lunes, diciembre 27, 2010

 
Última semana de 2010: ¿Qué dice el PJ de Cristina?


Que Ibarómetro (Dorys Capurro y amigos) siga con su idea de 'pum para arriba' con Cristina Fernández. La realidad va por otro andarivel, más interesante y totalmente distinto.

Daniel Scioli, titular del Consejo Nacional del PJ, con el Consejo del PJ bonaerense en el Salón Francés de la Casa de Gobierno Provincial. Foto: Prensa Gobernación/Télam (06/12/2010).



CIUDAD DE BUENOS AIRES . Calles desiertas. Rutas repletas de personas que comenzaban sus vacaciones. Canales de TV pasando notas de relleno. Radios con cintas grabadas. Sin diarios. Portales de internet, congelados. Recién entonces, cuando la ausencia inundaba la capital federal y el Gran Buenos Aires, en el Gobierno se animaron a respirar con alivio.



Paranoia es la palabra que define la sensación que inundó la Casa Rosada y el entorno más cercano a Cristina Fernández, cada vez, más viuda de Néstor Kirchner; ante los cortes de calles que paralizaron micro y macro centro, terrenos tomados o bajo amenaza, la paralización del Roca, con saqueos y corridas en Plaza Constitución; crearon una estremecimiento que acorralo al Gobierno y lo obligó a forzar un inesperado feriado bancario para desalojar la Capital Federal y desbaratar a los grupos provocadores.



Para el jueves 23/12, el Ejecutivo Nacional no sabía muy bien a quién culpar del caos que sacudió la gestión de Cristina Fernández desde que fue tomado el Parque Indoamericano. Eduardo Duhalde, Mauricio Macri, el Partido Obrero, el Grupo Clarín, piqueteros, punteros descontrolados, todos fueron señalados en el camino para tapar los errores cometidos por la Presidente.



Hace dos semanas, cuando el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en conferencia de prensa, anunció que todo beneficiario de un plan social que tomara un terreno perdería la ayuda estatal, abrió la puerta para que aquellas organizaciones que no son tributarias del kirchnerismo y que, en consecuencia, no recibe fondos públicos, encontraran una forma de extorsionar a la Casa Rosada. Así, el error se convirtió en crisis.



Sin embargo, la situación estalló cuando la recién asumida ministra de Seguridad, Nilda Garré, hablando del ocupado Club Albariños, dijo “vamos a recuperar el predio sin víctimas” e incurrió en dos mentiras: el terreno nunca fue recuperado y olvidó decir que los vecinos de Villa Soldati se convirtieron en víctimas de esa y otras ocupaciones.



Casi al mismo tiempo, cuatro gendarmes fueron baleados en Lanús defendiendo un predio que fue ocupado y recuperado varias veces, prueba del pésimo clima con que fueron recibidas la Prefectura y la Gendarmería en el conurbano, donde se imagina a las fuerzas de seguridad como protectoras de ocupas, dado que tiene la orden de no reprimir y alejar a los vecinos.



De ésta forma, los violentos, los que no respetan la ley, los que usan la fuerza, los patoteros que exigen, que amenazan, que arrebatan pasaron a ser amparados por el Gobierno y el vecino que defiende su barrio, su plaza, su club, es un violador de los derechos humanos, un represor, un fascista.



En esta inversión de la carga de la prueba, el Gobierno termina por deslegitimar a sus votantes y en legitimar a los ocupas y piqueteros, creando una paradoja: el garantismo, centro del marketing político del kirchnerismo desde 2003, en 2011 puede causar la derrota del oficialismo.



La pasividad y el aislamiento como elemento de contención del delito nunca ha funcionado, por eso, muchos peronistas de paladar negro aseguran que “si Cristina Fernández no reprime, va a terminar por ser ella la víctima” y plantean una opción de hierro: represión o derrota.



Quizás sin darse cuenta, las acusaciones vacías del Gobierno contra los chivos expiatorios de turno; la sucesión de errores y las improvisaciones de la Quinta de Olivos; mostraron, por primera vez desde la muerte de Néstor Kirchner, una debilidad notable del oficialismo para resolver los conflictos, recuperar el control de la agenda e imponer su posición.



