miércoles, mayo 30, 2012

 
Tristezas de Cristina Fernández




“Si de verdad disponen de 40 mil millones en reservas en el Banco Central, basta con soltar 500 millones, al mejor estilo Cavallo, para vaciar de pesos el mercadito, y bajarlo en dos días a menos de 5?, confirma la Garganta. La realidad -concluye- es que “no los tienen”. “Se acabaron los verdes”.

Se esfumaron los “dólares de libre disponibilidad”.

Quedan bonos, documentos. “Papelitos que, en una corrida como ésta, sirven para metérselos en el…”.

En “La representación del fracaso” se afirma que todo, en la Argentina, invariablemente, termina mal. Siempre.



A este paso, con el vigente “modelo de crecimiento con inclusión social”, con la catarata interminable de logros imaginarios, con la epopeya retóricamente transformadora, el cristinismo podrá disponer de un epílogo, incluso, inquietantemente peor.



Aunque las encuestas certifiquen, precipitadamente, el optimismo del apoyo hacia la figura presidencial. Aún del 60%.

Y un acompañamiento favorable del 75% hacia la principal impostura que diseña el “PP. País Paria”. La improvisada expropiación de YPF.

Felices noticias. No debieran ser fastidiadas con los momentos deplorables que suelen vaticinar otros interpretadores de la actualidad.



Los que indican, entre el final del tercer trimestre y principios del cuarto, la irrupción de otra escalada de negatividades. Con el alto riesgo del “conflicto social”. Y por supuesto salarial. Especialmente en las provincias que estudian el recurso artificial de producir su propia moneda.

Anarquía ideal, en definitiva, para ser silenciada.

A la conjunción de problemas, que se amontonan caprichosamente, se le debe sumar -al cristinismo- la preocupante incapacidad.



La insolvencia estructural de los “papagayos” que sólo se encuentran preparados para gobernar entre sublimes tiempos de benevolencia.



Para desperdiciar los persistentes “vientos de cola” había que disponer de una caudalosa imaginación. La tuvieron.



Y de la voluntad, inconscientemente explícita, de estrellarse. A pesar de no tener, enfrente, nada. Ni nadie.



Sólo el paredón infranqueable de la realidad. Y sectores gravitantes de una sociedad sometida diariamente a la extorsión del 54%. Cada vez más hastiada que no encuentra, hasta hoy, representación política.



“Se les escapó la tortuga verde del dólar”, sintetiza la Garganta. “La tortuga que al Furia, como lo llaman ustedes, nunca se le iba a escapar”.

Entonces, desde el Purgatorio, El Furia nunca los va a perdonar.



La Rehén

Hasta instalar la teoría, aquí se sostuvo que el cristinismo debiera interpretarse a través de sus recuperaciones. De sus caídas frecuentes. Con el beneficio de carecer de contestadores de peso, que se dediquen a agudizar los porrazos. Al contrario.



Gracias a los inofensivos antagonistas, el cristinismo suele sepultarse, a menudo, en rigurosa soledad. Por sus propios medios.



Como se sepultó sola Nuestra César al designar, como compañero de fórmula, a Boudou. El Descuidista que hoy, según nuestras fuentes, la avergüenza. Hasta el tormento. O el arrepentimiento. Situación que la descalifica, incluso, hasta con los suyos. Los que deben obligadamente encarar, sin convicción, la causa perdida de defenderlo.



“¿Y qué querés que haga?”, se justificó, casi suplicante, ante el cronista, uno de los defensores que hace méritos.

Oficialmente al Descuidista deben sostenerlo. A pesar de los perjuicios cotidianos que ocasiona, “al proyecto”, la divulgación de las fechorías cometidas.



El pretexto movilizador, para dar la vida por Boudou, consigna que “hoy vienen por Amado y mañana vienen por Cristina”.



Pero la cuestión contiene menos dramatismo límite. El implícito apriete de Boudou la convierte, a Nuestra César, en La Rehén.

“Vos pataleá, asustá, mira que estos hijos de p… no vacilan, llegado el caso, en entregarte”.



Es el consejo sabiamente práctico de Boudou, según nuestras fuentes, para otro funcionario que atraviesa, también, malos momentos. Desagradables. Consecuencia de la cincuentena de muertes accidentales.



El Descuidista lo aconsejaba al ex funcionario, basado en la experiencia propia.

“Nadie va a dar la cara por vos”, le dijo.

Cuando notó que nadie le hablaba. Que lo dejaban caer, solo en el centro del círculo.

Lo comprendió en Bariloche. Al enterarse que le habían allanado el departamento que ocupara, oportunamente, Vandenbroele.



Así como el error máximo de Cristina consistió en designarlo vice a Boudou, el máximo error de Boudou consiste en la chiquilinada de negar la relación con Vandenbroele.



Es el monotributista acorralado que depende, exclusivamente, de la contención de Núñez Carmona. Nariga. El Jefe.

Nariga es el Jefe, incluso, de Boudou.

