso de inflación del 20% anual llevar a cabo los reajustes de precios relativos va a ser sumamente traumático, considerando que esa distorsión es, en algunos casos, gigantesca. Ahora bien, como supuesta salida a este serio problema, Cristina Fernández de Kirchner ha propuesto que, si es presidenta, llamará a una concertación de precios y salarios. Supongamos que quienes dicen representar a empresarios y trabajadores se sientan a una mesa para moderar la puja por la distribución del ingreso. La pregunta que queda pendiente es qué hará el Gobierno para contribuir a contener el proceso inflacionario. ¿Continuará emitiendo moneda como lo vino haciendo hasta ahora? ¿Seguirá espantando inversores como en el caso de Esso y las arbitrarias sanciones a Shell? ¿Está dispuesto a contener el gasto público dejando de repartir dinero entre gobernadores e intendentes adictos, arriesgándose a perder su apoyo? Porque si el Gobierno no está dispuesto a hacer ninguna corrección de fondo a su política económica, podrán sentarse todo lo que quieran a la mesa para discutir precios y salarios, pero la inflación seguirá aumentando y el acuerdo durará un suspiro, dado que ningún sector querrá seguir pagando el impuesto inflacionario y pateará el tablero al ver caer sus ingresos. Es más, todos querrán anticiparse al proceso inflacionario y las demandas de salarios podrán llegar a ser extraordinarias. Si el Gobierno está dispuesto a hacer reformas de fondo en su política económica y, sobre todo, en la cambiaria y monetaria, no hace falta ninguna concertación de estirpe fascista. Sólo se necesita generar señales claras de largo plazo y consistencia macroeconómica. Con esto, los precios y salarios surgirán de una cooperación pacífica y voluntaria. Las empresas invertirán, demandarán más mano de obra, tendrán que pagar mayores salarios y la competencia hará que los precios bajen. Por el contrario, si el Gobierno no está dispuesto a cambiar sustancialmente su política económica, la mencionada concertación constituirá otro intento fallido por esconder la realidad. En definitiva, los problemas que se avecinan no se resuelven con palabras, mesas de concertación o mecanismos policiales para controlar precios y salarios. Los problemas que se asoman en el horizonte se resuelven con políticas económicas consistentes. ¿Entenderá el oficialismo este problema si gana las elecciones?

lunes, septiembre 10, 2007

 
¿Distintos escenarios o distintas Argentinas…?
Mientras el gobierno nacional intenta mostrar el éxito del modelo económico y político, la realidad estalla por todos lados.
“No hace falta tu nombre, pero este intento de nota es para vos que fuiste, sos y serás todo mientras viva.”
En un hotel de la zona de Retiro, con un manifiesto poder de oratoria, la primera dama hacía crujir los estómagos del empresariado argentino. Sucedía la escena durante el precoloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA). La aplaudían muchos de quienes en privado la critican, aunque eso no es nuevo en la Argentina. Cristina Fernández de Kirchner, bajo la atenta mirada del Jefe de Gabinete y del sindicalista Hugo Moyano, defendía la gestión de su marido con una nada sutil estrategia: una de cal y una de arena para los empresarios que la atendían. La senadora resaltaba los avances tecnológicos en la era de las comunicaciones y la buenaventura de la economía. Consultada sobre la calidad institucional, la respuesta se limitó al “significativo” avance producido por la ley que reduce el número de miembros en la Corte Suprema de Justicia y la remoción de algunos de sus miembros anteriores. Lo acontecido en Córdoba no parece, para la candidata, ser sinónimo de nada. En su presentación, no faltó un tramo de discurso dedicado a las bondades en materia de educación que se hicieron durante la actual gestión, ni tampoco alusión a la concertación y a la inclusión social. En la práctica, la realidad disiente. Simultáneamente, en el Salón Blanco de Balcarce 50 era Néstor Kirchner quien se auto-alababa por sus aportes y anunciaba nuevas obras públicas. Después de los traspiés en Santa Fe y Córdoba, donde el triunfo de Juan Carlos Schiaretti se parece más a un dato del INDEC que a un resultado electoral, los anuncios se incrementarán sustancialmente. Es el tramo final de la campaña, gestión para mostrar no hay y las ideas están agotadas. Mientras eso sucedía, en la estación Constitución la gente pugnaba por viajar. Muchos sin éxito. Entre la resignación y la bronca, tan