martes, marzo 08, 2011

 
Acerca de la democracia, ¿qué democracia?


La democracia prometida, ¿es ésta democracia? La democracia que modificaría la calidad de las instituciones y brindaría un mejor escenario para concretar los anhelos individuales y los proyectos colectivos, es ésta democracia? Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina, que quiere reelección, y sus rivales, ¿es ésta aquella democracia?

Para algunos actores de la política nacional la democracia es un problema.



Para muchísimos defensores del actual gobierno nacional la democracia es una verdadera molestia que los irrita bastante. Tornan nerviosos cuando se pide demostraciones de vocación democrática. Contratacan. Amenazan: quien pide democracia atenta contra el plan, el programa, el proyecto.



Estamos en el “anti” Alfonsín. Es sin respetar la democracia formal que se educa y se come; se levantan las fábricas y los pajaritos cantan. Eso dicen. Pocos lo creen.



La enfermedad argentina es la democracia. Es difícil soportarla. Mencionarla significa ser un contra revolucionario, un gorila, un fascista. Un enemigo mortal. Mete miedo ser un suelto, sin espalda en los aparatos. Un tipo que piensa libremente es un pajarito en el alambre.



La primera vez que la democracia se convirtió en enfermedad fue el 6 de setiembre de 1930. Desde entonces vivimos enfermándonos. No se aguanta, el poder político, lo que él mismo declama. Independencia de poderes.



Respeto a las Leyes. El bien común sobre todas las cuestiones personales o sectoriales. La democracia enferma a los argentinos. Al menos a los argentinos cercanos al poder, las clavijas y los despachos de los que mandan. No se la aguantan.



La democracia, tal como se la pregona, es un gobierno de todos, por medio de sus legítimos representantes. Elegidos limpia y libremente. En elecciones claras y transparentes. Lo más que se pueda. Lo posible. Hoy un imposible. Ni el lobo de Hobbes ni el salvaje de Rousseau sobrevivirían. Muera al maldito contrato social, hace 80 años venimos matándolo.



Los elegidos deben cumplir sus promesas preelectorales. No cambiar de partidos. No traicionar lo prometido. La primera transgresión es a la ley electoral. Quienes, como, donde y cuando se eligen. Hoy no está resuelto.



Los que surjan mediante voto popular para manejar los poderes ejecutivos (municipal, provincial, nacional) deberán respetar las leyes vigentes. Velar por que se cumplan. Leyes que todos conocen. Conocemos. Hoy las leyes son una sentida una ausencia.



Los que cruzan la frontera de lo permitido deben ser juzgados por otro poder independiente: la justicia. Justicia con exámenes periódicos. No hay presidente para siempre. No hay jueces a perpetuidad. Uno se debe retirar, el otro debe volver a concursar. Todos sonríen. Nadie lo cree. Seamos realistas, estamos soñando.



La salud es una responsabilidad del estado. Está abandonada. La instrucción debe ser obligatoria. Con materias verdaderamente comunes. Con sueldos dignos para la exigencia en el único sitio donde se consolida la democracia: en la instrucción del soberano. El pueblo. Hoy no hay instrucción. Basurean, olvidan, bardean, traicionan al soberano. Se fabrican brutos y hambreados. Clientes.



Algunos gobernantes aún consideran a la democracia una enfermedad. Le escapan. Se vacunan. Se protegen. La defensa de la democracia es acusada y condenada. Acumulan adjetivos para desprestigiar las denuncias. Hay quienes hablan de una revolución en marcha. La verdadera revolución sería el apego a las leyes.



El voto no otorga poder, solo obligaciones permanentes. El bien común es el bien supremo de la nación. El enriquecimiento ilícito y la evasión son los cánceres más terribles de la economía común, atacan el futuro. El nepotismo es un mal. La actual administración de la cosa pública no maneja estos conceptos de democracia. Maneja otros. Se enojan si se los recuerdan. Sus partidarios atacan esta posición con dureza. Algunos defensores de CFK no consideran posible la democracia. Sería bueno que lo confesasen. Sincerarse sería positivo. No lo hacen.