Entre las improvisaciones que salieron mal -y que peor costo puede tener para el Gobierno-, fue la dura recriminación de Cristina Fernández hacia la Justicia, responsabilizándola por liberar delincuentes.



De inmediato, comenzaron a llover sentencias en contra de funcionarios y causas que tiene la Casa Rosada contra sus enemigos, obligando a un fuerte giro en las relaciones con el Poder Judicial. Otro error.



> Nombrar a Julián Álvarez secretario de Justicia, por el sólo hecho de ser de La Campora,



> derogar un decreto de Néstor Kirchner para que pueda formar parte del Consejo de la Magistratura; y



> despedir al Procurador del Tesoro, Joaquín da Rocha, y colocar en su lugar una 'pingüina pura', Angélica Abbona; fueron dos movidas que cayeron pésimo en ámbitos judiciales.



Además, el despido de Joaquín da Rocha fue leído en el peronismo como otro paso en la cristinización del Gobierno, con su paralela desperonización; lo que fue confirmado por la propia Cristina Fernández el miércoles cuando, ante los miembros del Consejo Nacional del Partido Justicialista, reclamó la apertura partidaria a otras organizaciones y fuerzas que forman el kirchnerismo.



Dijo textualmente Cristina Fernández: “Debemos ser amplios y ofrecer participación a todos. Los próximos años serán de cambios aceleradísimos. Quien no entienda o no decodifique esos cambios se quedará rezagado. No quiero que el Peronismo no sepa interpretar correctamente el momento histórico que vivimos. De allí la apertura y la incorporación de miles de jóvenes a la política”.



De esta forma, al mismo tiempo que el peronismo ungió a Cristina Fernández como su “líder espiritual” (casi como a Eva Duarte), la Presidente lanzó la desperonización del PJ o montonerización del Partido Justicialista, es decir, el proceso por el cual se va a reemplazar a Juan Domingo Perón por Néstor Kirchner como figura central partidaria, desplazando la vieja tradición peronista por un peronismo de izquierda, que llamaremos kirchnerismo transversal, es decir, lo que quería Montoneros el 1º de mayo de 1974, cuando el Viejo General los echo de la Plaza de Mayo.



La movida de Cristina Fernández no es casual ni inesperada, desde que juró Néstor Kirchner, el kirchnerismo se vio como etapa superadora del peronismo y la muerte del santacruceño fue entendida por el entorno de la Presidente como el mejor momento para lanzar la mutación ideológica.



Es clave la frase “no quiero que el Peronismo no sepa interpretar correctamente el momento histórico que vivimos. De allí la apertura y la incorporación de miles de jóvenes a la política”; el impacto que tuvo en Cristina Fernández la presencia de militantes de La Campora en el velatorio de su esposo la hizo ver el momento y la militancia sobre la cual recrear un nuevo Partido Peronista, más de izquierda, que reniegue de su pasado filofascista, anticomunista o neoliberal.



El Peronismo, hoy, no es una ideología, sino una cultura política, un conjunto de sentimientos, un discurso de presentación, una praxis, un estilo de control del aparato político, un ejercicio personalizado del poder y una tradición a la que recurrir. Para muchos, es un franchasing que pueden usar y acomodarlo a su persona o a su momento histórico, como ocurrió con Carlos Saúl Menem y Néstor Kirchner.



Pero el discurso de Cristina Fernández frente al Consejo Nacional del PJ también sirve para trazar un paralelo con 1952, cuando muchos peronistas creyeron que, al ver las millones de personas llorando que causó la muerte de Evita, creyeron que se podrían asegurar 100 años de Gobierno. Hoy, con el fallecimiento de Néstor Kirchner y el dolor que expresaron miles de jóvenes, muchos kirchneristas creen que tienen asegurados 100 años de Gobierno y que podrán obtener lo que fracasaron en imponer hace 35 años.



Arrinconados por su discurso oficial que sobredimensiona sus logros, por la particular percepción de la realidad y por una lectura equivocada de la historia, el kirchnerismo está por cometer el mismo error que el peronismo de 1952 y los Montoneros en 1974.