Trasciende que en Bariloche, acosado, Boudou puso en acción su teoría.

Asustó. Pataleó. Le dijo: “Cristina, no me van a dejar caer por ésto, no me entrego, me voy a defender”.





Angola mide”

“Hay que hablar de Angola, porque Angola mide”, confirma el productor.

Sobre todo Angola medía en televisión.



Lo que medía, en la práctica, eran los considerados papelones de Cristina.

La reiteración de la danza impulsiva. Y sobre todo el grotesco de Moreno, en su rol de apuntador. Para uno de los discursos más tilingos de la dilatada trayectoria.



Pero Angola alcanzó su punto culminante en la degustación del domingo de Jorge Lanata. A través del espectáculo periodístico que contiene, para la moral de Cristina, efectos devastadores.

Cuesta abajo

Otra vez, inesperadamente, Nuestra César debe asumir el desafío de recuperarse. Reaccionar, después del nuevo porrazo. Ponerse estupenda.



Al menos para atenuar los trascendidos que brotan desde su entorno. De los traficantes de conocimiento, por la cercanía presunta.

Aluden a la densidad de la depresión presidencial. A la vergüenza explicablemente retrospectiva.



Porque Nuestra César, que opta por la protección del aislamiento, dista de ser tonta. Toma consciencia retrospectiva de la magnitud de los papelones.



De la “cuesta abajo” de la Argentina (como tituló una nota “El País” de Madrid, a página entera).



No olvidar que Nuestra César supo construir, desde los medios, cuando era parlamentaria, cierta imagen de cuadro inteligente. La que se resistía a ser “La Recluta Fernández”.



Es precisamente aquella muchacha, que incursionaba por los canales de cable, la que le señala, culposamente, la intensidad insigne del actual ridículo.

El Partido Vegetal

Ajenos, como complementos circunstanciales de la catástrofe, los dirigentes del Consejo Nacional del Partido Justicialista, se comportan como los émulos de aquella Recluta Fernández. Pero sin resistencias.



Decidieron también colectivamente inmolarse. Firmes, junto a la “Conductora”. A través del suicida sentido de la lealtad, que mantiene, en realidad, las implicancias difusas del temor.



Los consejeros nacionales, todos hombres grandes, gobernadores que saben de qué se trata, junto a diversos alcahuetes de estación, accedieron a la instrucción presidencial de suministrarle un Valium 50 al Partido. Para dormirlo hasta marzo. Como corresponde al “Partido Vegetal”. A los efectos de acompañar la deriva del gobierno que naufraga.



La complicidad en el diseño del País Paria. De país moto-chorro de la política internacional. Encabezado por aquella que se resistió a ser La Recluta Fernández, que hoy se deprime en absoluta soledad.



Entre somatizaciones inquietantes. Mientras la tortuga verde del dólar se le escapa, y la traiciona la sensatez del pudor. Ante la humillación pública. Y popular.


lunes, mayo 07, 2012

 
Acerca de cómo la oposición política consolida el proyecto de Cristina Fernández eterna.






"(...) La CEPAL (Comisión Económica para América latina) puso en números el aislamiento que tiene hoy la Argentina del mundo al revelar que, en 2011, el país recibió sólo 4,7% del total de inversiones extranjeras de la región. En números, el exitoso “modelo de industrialización con redistribución de riquezas”, como lo califica el oficialismo, recibió 1 dólar por cada 9 que fueron a Brasil, 3 recibió México, 2 recibió Chile y Colombia. En resumen, el gobierno de Cristina Fernández tuvo tantas inversiones como Perú, pese a ser un país que representa un sexto de la Argentina.



La falta de respeto de los contratos, la prohibición para girar dividendos al exterior y las trabas al comercio externo (la Argentina hoy tiene tantas limitaciones para hacer negocios como todas América latina junta, 191 contra 171), explican las cifras que CEPAL dio a conocer.



En medio de los festejos futboleros por la legitimización del desembargo del gobierno en YPF, Cristina Fernández no tiene problema en acusar a los empresarios de haber “levantado con pala” las ganancias todos estos años, como si hubiese sido una dadiva del soberano que, ahora, podría llegar a suspenderse (en pocas palabras, fue una amenaza encubierta).



¿Cómo la oposición no puede crear identidad y un proyecto alternativo ante todos estos problemas del gobierno?



En la misma semana que se discutía la renacionalización de YPF, la Casa Rosada tuvo armó un equipo para rescatar de las distribuidoras de electricidad, en el ministerio de Agricultura sueñan con reinventar el ONCAA para desarmar cualquier tipo de protesta del campo y se lanzó un proceso para rehacer el Código Penal dominado por abogados garantistas que tendrán más en cuenta los derechos de los victimarios que la protección de las víctimas.



