lunes, mayo 31, 2010

 
Alguien vio, en el festejo Bi, la alegoría de La Corrupción?


Por especulación electoral, el arácnido K apuró césarea de calendario y parió un bicentenario "sietemesino" para sacarle el jugo.
Por Esteban Peicovich *
Y bien. Tal como lo tramó, el gobierno lanzó por todo lo alto el primer paso del Operativo Bi para el 2011. Al igual que a Lanata, a mi este Fasto me importó un pomo. Mis últimas Semanas ya dieron opinión. Por especulación electoral el arácnido K apuró césarea de calendario y parió un bicentenario "sietemesino" para sacarle el jugo. A 1810 lo infló Billiken para que los escolares tuvieran que dibujar, pinturear, troquelar y adorar unas cabezas patriotas que pasados los tiempos ya fueron de futbolistas. Lo único cierto es que 1810 fue un buen boceto. No más. Unos tipazos atrevidos que impulsaron un cambio pero "todo a su medida y armoniosamente".

La placa tectónica recién tembló y dio a luz a la Argentina, en 1816. Fue recién entonces cuando empezamos a ser país. Provincias más puerto, no sólo Aduana. Pero K, sabedor que en capilla está y la justicia le sigue los pasos (y algún día lo alcanzará) optó por salvarse metiendo huevos en dos canastas: el Unasur y el Bi. Así especula evitar el cachetazo legal que entre nosotros solo recibe un Matón cuando pierde poder y la justicia recobra el propio. Obstinado ególatra que es, látigo en mano y capricho en boca, K. se cargó la historia y mandó a celebrar una patria nonata todavía. Tan mercader como Menem (a quien bien elogió y luego testiculeó), arrugó el almanaque para inventar una previa de 2016. Y allí nomás, raudo, se proyectó al futuro, extrajo a 2016 de su efeméride y lo puso al servicio de su interés. Será Harpagón pero lenteja no es. Y como "en país de ciegos el tuerto es rey", la espectacular inversión le arrojó flor de beneficio: un 9 por ciento de kirchneristas más, según última encuesta en calle. E la nave va.

Tanto es así, que el Fasto Trucho proseguirá estirándose por todas las provincias a fin de que dure hasta la antesala misma de las urnas de 2011. ¿Otro 9 por ciento más? Podría ser, con lo que sus escuálidos 20, más éstos 18 de la operación Bi completa lo pondrían en los bordes del 40 por ciento. Nada menos que en el número mágico con que su colega y ex cómplice riojano consiguió hipnotizar a los nabos radicales en la Convención del 94. Al menos para este Semanario, así es la cosa. K es hábil al cuete, pero es hábil. En lo suyo es un Madoff. No se si leyó de Borges el "Nadie es la patria, pero todos lo somos". Dudo que ese verso le haga temblar la piel. La patria es él y la Caja. No es calumnia: es diagnóstico.

Llevaría renglones (muchos) enumerar en columna tan breve, los casos de corrupción que lo implican de pleno, por cercano o por interpósitas personas. Hasta Coscia degrada sus neuronas justificando que el jefe se forre para poder así combatir mejor al capital y adelantar la revolución. Reflexión para reír (y de inmediato para llorar). Si ya llevan siete años dejándolo forrarse ¿cómo se entiende que la población 2010 se componga de 12 palos de pobres, 4 de indigentes y 26 vueltos de espalda?.

Más en estilo boutique, Macri fue la otra cara de lo mismo. Hizo "la gran Menem" con su reiterado y obsceno "el Colón es mío, mío". Le faltó disfrazarse de Calaf y recibir a los invitados al grito de "Venceré". Quienes seguro gritarán "Perdimos" son los porteños. El lujito del Colón costó lo que en equivalente suma faltará en bienestar. Para acabar las obras, el propio Macri dispuso recortes en salud y educación. En suma. Ni K ni Calaf podrán ufanarse de la verdadera fiesta que se vivió en las calles. El pueblo vibró por sí mismo y fueron los artistas no los políticos los que alimentaron el fueguito inapagable de la celebración. El bolsillo puede mandar y deformar. El corazón espera. Corsi e recorsi. Olas que vienen. Olas que van. La histora también menstrúa. Cuando pase esta resaca volverá a verse el sol. Soñemos. No está lejos el Gran Desfile del Bicentenario 2016 . Puede que hasta haya una carroza alegórica que recuerde La Corrupción

sábado, mayo 29, 2010

 
Por Rosendo Fraga


El Bicentenario confirmó el conflicto que imponen los Kirchner

El desplante de Cristina Kirchner a Mauricio Macri con su ausencia en la reinauguración del Colón y a Julio Cobos, dejándolo afuera de la lista de invitados a la cena en la Casa Rosada revelan que lel matrimonio presidencial traslada al plano institucional los conflictos políticos que generan.

