domingo, marzo 09, 2014

 

EL FRENTE RENOVADOR DESNUDÓ A LA OPOSICIÓN

Las 2 puertas de Massa (ni macristas ni socialistas ni radicales conocen a sus votantes)

Ahora se entiende por qué el kirchnerismo duró tanto tiempo: porque los opositores eran gente como Mauricio Macri, Hermes Binner, Ricardo Alfonsín, Federico Pinedo, Fernando Solanas, Ricardo Gil Lavedra... un engaño a la política. Lo de Daniel Scioli no cuenta porque él es kirchnerista (aunque, a veces, vergonzante). De pronto aparece una fuerza nueva, con alguna cintura política, y el desparramo es elocuente, explicó Claudio Chiaruttini en su editorial dominical por Radio El Mundo.

09/03/2014| 10:30

 

"(...) la movida de Sergio Massa desnudó el profundo error estratégico cometido por macristas, socialistas y radicales; y obligó a las 3 fuerzas a desautorizar a sus representantes en la comisión redactora de los cambios del Código Penal, con lo cual, el kirchnerismo deberá ceder y permitir modificaciones o sumar todos los votos posibles para poder aprobar el nuevo Código Penal garantista. Tarea complicada, si las hay. (...)"



 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Constituirse como proyecto alternativo es la tarea más difícil que deben enfrentar las oposiciones a los gobiernos populistas de la región, de allí la larga permanencia en el cargo de los Hugo Chávez, los Rafael Correa, los Evo Morales y el Matrimonio Kichner. Pero con una movida estratégica llevada a cabo muy desprolijamente por Sergio Massa, el líder del Frente Renovador dio un inmenso paso para convertirse en la verdadera oposición, una opción potencial de reemplazo, de Cristina Fernández.

 

En su discurso de apertura de Sesiones Ordinarias en el Congreso, la Presidente de la Nación dejó bien en claro que su herencia política será rediseñar el sistema jurídico argentina dándole un neto sesgo garantista.  Y Sergio Massa logró clavarle una estaca en el corazón de ese sueño: la reforma del Código Penal que impulsó el cortesano mimado por la Casa Rosada, Eugenio Zaffaroni, hoy se encuentra debilitada.

 

Es cierto que Sergio Massa salió con argumento débiles y equivocados a derribar el proyecto del kirchnerismo, es cierto que le faltó el apoyo de juristas reconocidos (en equipo de ministeriables del Frente Renovador tiene 5 economistas y ningún jurista); sin embargo, obligó a toda la oposición a retirar el apoyo tácito y tibio que habían dado a los 1.074 cambios que se intentan introducir en el Código Penal.

 

Cuando se creó la comisión redactora de la reforma penal, muy astutamente, la Casa Rosada invitó al PRO, el Frente Amplio Progresista y a la Unión Cívica Radical a sumar un representante para que realizaran sus observaciones y aportes. Allí fueron el macrista Federico Pinedo, la jurista socialista María Elena Barbagelata y el jurista radical Ricardo Gil Lavedra, quienes participaron, orgullosos, de la tarea encomendada. Los 3 partidos, y los 3 delegados, creyeron que habían sido llamados para enriquecer, para darle prestigio a la reforma. Se equivocaron como pocas veces en los casi 11 años de Era Kirchnerista.

 

Demostrando una inocencia, un candor, una credulidad pasmosa; la oposición al Gobierno, no percibió que el cristinismo los estaba usando para legitimar la reforma, darle una pátina de supuesto consenso, para filtrar la concepción abolicionista que reclaman las bases kirchneristas (y que divide hoy al Poder Judicial) y, en especial, abrían la puerta para una rápida y poco discutida aprobación de la propuesta de Eugenio Zaffaroni en el Congreso.

 

Sin duda, una inteligentísima estrategia del oficialismo que ya fue usada para conseguir la Ley de Servicios de Comunicación Judicial y la reforma judicial lanzada el año pasado.

 

A decir verdad, la Casa Rosada se aprovechó del ego y sueños de convertirse en versiones postmodernas de Carlos Tejedor que tenían Federico Pinedo, María Elena Barbagelata y Ricardo Gil Lavedra para realizar una transformación copernicana del endeble sistema penal argentino. No son pocos los abogados que pasan por el Congreso con la fantasía de ser recordados como Justiniano, cuando, en realidad, terminan por redactar proyectos de ley que son ignorados por sus pares.

 

Ni Federico Pinedo, ni María Elena Barbagelata y ni Ricardo Gil Lavedra pensaron en los efectos que tendría la puesta en práctica de la reforma que ayudaron a redactar en forma cómplice. Por eso salieron a defenderla una vez que fue presentada y aparecieron las primeras críticas.