Los votos, para la señora CFK, otorgan derechos y no deberes. Su última declaración ha sido concluyente. Ayúdenme, no puedo yo sola. No parece abogada y actora política de la democracia. No parece presidente. La democracia (el gobierno) no es de ella sola. Debería saberlo muy bien.



Su plan de gobierno no es lo que hoy nos sucede (¿hubo un plan?)



No acepta, promueve ni defiende el debate legislativo. Allí las leyes, no en los DNU, que son claramente un atajo donde se extravía la democracia.



El Ejecutivo y sus colaboradores entorpecen, atacan, amenazan la independencia del Poder Judicial. Poder Judicial sin exámenes periódicos de capacidad. Orgulloso de su ineficiencia.



Los personeros de CFK llegan, ya, a cuestiones domésticas y poco pudorosas. Hay ministros ocupados en denunciar amantes de los opositores.



Lo último, mas reciente y mas grave es que, de ser cierta su intención de re elección, la señora CFK no podrá prometer que hará cosas buenas si es elegida porque… ¡podría hacerlas ya! ¿Nadie le recuerda la máxima del jefe? Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar. Tal vez ya no sea su jefe.



Los intereses particulares antes que los generales llevan a la oposición a una difícil coyuntura. No oferta, el arco opositor, una salida esperanzadora dentro de la democracia. Realmente desesperan, exasperan, cansan. No son maestros en democracia.



Algunos ni siquiera alumnos. Para la oposición la democracia se reduce a su martirologio y las acusaciones a quien maneja la agenda. El total de sus dichos son, por lo demás, en este año, de una clara intención seductora o descalificadora (de si o del gobierno, respectivamente). Que los negritos coman. Yo en esta oportunidad no participo (¿entonces cuando, che?). Se viene el estallido, oh, oh, oh…(francamente: no son serios) Poco trabajo, poquísimas nueces. La oposición no ha llegado a la práctica de la democracia. Algunos harían lo mismo que el oficialismo de estar en sus condiciones. La democracia no es épica, pero no es cuestión de cobardías y egoísmos. Es laburo. Hay opositores vagos y mal entretenidos.



Las elecciones cercanas complican las cosas. Funcionarios fotogénicos. Legisladores de paseo. Intendentes que recorrerán territorios lejanos. Candidatos que andarán de shopping. Hay quienes estarán de visita un tiempo. Lo justo. Otros usarán sus fueros y sus dietas para defender su familia. Hay quienes han pedido daño emergente y lucro cesante. Viáticos.



Los gremios y sus luchas tienen distinto colorante por las elecciones. En la mayoría de los gremios la democracia es una mala palabra.



Los estudiantes y sus focos de militancia partidaria, altamente activos siempre, están ensayando para la toma del poder y la democracia no es eso. Para muchos estudiar no es buscar la excelencia.



Las entrevistas periodísticas se corresponden, al juzgarlas, con intereses, pautas y campañas. Los colegas integran un deporte desde el peor lugar: pichones del tiro al pichón.



Vivir sin ejemplos de civilidad, sin parlamento, sin planes educativos, con inflación, sin presupuesto, sin concejales, diputados, senadores, que hagan cumplir las leyes (¿qué leyes?) sin comida, con mas inflación, sin casa, salud, libertad, con jueces truchísimos, con mucho miedo, sin mañana, sin ejecutivos confiables es, en suma, vivir sin democracia. Creerse sano. Vivir enfermo.

 
La burbuja de Cristina, el kirchnerismo puro y el progresismo tonto


En el Cristinismo hay mucho histrionismo. Los encuestadores le suman grandilocuencia. Pero no hay que dar por cierto semejante acción psicológica. En verdad, el Frente para la Victoria se encuentra donde estaba, no se ha movido.

(N. de la R.: Marzó será complicado. Mes de convenciones colectivas de trabajo.