La conmemoración del Bicentenario puso en evidencia el nivel de conflicto que el oficialismo le imprime a la política argentina. La decisión de la Presidente de no asistir a la reinauguración del Teatro Colón, argumentando que, Mauricio Macri, había criticado a su esposo, fue la expresión más visible de esta actitud.



El Jefe de Gobierno respondió asistiendo a la comida que el 25 por la noche dio Cristina Kirchner para cerrar los festejos del Bicentenario. A ella no fueron invitados los ex presidentes democráticos que están vivos: Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde, como tampoco Adolfo Rodríguez Saá en el caso que se lo hubiese considerado como uno de ellos. Tampoco fue invitado el Vicepresidente Julio Cobos, la figura con mejor imagen de la oposición.



Solo un par de dirigentes opositores fueron invitados a esta comida, entre ellos Raúl R. Alfonsín, buscando utilizar el Gobierno la imagen favorable que su padre y ex presidente mantiene en la opinión pública.



Por su parte, las figuras más importantes de la oposición concurrieron en la noche del 24 a la reinauguración del Teatro Colón, al igual que ex jefes de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con lo cual Macri buscó diferenciarse aún más del oficialismo nacional. Pero este clima de división política no tuvo manifestación alguna en los millones de personas que se movilizaron en las calles para festejar la fecha, entre el 21 y el 25 de mayo.



Tensión institucional



Este nivel de conflicto se dio también en el plano institucional. La no invitación a Julio Cobos a la comida del 25 de mayo -que sí concurrió al Colón- implica que no sólo fue excluido como Vicepresidente, sino también como Presidente del Senado, siendo además quien preside la Asamblea Legislativa.



El Presidente de la Suprema Corte (Ricardo Lorenzetti) asistió también al acto del Teatro Colón, argumentando que se trataba de un símbolo de todos los argentinos, pero coincidiendo al mismo tiempo con la mayoría de la dirigencia opositora que opinó de la misma manera. Varios gobernadores opositores, como el de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, y el de Chubut, el peronista disidente Mario Das Neves, estuvieron presentes en el Teatro, mientras que la mayoría de los gobernadores alineados con el gobierno nacional no lo hicieron, pero sí estuvieron en la comida a la cual los invitó la Presidente.



La ausencia sin aviso de la Presidente al desfile histórico-militar que tuvo lugar el 22 de mayo mostró que mantiene su reticencia hacia las Fuerzas Armadas. Pese a que el 70% no tiene opinión favorable sobre la administración kirchnerista,- que el mismo día cumplió siete años-, ninguna fuerza opositora aprovechó para realizar manifestación alguna. Sólo la izquierda anti-kirchnerista se concentró en la Plaza del Congreso, en situación de fuerte aislamiento.



Conflictos de poder



La conflictividad también se hizo presente en la relación del kirchnerismo con factores de poder. En los portales de entrada al Paseo del Bicentenario instalado en la Avenida Nueve de Julio, había grandes murales con críticas hacia la actuación no solo de las Fuerzas Armadas, sino también de la Iglesia Católica y la prensa durante el último gobierno militar.



La realización de dos tedeums paralelos, el tradicional en la Catedral de Buenos Aires, a cargo del Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor Bergoglio, y el de Luján, al que asistió la Presidente, fue una manifestación más del conflicto existente entre el oficialismo y las autoridades del Episcopado.



Importantes figuras de la oposición eligieron asistir al Tedeum de la Catedral porteña. El conflicto con el campo no cesó durante la conmemoración, optando la Comisión de Enlace de las entidades del sector por conmemorar en las rutas la fecha patria, al cumplirse también dos años de la protesta del campo que tuvo lugar en ellas. La Asociación de Empresarios Argentinos (AEA), cuyos miembros sufrieron fuertes presiones del oficialismo para que renuncien a ella, emitió una declaración con motivo del Bicentenario, reiterando su reclamo de mayor seguridad jurídica.



Para el 25, ya se había hecho evidente que las posiciones sectarias de la dirigencia generaban costo político y por esta razón, tanto la Presidente como los gobernadores buscaron mostrarse más conciliadores.

 
Bicentenario: entre el sainete y el drama


Los festejos oficiales incluyen una buena porción de conflictos, pero si los de dos siglos atrás formaban parte de la volcánica energía que acompaña la erupción dramática de identidades y nacionalidades, los actuales tienen más bien el formato bufo del sainete y el aire enrarecido de la decadencia.