 

No entendieron que, aplicada la reforma penal, tal como está redactada hoy, 20.000 presos obtendrán su libertad en forma inmediata y otros 10.000 la conseguirán en los próximos 2 años, según fuentes del fuero penal. ¿Cómo se cree que impactará en la inseguridad y el creciente narcotráfico la liberación de casi un tercio de las personas hoy albergadas por el Servicio Penitenciario?

 

Según el nuevo texto del Código Penal que se propone, las penas de los 20 delitos más graves serán reducidas, desaparece la reincidencia, en 86% de los delitos, la condena se podrá cumplir en la casa; el 82% de los delitos pasarán a ser excarcelables, entre ellos, el tráfico y venta de drogas, los responsables de entraderas y salideras con armas de fuego, el robo con armas en sus diferentes facetas y las extorciones; se bajan las penas a 140 tipos diferentes de delitos, entre ellos, el homicidio agravado, la violación, el secuestro, la tortura, la corrupción de menores, la asociación ilícita, la trata de menores y el abigeato.

 

Con todos estos cambios, ¿cómo creyeron Federico Pinedo, María Elena Barbagelata y Ricardo Gil Lavedra que mejoraría la vida de sus votantes? ¿Cómo pueden todas estas modificaciones reducir la inseguridad o combatir el narcotráfico? ¿Cuántos votos creían que sumarían el PRO, el Frente Amplio Socialista y la Unión Cívica Radical defendiendo estas reformas?

 

Aunque parezca mentira, ni Federico Pinedo, ni María Elena Barbagelata y ni Ricardo Gil Lavedra, ni los macristas, ni los socialista, ni los radicales recordaron que la inseguridad es el tema de mayor preocupación de los argentinos desde hace casi 10 años. ¿Cómo creían que iba a ser leída por la población la aprobación de un sistema penal que pone el peso de la culpa del delito en la víctima y alienta todas las consideraciones y cuidados hacia los victimarios?

 

Una gran lección: ni los macristas, ni los socialistas, ni los radicales conocen a sus votantes. Tampoco tienen en cuenta las necesidades, reclamos o requerimientos de esos votantes y, cuando toman decisiones de estrategia política o de instrumentación de políticas públicas, terminan por dar prioridad a las necesidades y requerimiento de los candidatos, de las fuerzas políticas o de los políticos que accionan. Se olvidan de sus votantes.

 

Apenas surgieron las primeras protestas, Federico Pinedo, María Elena Barbagelata y Ricardo Gil Lavedra, salieron a defender su trabajo, sus buenas intenciones, sus pobres aportes para moderar el extremismo garantista que traía originalmente la propuesta. Pero con sus palabras y enojo con los periodistas que los criticaban por lo hecho, en el fondo, hacían el trabajo sucio que le corresponde al oficialismo: intentar convencer a todos aquellos que se opusieran a los cambios. Así, los tres legisladores opositores, se convertían en los mayores cómplices de los sueños expresados por Cristina Fernández, con un altísimo costo político para sus imágenes personales y para los partidos políticos que representan.

 

Pero la movida de Sergio Massa desnudó el profundo error estratégico cometido por macristas, socialistas y radicales; y obligó a las 3 fuerzas a desautorizar a sus representantes en la comisión redactora de los cambios del Código Penal, con lo cual, el kirchnerismo deberá ceder y permitir modificaciones o sumar todos los votos posibles para poder aprobar el nuevo Código Penal garantista. Tarea complicada, si las hay.

 

De esta forma, si la reforma es aprobada, será culpa de la complicidad de macristas, socialistas y radicales, liberando al Frente Renovador de cualquier tipo de responsabilidad; y, si es rechazada o no se trata nunca en el recinto, será resultado del accionar decidido de Sergio Massa. Doble posibilidad de triunfo para el máximo exponente del massismo.

 

Pero ahora, al ex intendente de Tigre, se le abren 2 puertas:

 

> 1ra., avanzar hacia la demolición de todas las propuestas de reforma judicial de Cristina Fernández (Código Civil y Comercial Unificado, que espera ser tratado en la Cámara de Diputados antes de Julio; y el que se prepara, Código Procesal Administrativo);

 

> 2da., comenzar a sumar legisladores a la bancada massista, como una forma de convertirse en la primera minoría política en el Congreso, algo que ya hizo en el Senado bonaerense y puso en emergencia al Gobierno de Daniel Scioli.

 

El certero golpe que dio Sergio Massa contra la reforma penal hizo recuperar bríos a un massismo que venía de capa caída desde la enérgica reacción del Gobierno y del sciolismo luego del pase del Intendente de Merlo, Raúl Othacehé, al Frente Renovador.