La reciente paritaria docente -un gremio del Estado- con aumentos que van del 27% al 35% según los distritos- fue el antecedente del reclamo de 23% por 8 meses del Suterh (encargados de edificios) y el 20% de la Unión Entidades Deportivas y Civiles por 6 meses.



Petroleros (SUPE y privados) reclamando entre 30% y 40% de aumento. Y empleados de Comercio, entre 30% y 35%.



El asesor sindical, Lucio Garzón Maceda, le dijo a Ismael Bermúdez, de Clarín, que “hay que diferenciar entre los gremios que tienen un básico bajo –menos de $ 3.000- y los que superan esa cifra. Los primeros van a reclamar un 40% para cerrar entre 33% y 35% de tal manera que el mínimo salarial de convenio sea de $ 4.000. Y los segundos pedirán un 30% para obtener entre 27 y 28%. Todo siempre y cuando haya garantías de que subirá rápidamente el piso salarial a partir del cual se paga Ganancias”.



Los aumentos serán escalonados, en 2, 3 o más cuotas. Desde el Gobierno le pidieron a empresarios y sindicalistas que acuerden que el último tramo de la suba salarial caiga en el 1er. trimestre de 2012. Así el promedio anual de 2010 sería menor.



Pero la actividad económica sigue creciendo, lo que fortalece el poder de negociación sindical,.



El jefe del gremio de los gastronómicos, Luis Barrionuevo, recordó que en su gremio habían “hablado de 30% de piso y a partir de allí cada organización podrá pedir más si así lo necesita su sector”.



Esa es la realidad. Luego se encuentra la ficción en que vive Cristina, y pretende sumergir al resto de los argentinos).









CIUDAD DE BUENOS AIRES . En política, jugar con el enemigo (interno o externo), desconcertarlo, confundirlo, modificarle la estrategia e imponer las condiciones de negociación y militancia son considerados claves para acceder al poder, hacerlo crecer o mantenerlo. Y eso es lo que hizo Cristina Fernández, en la primera apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso sin la presencia de su mentor.



Sin duda fue un discurso de campaña que servirá de guión estándar para los funcionarios y militantes kirchneristas a la hora de intentar seducir votantes. En realidad, es una catarata de números sesgados a favor del Gobierno y con un claro mensaje para el votante: “nosotros tenemos proyectos, la oposición, no; podemos mostrar logros, la oposición, no; si Usted quiere que esto siga, tiene que votarnos, la oposición, que fue un fracaso, no sabe qué hacer”.



Sin embargo, 3 claves contiene el discurso presidencial:



> consolidó la ambigüedad de Cristina Fernández sobre la reelección,



> esbozó un intento de seducción para recuperar el voto de la clase media y



> mostró a la Presidente de la Nación como árbitro calificado de las dos ramas en que se ha dividido el oficialismo, es decir, el cristinismo talibán (con sus subramas: el kirchnerismo puro y la progresismo tonto) vs. el peronismo ortodoxo (si es que hay algo ortodoxo en el ecléctico peronismo).



No fue casual que la diputada cristinista talibán Diana Conti dijera que el oficialismo buscaría reformar la Constitución y la reelección indefinida de Cristina Fernández. Fue un globo de ensayo y un mensaje para la militancia kirchnerista, que la Presidente de la Nación minimizó para no crispar a la voluble clase media, que teme actos que violen las formalidades e instituciones.



Los encuestadores oficiales convencieron al Gobierno que están cerca de ganar en 1ra. vuelta si la candidata es Cristina Fernández, pero reconocen que llegaron al techo de voluntad de sufragio en las clases baja y alta, por lo cual, la clase media es vital para evitar la segunda vuelta.



Pero, aunque todos coinciden en indicar que el discurso de Cristina Fernández fue dirigido a la clase media, en realidad, varias veces atacó las preocupaciones o intereses del sector.



Por ejemplo, no habló de la inflación, pero erró en su análisis sobre la inseguridad, criticó la evasión fiscal (donde las Pymes son protagonistas), al campo (votos claves en las ciudades del interior) y promovió la nueva Ley Penal Tributaria que convierte a todo evasor en delincuente y no le permite cancelar sus deudas antes de ir a juicio.