sólo se acercaban a los micrófonos de algún medio para esbozar su preocupación: no perder el presentismo en el trabajo y llegar a horario. Nadie demandaba aumento de sueldos ni subsidios, tampoco planes jefes y jefas. Pedían, únicamente, un derecho inexpugnable: el de movilizarse y, si fuera posible, con dignidad. Un millón de argentinos inmovilizados y los subtes con recorridos de tanto en tanto son una postal cotidiana de la Argentina, el país con el mayor porcentaje de subsidios para el transporte de pasajeros del mundo. Extraño. En síntesis: tres escenarios, el mismo día, la misma hora. Distinto canal o, al menos, distinta sintonía. No hay mejor radiografía de la Argentina ni otro análisis capaz de poner de manifiesto el divorcio entre la sociedad y la dirigencia, entre lo que se dice y lo que hay detrás de toda escenografía. Si acaso se quiere completar el rompecabezas, pueden describirse otras situaciones que sucedían al unísono de los escenarios descriptos. En Chaco, moría una mujer desnutrida: 28 años, 28 kilos, 6 hijos. En Córdoba, las calles eran tomadas por la gente en defensa de un escrutinio limpio de votos. Los avances tecnológicos que festejaba Cristina parecen no haber traspasado los límites hacia esa provincia. ¿Cómo se cuentan los votos en la Argentina de la tecnología avanzada que proclamaba simultáneamente la candidata? En Catamarca y en Corrientes, los docentes continuaban con una huelga larga en demasía. Los logros declarados en materia educativa por la senadora en el precoloquio no llegaron tampoco a esa latitud de la Argentina. En Entre Ríos, sucedía algo parecido: además de los docentes, el personal no docente acataba un paro por 48 horas en protesta a la burocracia de la Comisión Nacional de Paritarias, donde está trabada una documentación que permitiría acceder al pago retroactivo de un aumento que se otorgó en junio. Miles de chicos sin clases y, teniendo en cuenta el distorsionado rol de la escuela hoy en día, miles de chicos sin su copa de leche, contención ni comida. En Formosa, la escena se repetía con amenazas de más acciones directas y un reclamo salarial de un básico de $1.200, mientras se denunciaba la falta de cumplimiento del Estatuto Docente avasallado en forma permanente al designar, por ejemplo, personal sin título para el ejercicio de la profesión al frente de las escuelas. A los maestros formoseños se les adeuda haberes por más de cuatro y cinco meses. Son hombres y mujeres que, por otra parte, deben recorrer cientos de kilómetros para llegar al cajero más cercano, cuando las leyes laborales establecen que todo trabajador debe percibir su remuneración en el lugar de trabajo. En Jujuy, la situación no era ni es distinta. A la conflictividad docente se le sumaba el reclamo de los expendedores de combustibles por la falta de respuestas positivas del gobierno nacional a la solicitud de recomposición de rentabilidades. Tractores y camiones parados, a la deriva. En síntesis, siete provincias del país estaban y están sin clases por conflictos laborales y salariales, entre otros En La Pampa, los productores agropecuarios que atraviesan una situación crítica por la sequía –mientras el matrimonio presidencial declamaba la prosperidad– estaban a la vera de la ruta liquidando vientres y vendiendo rodeos a bajo precio. Ante la desesperación de los chacareros por alimentar la hacienda, la solidaridad “made in Argentina” hacía que surgieran aprovechados vendiendo rollos de pasto a precios desorbitados. Otra fotografía más de las disímiles facetas de una sociedad sin ejemplos desde arriba y, consecuentemente, sin normas ni reglas. Todo sucedía el mismo día, a la misma hora en una o más Argentinas… No es fácil definir una identidad, ni siquiera una geografía. Tampoco se puede entender demasiado el concepto de “derechos humanos” que maneja el Gobierno. Porque los ciudadanos varados en Constitución o aquellos viajando como ganado en colectivos abarrotados sólo parecen estar obligados, así como sucede en las provincias con los maestros, los productores agropecuarios, en definitiva, con todos aquellos que no estaban ni en el precoloquio de IDEA ni el Salón Blanco de Balcarce 50.

 
Distorsiones metodológicas de la realidad económica
El aumento de la recaudación fiscal del que se jacta el Gobierno no es otra cosa más que resultado de una presión impositiva cada vez más asfixiante. En este marco, el proceso productivo puede llegar a frenarse y la economía clandestina, comenzar a crecer.