 

En cuestión de horas, la Casa Rosada se reunió con 90 intendentes y los alineó detrás de Cristina Fernández. Así evitó que 6 alcaldes bonaerenses que vienen trabajando históricamente con Raúl Othacehé se pasaran al massismo. Además, el Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires integró a peronistas, sciolistas y kirchneristas, sobre todo La Cámpora, y le cerró la puerta a cualquier acuerdo con el Frente Renovador, lo que aisló a Sergio Massa con lo poco que tiene hasta ahora en la 3ra. Sección Electoral del distrito más importante para la contienda electoral del 2015.

 

Además, en esa movida antimassista, Daniel Scioli logró un "perdón" de la Casa Rosada, reconfirmó que él puede contar con unos 60 intendentes bonaerenses que lo apoyan, y que el kirchnerismo lo comenzó a ver como "heredero natural" de Cristina Fernández, al igual que 7 gobernadores que lo apoyaron en su proyecto presidencialista. Todos golpes para Sergio Massa.

 

En el fondo, lo ocurrido desde el pase de Raúl Othacehé reconfirmó las estrategias que Daniel Scioli y Sergio Massa están elaborando para competir por la Presidencia.

 

El gobernador de Buenos Aires se apoyará en la estructura formal del Partido Justicialista e intentará quedarse con una tajada del kirchnerismo.

 

El ex intendente de Tigre irá a la gente, a los electores, apelará a lo individual para construir lo colectivo, él seguirá en su lucha por seducir, capitalizar y arrastrar detrás de su figura a los votantes antikirchneristas, no importa su origen político, y se apuntalará en los poderes territoriales (entiéndase intendentes, no gobernadores) para llegar a la Casa Rosada.

 

Sergio Massa, con su ataque a la reforma del Código Penal, confirma que hace una mejor lectura de lo que piensan y sienten los votantes antikirchnristas, una masa de gente que crece en número semana a semana, al ritmo de la caída de popularidad de Cristina Fernández. En esa sensibilidad él se parece a Carlos Saúl Menem, quien supo leer el hastío del votante peronista hacia la elitista renovadora-cafierista y logró quedarse con los votos, mientras que Antonio Cafiero controlaba el aparato. ¿Pasará esto con Daniel Scioli? El sciolismo debería preocuparse por su estrategia camino al 2015.

 

2 lecturas más de la exitosa estrategia massista contra el Gobierno:

 

> ¡cuán débil debe estar el liderazgo de Cristina Fernández que fueron escasas, y con poco peso político, las voces kirchneristas que salieron a defender la propuesta garantista de Eugenio Zaffaroni! En realidad, los ataques fueron contra la persona de Sergio Massa o sus eventuales errores; y

 

> qué pésimas lecturas de la opinión pública que realizan macristas, socialistas y radicales, quienes tuvieron que ceder ante la propuesta de Sergio Massa, nunca vieron la veta electoral de encabezar el rechazo contra la reforma penal y dejaron que sus representantes participaran de una comisión de reforma sin hacer un análisis de los efectos que tendría sobre sus respectivos partidos políticos de esta decisión. Lo que explican por qué la Presidente de la Nación tiene asegurado su cargo hasta 2015.

 

Pero más allá de todo lo dicho hasta ahora, el proyecto de reforma de Código Penal no está muerto. Hoy, apenas está herido. El Gobierno, luego de la aprobación del acuerdo con Repsol por la confiscación de YPF, sin duda retomará la propuesta abolicionista e intentará aprobarla con mínimos cambios. La convertirá en una lucha épica, con el fin de construir adhesiones e identidad, algo impensable por parte de la oposición. Por eso, se necesita una mayor presión partidaria y popular para frenarla la reforma en ciernes.

 

Para el jueves 13/03 está prevista una nueva marcha al Obelisco y la Plaza de Mayo citada por las redes sociales, pero dada la bajísima repetición que ha tenido, va camino a ser un nuevo fracaso. Probablemente la Administración Cristina se encuentre detrás de una convocatoria que fracasará y así afirmará que la gente levantó la barrera a la reforma y habilitó la realización de la reforma. Por eso Massa multiplicará la solicitud de adhesión de firmas: 5 millones es mucho más que cualquier idea fallida en la calle.

 

La política moderna es una batalla por las percepciones. Sergio Massa puede parecer hoy el gran ganador. La reforma del Código Penal puede parecer hoy la gran derrotada. Cristina Fernández puede haber quedado debilitada por el golpe que le propinó su ex Jefe de Gabinete. Pero la lucha política se juega todos los días. Todo esto puede cambiar. El Gobierno es especialista en carrera de fondo y largas distancia, las fuerzas de la oposición, de las cortas, que requieren piques rápidos.

 

Estamos a 3 pasos de que 20.000 presos recobren su liberad en cuestión de horas. La batalla no terminó. En realidad, la pelea por eliminar la reforma garantista de Eugenio Zaffaroni recién comienza. Por ahora, no hay nada que celebrar, salvo un buen comienzo.

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