La oposición no encuentra argumentos para atacar al gobierno y, cuando los tiene, los desperdicia. Si no fuera por las noticias que publican los medios de comunicación no oficialistas, de los que cada vez van quedando menos, no hay un solo diputado o senador de la oposición que sea capaz de realizar una denuncia que prospere en la Justicia contra un funcionario, aunque sea de 3º nivel. Tienen una incapacidad manifiesta: son incapaces de causar daño al gobierno de Cristina Fernández.



Cuando describió al “Estado Seductor”, Regis Debray sostuvo que los gobiernos que se despliegan a través del marketing político generan fragmentación en la sociedad, tienen dificultad para mostrar logros reales y generan frustración en el votante. Por ahora, la Casa Rosada se ha librado de estos tres males. No así la oposición, que sufre las tres consecuencias. (..)".


jueves, mayo 03, 2012

 
Biografía sobre Cristina Fernández


La biógrafa de Cristina Fernández de Kirchner nos desvela como es de verdad quien manda en la Casa Rosada.

EL SEÑUELO DE LAS MALVINAS

Su pensamiento es nacionalista. Por ejemplo, odia a Chile. Le gusta que la seduzcan intelectualmente, siempre que sea con un discurso patriótico. Cuando expropia a Repsol, habla de «recuperación de la soberanía».

ATAQUES DE IRA

Tiene mucha facilidad para desquiciarse. Y más desde que le operaron y le quitaron la glándula tiroides. Si no estás bien medicado, sufres cambios bruscos de humor. Tiene ataques de ira. Le pega a las criadas. Entonces no recibe a nadie, se encierra. Hacía semanas que no aparecía ante las cámaras de televisión dando un discurso. Suele hacerlo cada día cuando está en forma, incluso mañana y tarde. A veces da la impresión de ir empastillada. ¿Litio? Hay un debate sobre si sufre un trastorno bipolar: pasa de la depresión a estados de euforia; llora en público.

EL CÁNCER QUE NO FUE

Su operación enloqueció a todos. Primero dijeron que se trataba de células cancerosas, luego que no lo eran. Se especula que lo del cáncer lo inventaron sus asesores para movilizar a su favor a la población. Uno de esos melodramas que tanto nos gustan a los argentinos. Sale del hospital en vísperas de la quita de subsidios. Todos los servicios públicos estaban subsidiados desde el año 2001. Y entonces anuncia la subida del gas, la electricidad, el agua, la telefonía... porque el Banco Central tiene las arcas vacías.

RENCOR SOCIAL

Cristina padece una especie de resentimiento de clase. Se avergüenza de su padre, conductor de autobuses, hijo de emigrantes españoles. Lo llamaban El Colorado Fernández, pero el vecindario le decía Co-Co por su tartamudez. Cristina evita hablar de su familia. Su madre, Ofelia, quedó embarazada siendo novia de Fernández. No se casaron hasta que la hija cumplió cinco años. Cristina se enamora a los 16 años de un jugador de rugby. Y empieza a codearse con un estrato social más alto.

ENCANTADORA CON LA OLIGARQUÍA

Su gusto por el lujo está relacionado con ese complejo que arrastra desde niña. Cuando viaja a Francia, las grandes tiendas le llevan bolsos, joyas y ropa a la habitación del hotel. Le chiflan Louis Vuitton, Hermès y Bulgari. Puede llevar encima 50.000 euros en alhajas. «No tengo que vestirme como una pobre para ser una buena política», se justifica.

MATRIMONIO DE NEGOCIOS

Cristina y Néstor formaban un matrimonio de negocios. La propia Cristina reconoce que no les gustaban las demostraciones de afecto. Cada cual tenía su vida amorosa resuelta por su lado. A ella se le atribuyen aventuras con un gobernador, un banquero, el jefe de escoltas... Las de Néstor eran bien conocidas. Pero los unía el gusto por el poder. No era una relación de iguales. Él la dominaba.

LOS DOBLONES DE NÉSTOR

Néstor siempre fue un caudillo patagónico que quería hacer plata. Era pragmático. Cristina le ofrenda la expropiación de YPF. La tentación de solucionar la crisis con el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, que vale 250.000 millones de dólares, es grande. ¿Pero de dónde saldrán los 25.000 millones que se necesitan para explotarlo? El patrimonio de los Kirchner creció de 1,5 a 16 millones de dólares en siete años.

EL MITO MONTONERO

Ella tiene un sesgo ideológico muy marcado. Le gusta recordarse a sí misma como una militante de izquierda muy activa durante la dictadura. Pero no fue ninguna subversiva. Yo fui montonera. Y tengo que decir que hubo dos demonios: la dictadura militar y los montoneros. Y estos jóvenes que rodean a la presidenta han idealizado esa época. Para ellos, el mundo empieza con el 'default' de 2001. No vivieron la represión.

LA VIUDA ETERNA

Cristina tiene un coro a su alrededor que la adula. Para llegar a ella tienes que ser amigo de su hijo, Máximo. Ni siquiera sus ministros tienen acceso. Los «muchachos» de Máximo forman su guardia pretoriana, aunque no son gente de revólver; más bien, burócratas. Niños bien.


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