Así como es descabellado navegar en alta mar sin sextante ni compás GPS, de la misma manera es disparatado que el gobierno nacional pretenda conducir la economía enmascarando la realidad con la adulteración de los índices económicos. La próxima víctima a sucumbir en este intento, parece ser la caprichosa estimación del Producto Interno Bruto para el 2º trimestre porque éste sería el último dato optimista que el presidente podría anunciar antes de las elecciones programadas para el mes de octubre. En anteriores artículos (ver “Sospechas e ignorancia con el índice de precios”), hemos examinado qué puede hacerse con los índices de precios desde el punto de vista de la estadística matemática sin falsear la verdad. Pero, ahora el nuevo intento ya ha dejado de ser una cuestión técnica y se está transformando en un problema de esquizofrenia intencional. La cuestión se plantea a partir de un aparatoso anuncio oficial de que la recaudación impositiva ha aumentado 37,4 % en relación con el mismo período del año anterior. Esa información, de la que se jacta el gobierno, indica sin lugar a dudas que la presión impositiva está adquiriendo un nivel excesivo e inevitablemente va a provocar uno de estos dos efectos: o se paraliza el proceso productivo por desaliento de las inversiones o se genera una rebelión fiscal implícita que se manifestará en poco tiempo a través del incremento de la economía clandestina. Si resultara la continuidad de los actuales gobernantes, la respuesta oficial frente a este fenómeno, no sería otra que un brutal impuestazo mucho más duro y agresivo que el que desafortunadamente impulsó Machinea al principio de la gestión de la Alianza. La causa gravitante en este insostenible aumento de la presión impositiva no es otra que el irresponsable aumento del gasto público, promovido y sostenido por la obsesión estratégica del actual presidente para instalar una candidatura conyugal en las próximas elecciones. En estos momentos, los incrementos del gasto público se guían por criterios políticos, con total desaprensión de la prudencia económica que debiera imperar en una buena administración. Tal como hoy se lo practica, el gasto público tiene un altísimo coeficiente de ineficiencia y un no menos probable componente de delito, fruto del modus operandi implantado para conseguir fondos a través de sobrefacturaciones en obras públicas, la constitución de fideicomisos carentes de todo control y la distribución a mano llena de subsidios con destinos poco transparentes. De este modo, el gasto público financiado a través de impuestos y nuevos endeudamientos, está compitiendo y desalojando al gasto privado con las negativas consecuencias que ello produce. El gasto público presenta un alto grado de insatisfacción social porque está infectado por una corrupción creciente y necesariamente se hace de manera burda, mientras que el gasto privado se realiza después de un delicado proceso personal que empieza por comparar las ofertas, examinar las propias necesidades y elegir la mejor alternativa adaptada al gusto personal y a las posibilidades del bolsillo. Ninguno de estos tres pasos son susceptibles de darse en el caso del gasto público y se convierte en vulgar y tosco. Por tales razones, debiéramos utilizar una fórmula idónea para determinar la verdadera presión fiscal a que nos ha conducido la política económica del gobierno. Presión fiscal = (Recaudación de impuestos + Ingresos por única vez) x 100 PIB – Gasto público consolidado El numerador de este modelo de medición de la presión impositiva no presenta obstáculos. Consiste en sumar los ingresos fiscales corrientes y no corrientes. Pero el denominador rescata una propuesta hecha en 1948 por Colin Clark (1905-1990), quien fuera director de investigaciones en la Universidad de Cambridge y presidente de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, cuando en el seno de la ONU discutía con Simon Kuznets -posterior premio Nobel de Economía- y con los estadísticos Richard & Nancy Ruggles y sir Richard Nicholas Stone, la metodología uniforme para el cálculo de las Cuentas Nacionales del Producto y el Ingreso. El tema en debate era si el gasto público debía considerarse como “generador de bienestar social” y en consecuencia debía ser sumado como un valor agregado para el cómputo del PIB o si, por el contrario, debía ser tratado como una exacción forzosa al sector privado para atender las “necesidades políticas del Estado”. En esa circunstancia, Colin Clark recomendó restarlo y no sumarlo, porque lo consideraba un deplorable insumo más que un auténtico valor agregado. De esta manera, sostuvo que se obtendría un dato fehaciente de la producción real de bienes y servicios generados por el sector privado de la economía. Con gran perspicacia, Colin Clark había cuestionado la metodología de cálculo del PIB propuesta por los keynesianos, porque llevaba implícito