Además, como cuando Raúl Ricardo Alfonsín quiso hacer de la Unión Cívica Radical un partido de izquierda, lo partió; Cristina Fernández, al fabricar un peronismo de izquierda, quizás también, rompa al viejo PJ.



Una primera escaramuza del choque entre los dos peronismo se vio en la Capital Federal. Aunque el Gobierno asegure que Mauricio Macri es su enemigo, el lanzamiento de Amado Boudou como candidato a Jefe de Gobierno puso en vilo al PJ porteño y obligó a Daniel Filmus a llamar a un abrazo forzado con el ministro de Economía para ocultar lo que, para estas horas, es una ruptura en ciernes del oficialismo capitalino.



Sin embargo, el discurso de Cristina Fernández, la avanzada de Amado Boudou y la desperonización del Gabinete han comenzado a generar dudas en las huestes peronistas. Por eso, el ministro de Planificación, Julio de Vido, antes de casarse e ir de Luna de Miel, tuvo que lanzar la “Operación Clamor” para la reelección para que nadie “saque los pies del plato”.



Ante el clima político enrarecido, los gobernadores acomodan el cronograma electoral en sus provincias para aprovechar la mejor de imagen que tiene el Gobierno (o tenía hasta la toma del Parque Indoamericano), pero sin quedar pegados con las necesidades y planes de la Casa Rosada.



Ya decidieron adelantar las elecciones Tucumán, Tierra del Fuego, Catamarca, Chubut, Salta y Santa Fe.



Dudan adelantar las elecciones Mauricio Macri, como siempre; Neuquén, Córdoba y San Luis.



Además, la Casa Rosada no sabe qué hacer con las colectoras, con la interna abierta y con la inmensa lista de gobernadores, intendentes, diputados y senadores que buscan y desean la reelección y nole dan espacio a La Cámpora en las listas locales.



Retener el poder hasta irse o buscar la reelección, querer cambiar al Partido Justicialista y asegurarle supervivencia al kirchnerismo, colocar a La Campora como la nueva Juventud Peronista y lidiar con el sindicalismo son acciones titánicas para una persona, aunque se llame Cristina Fernández.



Pero si la Presidente no puede evitar un corte de calle, recuperar el Club Albariños e institucionalizar punteros descontrolados y tiene que crear un feriado bancario para vaciar las calles de la capital federal, domar al viejo Partido Justicialista puede ser una tarea que no pueda cumplir.

lunes, diciembre 13, 2010

 
Cristina cerró Disneylandia y reabrió la realidad


La mentira que suponía Cristina Fernández de luto y victimizándose, ha concluido. Por fin aparece la realidad: una Presidente volcándose hacia el 'ladriprogresismo' no peronista, con un discurso irreal, más parecida a Héctor J. Cámpora que a María Estela Martínez. La opinión pública podrá percibir que durante 30 días convivió con una falsa Cristina. Disneylandia ha terminado. Esto es la realidad.


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). La ocupación del Parque Indoamericano, la decisión del Ejecutivo Nacional de cargar todas las responsabilidades sobre Mauricio Macri y los muertos causado por los actos de violencia que permitió una Policía Federal ausente y una Policía Metropolitana sólo de proximidad (por exigencia del 'ladriprogresismo') destrozaron los festejos de los 3 años en la Casa Rosada de Cristina Fernández, viuda de Kirchner, y el lanzamiento de la Operación Clamor para conseguir su reelección.



Invadidos por el ADN político de Néstor Kirchner, el entorno de Cristina Fernández creyó que la crisis de Villa Soldati y las escenas de caos torpedearían la imagen y voluntad de voto a Mauricio Macri, pero develaron la hipocresía del discurso kirchnerista sobre derechos humanos.



El vano intento de la Casa Rosada de culpar de la crisis a Mauricio Macri por subejecutar el presupuesto de la Ciudad, legitimando no ya la toma de colegios de hace un par de meses y los paros en los hospitales municipales sino un parque público; se mezclaron con las descalificaciones personales, las críticas al otorgamiento de escrituras para vecinos de diversas villas porteñas (algo que hizo el Gobierno nacional en todo el país los últimos seis años) y el lanzamiento de Abel Fatala (ex funcionario de Aníbal Ibarra, culpable del enojo popular por las inundaciones de 2001 en Belgrano, hoy protegido del ministro de Planificación, Julio De Vido) como precandidato a Jefe de Gobierno porteño, ¿y Daniel Filmus?