Es cierto que el trabajo esclavo en el campo es una barbaridad en la Argentina del siglo 21, pero presionar con una Ley del Peón Rural va en contra de las Pymes agropecuarias, lo mismo que cuando Cristina Fernández criticó a los bancos por dar crédito al consumo, clave para sostener el recambio de electrónicos y electrodomésticos en los hogares y las empresas.



En su camino por seducir a la clase media, Cristina Fernández lanzó varios mensajes contradictorios, donde lo dicho en el Congreso no coincide con la forma de actuar de sus ministros, así:



> Amplió la Asignación Universal por Hijo a las embarazadas (unos 200.000 votos potenciales), pero nada dijo de que la ayuda ya asignada no logró reducir el empleo infantil y retiró a muchas mujeres del mundo del trabajo;



> Aparentemente se bajó de su reelección, pero al mismo tiempo, sus ministros lanzan la “Operación Clamor” en un encuentro con La Cámpora;



> Criticó a los gremios por los paros que toman a los usuarios como rehenes, al tiempo que prepara un plan para construir 170.000 de viviendas con la Confederación General del Trabajo y asegura que no soportará más cortes a los militantes de los gremios de izquierda.



> La Presidente critica al campo, pero el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, va a ExpoAgro y se muestra conciliador.



Horas más tarde, la AFIP hace 117 allanamientos en 45 cerealeras y denuncia evasión de impuestos por menos de 45 millones de dólares, una cifra ínfima del comercio exterior de granos.



Además, castiga a 3 cerealeras por faltas administrativas, en un gran show mediático. En paralelo, promete créditos por $ 3.000 millones para los productores (cuando en realidad necesitan US$ 6.000 millones) y amenaza con una ley de tierra que evite las inversiones extranjeras. Una ensalada de decisiones que confunde y desconcierta.



> Mientras Cristina Fernández dice que su administración fue la que redujo más deuda externa en la historia argentina, negocia con los organismo de crédito internacionales US$ 3.500 millones, y dice que avanzan las conversaciones con el Club de París (aunque Europa diga lo contrario), a la vez que evita al Fondo Monetario Internacional por el Articulo 4 y el tema INdEC.



Es cierto que no se puede ganar una elección con un cartel, una fotografía, una declaración o una idea, pero se puede perder una elección por un cartel, por una foto, por una declaración o por una idea.



Por eso, el intento de seducir a la clase media por parte del Gobierno puede chocar con proyectos de ley necesarios para retener a sus votantes, como despenalizar el aborto y la tenencia de drogas o reconocer la identidad sexual, todas ideas reactivas para un grupo social que se ha caracteriza por sostener valores conservadores.



La clase media –dueña del voto independiente- fue la responsable de los triunfos de Raúl Ricardo Alfonsín, Carlos Saúl Menem, Fernando de la Rúa y Cristina Fernández. Eso implica que evitó el triunfo del peronismo en 1983 y 1999, nunca vio en Néstor Kirchner un presidenciable y detuvo la reelección de Carlos Saúl Menem en 2003. Por eso, será la responsable de coronar o enterrar el proyecto kirchnerista que tanto defienden los funcionarios.



Néstor Kirchner, como todo político de raza, jugaba su suerte duplicando la apuesta. La mayoría de las veces, ganaba. Pero cuando perdió, la Resolución 125 fue un caso, nunca recuperó el capital político dilapidado.



Ahora, su heredera, intenta el mismo juego con la clase media, con la seguridad que será la encargada de mantenerla en el poder hasta el 2015 o jubilarla.



El tercer dato clave del discurso presidencial es el nuevo rol que quiere ocupar Cristina Fernández en la interna oficialista.