un sesgo muy grave. El planteo fue motivo de profundos debates y agrias discusiones. Detrás de la metodología para medir el PIB se encontraba la intención de sacralizar la teoría de John Maynard Keynes (1883-1946). Los estadísticos que plasmaron la metodología de cálculo de las Cuentas Nacionales partieron de la conocida ecuación keynesiana que sostiene que el Producto Nacional Bruto es igual a Consumo, más la Inversión de empresas y hogares, más el Gasto Público del gobierno. En cambio, la propuesta de Colin Clark tenía un fundamento inobjetable, que terminó siendo aceptado por su oponente Simon Kuznets (1901-1985) pero no fue tenida en cuenta por los tecnócratas de la ONU que elaboraron el Manual que todavía se sigue utilizando para hacer el cálculo (Estudios de métodos estadísticos, ONU, New York, serie F, nº 2/8, rev.1, 1960 y actualización del Sistema de cuentas nacionales, rev. 4, 1993) Esos argumentos fueron los siguientes:1º que el gasto público no podía tomarse automáticamente como una contribución positiva para aumentar la producción de bienes y servicios sin saber cuál es su destino.2º que el gasto público podía convertirse en un monumental despilfarro sin efecto cooperante sino, por el contrario, en un paradigma de destrucción de la riqueza.3º que muchos gobiernos ofrecían pésimos servicios de salud pública, educación, justicia y seguridad, lo cual obligaba a los ciudadanos a contratar privadamente esos mismos servicios duplicando el gasto para lograr prestaciones razonables.4º que en ciertos casos, el gasto público se utilizaba para fabricar armas de destrucción masiva o preparar invasiones militares a países vecinos, lo cual de ninguna manera puede considerarse como un positivo aporte al bien común.5º que en muchísimas oportunidades, el gasto público encubría despilfarros, obras faraónicas, subsidios dolosos y sobreprecios en obras públicas, destinados a engrosar la fortuna particular de los funcionarios que intervenían en este proceso.6º que en el mejor de los casos, el gasto público se destinaba a proporcionar empleos políticos que no agregan ningún valor, multiplicando cargos y funciones inútiles, creando organismos inoperantes y designando parientes o amigos de ministros y parlamentarios. Por todas estas razones, Colin Clark (Las condiciones del progreso económico, Alianza edit., Madrid 1967) sostenía que el andamiaje del gasto público sólo sirve para ocultar la transferencia de renta de sectores productivos a sectores parasitarios de la sociedad. Con los contundentes argumentos de este gran economista, hoy tendríamos el siguiente panorama de la gestión del gobierno kirchnerista: a. el gasto público consolidado de la nación, provincias y empresas públicas, para el año 2007 ha sido estimado en $ 248,0 mil millones, sin incluir los últimos incrementos establecidos por decreto presidencial.b. según informes optimistas, el PIB a precios corrientes de mercado, alcanzaría a $ 785.1 mil millones, lo cual permitiría mostrar un crecimiento real del 8,5 % para el año 2007.c. la recaudación impositiva, mostrada como la variable más exitosa en la gestión del gobierno, llegaría a la cifra de $ 249,1 mil millones.d. los ingresos por única vez alcanzarían a $ 10,9 mil millones comprendiendo: la apropiación de fondos de los jubilados que pasan de las AFJP al régimen de reparto, el anticipo de ganancias abonado por el Banco Central, el incremento del endeudamiento neto en Bocones con los intereses devengados y capitalizados en nuevos bonos. Reuniendo todos estos datos dentro del modelo que sigue el razonamiento de Colin Clark, obtendremos esta más precisa medición de la presión fiscal para 2007. Presión impositiva 2007 = (249.100 + 10.950) x 100 = 48,5 % 785.118 – 248.000 Con tamaño despojo al sector productivo, para transferirlo a un sector parasitario, no productivo, no hay ninguna posibilidad humana que pueda implantarse en Argentina el modelo de acumulación con matriz diversificada que promete la candidata oficial a la presidencia, salvo que por ello se entienda la concentración de fortunas en manos de los gobernantes. Con una apropiación del 48,5 % de la riqueza generada por el sector privado, no hay margen para la reposición ni el mantenimiento del capital que se desgasta. Para poder invertir, los empresarios tendrían como única alternativa el reclamo de préstamos blandos al gobierno, con tasas negativas y preferenciales y, lisa y llanamente, debieran desobligarse de pagar tales préstamos cuando llegasen los vencimientos, alegando razones políticas y de soberanía nacional. Con esta fórmula inicua, fracasada mil veces en nuestro país, no hay acuerdo ni pacto social que valga. Ella es el camino más directo para implantar el reino de la mentira y la rapiña liquidando cualquier resto de racionalidad y decencia en la economía nacional.

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