Poco le importó al Gobierno que existan bandas que organizan a los ocupantes del Parque Indoamericano, que les cobran por terrenos que no son suyos y que fomentan la violencia para defender los predios invadidos. Todos esos delitos nunca fueron mencionados por el Jefe de Gabinete ni por ninguno de los funcionarios oficialistas que se agolparon en los medios para criticar a Mauricio Macri y sus ministros.



En el desesperado intento por separarse de la crisis de Villa Soldati, Aníbal Fernández se olvidó que la responsabilidad de la seguridad en la Ciudad de Buenos Aires le corresponde al Gobierno Nacional a través de la Policía Federal y no puede acusar a Mauricio Macri de crear clientelismo por otorgar escrituras en las villas cuando el Ejecutivo Nacional administra el mayor aparato clientelista que se ha visto en la historia argentina.



También sonaron ridículas las comparaciones que hizo Aníbal Fernández entre la eliminación de villas en San Juan y la gestión de Mauricio Macri. Entre 2003 y 2010, el Ejecutivo Nacional tuvo casi US$ 500.000 millones de Presupuesto, mientras que el Jefe de Gobierno porteño, entre 2007 y 2009 tuvo US$ 20.000 millones para gastar, es decir, 25 veces menos y la mitad del tiempo en el poder. Con respecto a San Juan, las 60 villas erradicadas en la provincia tenían menos habitantes que la Villa 31, que representa sólo 10% de las personas que viven en villas en la Ciudad.



La Casa Rosada sabe que hay en ciertos grupos políticos amigos la idea de que el control del espacio público es la base del control del espacio político y que intrusar parques o terrenos libres va en contra del ordenamiento urbano que impone, siempre según su discurso, la burguesía. Así, rediseñar el espacio público burgués es imponer un nuevo modelo social.



Oculto detrás de esta alocada mezcla de revolución con arquitectura se encuentra un dato político clave: al Peronismo le conviene la favelización de la Ciudad con el fin de cambiar el mix de votos porteños, ya que la zona sur le dio el triunfo en el ballotage a Mauricio Macri, y su giro hacia el kirchnerismo hizo trastabillar a Gabriela Michetti el año pasado.



La crisis de Villa Soldati no sólo obligó a Cristina Fernández a desplegar en la Ciudad fuerzas de Gendarmería y Prefectura, algo a lo que se habían negado sistemáticamente a llevar a cabo en los últimos años; sino también, a suspender el anuncio del Programa Nacional de Derechos Humanos que se iba a realizar el viernes 10/12 (que se lanzará, posiblemente, el 24/03/2011) y tener que intervenir en una pelea entre Horacio Verbisky y Aníbal Fernández por el control de las fuerzas de seguridad, presentando improvisadamente un nuevo ministerio.



El Ministerio de Seguridad era el instrumento con el cual Cristina Fernández esperaba eliminar las críticas por la falta de una política contra la inseguridad que le adjudica, con razón, la oposición. Sin embargo, tuvo que adelantar su lanzamiento para ocultar la cadena de errores cometidos por Aníbal Fernández y el ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, quien tiene altas probabilidades de tener que dejar su cargo en el corto plazo.



Nilda Garré asume un Ministerio de Seguridad para el cual no está preparada, en medio de crecientes críticas de las fuerzas militares por su gestión en el Ministerio de Defensa y cuando surge una denuncia por compra herramientas defectuosas y comida en mal estado que se habría enviado a las bases antárticas en primavera y que se estaba analizando en el Congreso hasta hace dos semanas y ahora duerme en un escritorio.



Quizás, Nilda Garre considera que el delito se combate de la misma forma que entrenó a los militares para defender a la Argentina en caso de un ataque extranjero: reduciendo al mínimo su presupuesto operativo, sin invertir en armas y elementos de seguridad, lanzando persecuciones por portación de apellido o familiaridad y dándole clases de derechos humanos.