Néstor Kirchner creó su poder apoyándose en las estructuras y liderazgos territoriales del viejo Partido Peronista y el poder movilizador de la Confederación General del Trabajo. Para retenerlos, siempre minimizó a las agrupaciones transversales, progresistas y piqueteras. Sin embargo, su heredera, parece dispuesta a privilegiar la estructuración del Frente para la Victoria y subrogar al PJ.



En ese juego, la Casa Rosada impulsa a las fuerzas cristinistas talibanes (como La Campora) y sus dos alas:



> el kirchnerismo puro (compuesto por intendentes, gobernadores, legisladores y extrapartidarios que sobreviven de la caja oficial reunidos en la Corriente de la militancia y la Corriente Liberación Nacional) y



> el progresismo tonto (conformado por parte del socialismo, los radicales K, personajes sin estructura (como Vilma y Aníbal Ibarra) y advenedizos oportunistas como el ex intendente de Morón, Martín Sabbatella.



En la vereda de enfrente está la rama política del Partido Justicialista (dueña de los verdaderos aparatos territoriales que aseguran muchos votos) y la sindical (encabezada por Hugo Moyano y los gremios), que aportan poder de movilización, fondos y fuerzas de choque para controlar la calle.



En ese escenario, Cristina Fernández juega al rol de árbitro, intentando que nadie se de cuenta de que es parte.



Por eso castiga los pedidos de reelección eterna y la combatividad de los gremios por igual, no habla de inseguridad, pero autoriza a la ministra de Seguridad, Nilda Garré, a descabezar 40 comisarías porteñas; dice que no es candidata y presiona a Daniel Scioli para que se sume a la “Operación Clamor”; y alienta un pedido de censura a Mario Vargas Llosa aunque, luego, acalla a los herederos de Torquemada.



Ubicarse en el centro del colectivo oficialista otorga un poder adicional a Cristina Fernández, subordina a los dos bandos a su decisión y los hace competitivos entre sí, dado que todos necesitarán de su bendición para desenredar las decenas de internas que nacerán en el camino a octubre.



A decir verdad, la arremetida del Gobierno contra el peronismo ortodoxo, combinada con una “Operación Seducción”, desconcertó a los dos grupos, tal como ocurrió con los Barones del Conurbano, por el tema “colectoras” (quienes volcaron su enojo contra Daniel Scioli) y el “arrugue de barrera” de los gremios antes la detención del titular de la Unión Ferroviaria, José Pedrada, y el arresto de su par de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibaje, Gerónimo Venegas.



Muchos no supieron qué hacer. Hugo Moyano se reunió con la cúpula del escuálido y acomodaticio Frente Grande, como si tuviera peso político propio, y Daniel Scioli reunió a todos sus ministros para alinearlos, según las fuentes oficiales, al proyecto reeleccionista de Cristina Fernández.



La Casa Rosada prefiere al peronismo de paladar negro confundido, atomizado y enfrentado entre sí, con el fin de evitar que se unifique en su contra.



En el fondo, Cristina Fernández cree que podrá obtener con su juego el mayor de sus triunfos, es decir, sumar poder, horadar el poder territorial de quienes fueron aliados de su marido e imponer una nueva conducción política que supere al vetusto Partido Justicialista, algo similar a lo que quería Montoneros cuando lanzó el proyecto de “un peronismo sin Perón”.



De esta forma, Cristina Fernández intenta triunfar en donde ella cree que fracasaron Juan Domingo Perón en 1974 (cuando eligió a la Triple A sobre Montoneros) y Néstor Kirchner (que usó al viejo PJ, pero financió el crecimiento del aparato de los Barones del Conurbano, gobernadores y la CGT).



La estrategia es buena aunque muy teórica. El oficialismo avanzó contra sus enemigos (internos y externos) con una potencia arrolladora. Pero derrotar al PJ, hundir a la vieja guardia sindical y cristalizar el cristinismo como nuevo poder dominante con el voto de la clase media, es casi una novela de ficción histórica, para no decir de ciencia ficción.



Sin embargo, hoy, la oposición no tiene formas de impedirlo. Todo queda en manos del viejo y vetusto PJ.

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