martes, marzo 31, 2009

 
Mazzón, el ideólogo de la ofensiva k
El asesor presidencial Juan Carlos Mazzón, es el verdadero jefe de Gabinete del gobierno. Ideólogo del anticipo de los comicios y la coparticipación de las retenciones, es el hombre que impuso su agenda a Néstor Kirchner: peronizar el gobierno y cerrar filas con los gobernadores. Un límite: la pelea con el grupo Clarín.

No es cierto que el matrimonio presidencial tome solo sus decisiones. Del mismo modo que antes supo haber un tercero,(que luego se transformó en discordia), ahora también hay un jefe de gabinete, pero en las sombras. Se llama Juan Carlos Mazzón, tiene la capacidad de decirle a los Kirchner lo que piensa y logró domesticarlos: toda la política que se viene ejecutando en las últimas semanas lleva su sello, su muñeca, su increíble capacidad para resurgir de las cenizas, para construir allí donde el común de los mortales sólo piensan en entregarse. Pero Mazzón no. Tiene la energía para no darse por vencido, ni aún vencido.

Los gobernadores peronistas, festejan el anuncio de Cristina.
Para Mazzón el primer error de Kirchner fue la transversalidad. Y el segundo, imaginar a los gobernadores arrodillados frente a él. O, peor, creer que era posible reproducir su sistema de conducción radial hacia todos los rincones del país, convocando a intendentes peronistas de Chubut, Córdoba o Entre Ríos, sin pagar las consecuencias. “Con los gobernadores todo, sin los gobernadores nada”, podría ser el lema del más eficiente operador peronista de todos los tiempos. Pragmático, el hombre criado en Mendoza pero nacido en Santa Fe, cree que el peronismo es lo que está en el poder, y se expresa en los gobernadores. Siempre, pero sobre todo en tiempos de crisis, para él los gobernadores son el sinónimo de la gobernabilidad, el puente de plata hacia el 2011, lo que le dará al peronismo una nueva oportunidad. Si es con Kirchner, bien. Si es sin Kirchner, le llevaremos cigarrillos hasta el último día de su reclusión.Un sobrevivienteSobreviviente de infinitas batallas, Mazzón toleró que los Albertos, los Parrillis, los Zaninis despreciaran sus dotes y lo dejaran sin despacho cuando llegaron al poder. Acostumbrado a retirarse cada tanto a los peores rincones del poder, siguió atendiendo uno a uno a los peronistas que venían a Buenos Aires a quejarse por los destratos del poder recién llegado. Y esperó. Hasta que volviera su tiempo. Que claro. Siempre llega. Porque está escrito que todo lo que está arriba, baja y todo lo que está abajo, sube. Y aquí estamos. Mientras Sergio Mazza atiende a Tigre y Florencio Randazzo le habla a la gilada, Mazzón convenció a los Kirchner de las dos decisiones más hábiles desde que Cristina asumió su Gobierno, y las ejecutó con destreza. En una semana tendrá la ley de adelantamiento de las elecciones y los gobernadores no jugarán para la oposición, sino con el Gobierno, corriéndose apenas del conflicto del campo, lo necesario para volver a dejarlos sin quórum en el Congreso cuando se vuelvan a discutir las retenciones.Refugiado en el poder permanente que representa el –para los peronistas de estructura- “querido Chueco”, Kirchner se lamenta de haber comulgado durante tantos años con Alberto Fernández, el socio con el que llegó al poder, pero a quien ahora sólo le encuentra defectos. Que lo distanció del peronismo, que lo puso a Zaffaroni en la Corte, que lo alió con Ocaña, que le entregó todo a Clarín.Danger. Mazzón es un hombre del poder permanente. Sobrevivir es toda su utopía. Difícil que avale una guerra revolucionaria contra el multimedio como pretende Kirchner. Su hijo Mauricio, si sigue en el directorio de Papel Prensa, debe prenderle una vela todos los días a San Expedito, el santo de las causas urgentes, para que esta vez se haga el distraído, y no facilite el tratamiento antes del 28 de junio del proyecto con el que se pretende castigar a Héctor Magnetto, hombre poco acostumbrado a ponerse de rodillas, como le gustan a Néstor.

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