La ocupación del Parque Indoamericano tapó noticias que el Gobierno quería destacar como el reconocimiento de la independencia de Palestina (venganza de la Casa Rosada luego de las filtraciones de Wikileaks) y el hallazgo del nuevo yacimiento de gas, papelón mediático del oficialismo que primero dijo que multiplicaba las reservas de gas por 50 (cuando sólo crecieron 5 veces, sólo para YPF) o que podría ser consumido por 90 años (cuando las reservas pasaron pasó de 6 a 16 años).



Incluso, la crisis de Villa Soldati ocultó



> la foto ecuménica de Cristina Fernández en la sede de YPF,



> el arrinconamiento a Hugo Moyano que logró Daniel Scioli encolumnando al PJ bonaerense y



>la virtual disolución del Grupo de los 8, que encabezaba el intendente de Tigre y ex Jefe de Gabinete, Sergio Massa.



El Ejecutivo Nacional necesitaba terminar con la crisis de Villa Soldati antes del fin de semana dado que el martes 14/12 se producirá la coronación de Cristina Fernández al frente del PJ, al tiempo que trata de someter a Hugo Moyano a un pacto social que el camionero boicotea con pedidos de salarios sin techo o leyes que no aceptan los privados, con la seguridad de que los pactos sectoriales que negoció el ministro Julio de Vido y que no evitaron un mega paro de petroleros en el sur o choques en el sector eléctrico.



No alcanza con romper a la Central de Trabajadores Argentina para calmar a Hugo Moyano, el camionero articuló en La Pampa un discurso ultraoficialista (“vamos a obligar a la Presidente a que se presenta a la reelección”, dijo) cansado de presiones judiciales. Dicen en su entorno que ya se sometió a Daniel Scioli y a los Barones del Conurbano y que bajó su proyecto político. El ultraoficialismo es su último intento de recrear la relación que tenía con Néstor Kirchner. ¿Vendrá después el desafío?



Tal como se ha dicho, la fortaleza del Gobierno proviene de una débil oposición, muy fragmentada. Como pocas veces en los últimos años, el PRO y la Unión Cívica Radical enfrentan peligros concretos de división; el socialismo y el GEN de Margarita Stolbitzer dudan en elegir entre Ricardo Alfonsín y Fernando Pino Solanas, Ernesto Sanz aparece como un tapado para el empresariado, Julio Cleto Cobos va camino a no tener partido y Francisco de Narváez no tiene presidenciable que lo lleve en su boleta; en Santa Fe, el acuerdo ARI-UCR peligra y el Frente para la Victoria puede dividirse en Córdoba y en los pagos de Agustín Rossi.



Pero, tal como demostró la crisis de Villa Soldati, la Casa Rosada no puede contar con la atomización de la oposición y ocultar los problemas económicos para ganar las elecciones. Tampoco alcanza con el apoyo de piqueteros y organizaciones de derechos humanos clientelistas. Menos aún en un Hugo Moyano acosado o con intendentes y gobernadores que adhieren a la Casa Rosada por qué los inunda de dinero ($ 108.000 millones este año).



La mezquindad del kirchnerismo ha sido notable en estos años. La crisis de Villa Soldati es el resultado de haber abandondo la Ciudad de Buenos Aires en las administraciones de Aníbal Ibarra y Mauricio Macri, al creer que el primero no era confiable y que el segundo es un enemigo político.



Las encuestas dirán quién salió con la imagen e intención de voto dañada y quién capitalizó la crisis del Parque Indoamericano; gobernar pensando en encuestas, intenciones de voto, costos y beneficios electorales es jugar con fuego. El menor movimiento, el menor error, y uno puede quemarse, como le ocurrió ahora a Cristina Fernández.



Para peor, la solución aplicada por el Gobierno (proteger a los usurpadores y garantizar la seguridad a los ocupas que se queden con el Parque Indoamericano) garantiza que nuevas crisis con idénticas características se van a producir en Villa Soldati y alrededores. Hay cientos de hectáreas para que las mafias de estafadores que movilizan pobres vendan una y otra vez, por lo cual, es muy posible que tengamos nuevas ocupaciones.



En ese caso, ¿volverá Aníbal Fernández a culpar a Mauricio Macri por la decisión tomada este fin de semana por Cristina Fernández? Sólo es cuestión de tiempo para conocer la respuesta.


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