Dos siglos atrás, en un mayo un poco más lluvioso que el actual, con el respaldo activo del popolo grasso (la “gente decente”) de la Ciudad de Buenos Aires, la mirada lejana del pueblo de las orillas y la aún más distante de las provincias, se establecía la Primera Junta de gobierno autónoma en el Virreinato del Río de la Plata. Autónoma pero no independiente de España; por el contrario, invocaba la autoridad del rey Fernando VII, cautivo de Bonaparte. La independencia sería el fruto de un proceso cruzado por la guerra.



La representatividad de aquella Junta era local; ese gobierno duraría pocos meses, sería reemplazado en diciembre por la Junta Grande, constituida ya con representantes de las provincias. En abril de 1811, la autoridad de la Junta Grande (cuestionada por sectores jacobinos que preferían la junta chica) sería respaldada por una gran manifestación de los quinteros y trabajadores humildes de los bordes de la ciudad, encabezada por el secretario de Cornelio Saavedra, Joaquín Campana, y sostenida por los regimientos militares. El país nació del conflicto (mundial: debilitamiento del poder español por la doble circunstancia de la invasión francesa a su territorio y por competencia británica en los mares) y nació sumido en conflictos propios.



El inicio de aquel proceso que concluiría con el desmembramiento del Virreinato (si se quiere, de su sucesión autónoma: las Provincias Unidas del Río de La Plata) y la construcción de varios estados separados e independientes (de España y entre sí), es lo que se celebra en estos días en los fastos del Bicentenario.



El aire enrarecido de la decadencia



Los festejos oficiales incluyen una buena porción de conflictos, pero si los de dos siglos atrás formaban parte de la volcánica energía que acompaña la erupción dramática de identidades y nacionalidades, los actuales tienen más bien el formato bufo del sainete y el aire enrarecido de la decadencia.



La cena oficial que ofrecerá el Poder Ejecutivo en el Salón Blanco de la Casa Rosada no contará con la presencia del vicepresidente Julio Cobos. Tampoco con la de los ex presidentes electos democráticamente. “Las razones de estos giros, que serían caricaturescos si no afectaran la vida pública, responden a lo peor del estilo político nacional –escribió Beatriz Sarlo en La Nación-. A la comida que se realizará en la Casa de Gobierno asistirá un solo ex presidente, Néstor Kirchner. La exclusión de los presidentes Menem, De la Rúa y Duhalde, así como la del actual vicepresidente, es un dato insólito: no se invita a la gente por su balance de gobierno, sino por la investidura que ejercieron. Con el rasero de la presidente, si Raúl Alfonsín viviera aún, no habría sido invitado. La señora de Kirchner parece concebir que su alto cargo no es una misión que exige responsabilidad y comportamientos rigurosos, sino una patente que la habilita a actuar de acuerdo a veleidades personales.



Con la misma falta de ponderación de sus deberes, la presidente decidió no asistir a la tradicional función de gala del Teatro Colón, que esta vez implica además su reinaguración, tras una costosa y extensa obra que el gobierno de la Ciudad de Buenos concluyó en tiempo y forma. De hecho, se trata de la obra más significativa y emblemática relacionada con esta celebración.



Es cierto que en este caso, como apunta Sarlo, “encontró a alguien que se comportó de modo igualmente egocéntrico y arbitrario, alguien que trasladó sus quejas al escenario de la fiesta patriótica”. El jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma le ofreció una excusa a la señora de Kirchner cuando, tras invitarla a la función que organiza el gobierno porteño, declaró públicamente que "si va con su marido habrá que sentarse al lado, pero no me pone contento”. Una vez más, Beatriz Sarlo recortó el hecho con precisión: Macri –dijo- “hablando como jefe de gobierno, no debe declarar que no estará contento al recibir en el Teatro Colón, el 25 de Mayo, al marido de la Presidenta. Nadie le pide que diga que sentarse al lado de Néstor Kirchner fue su sueño. Nadie le pide que exagere un tenor amistoso que no siente. Simplemente, un político en funciones de gobierno se calla la boca.”



Hay de todos modos una diferencia entre la inhospitalaria frase del jefe de gobierno y la decisión de la señora de Kirchner. Macri señaló que una situación le resultaba incómoda pero adelantó que, como hecho, se resignaría a esa incomodidad; y no dejó de invitar a la presidente y a su esposo.. La señora, en cambio, respondió con palabras (calificó, injustamente, de hipócrita la actitud de Macri que, por el contrario, podría juzgarse de inoportunamente franca) y también con el hecho de la inasistencia. Es el hecho lo que – como en el caso de la no invitación a Cobos y a los ex presidentes- la califica (o descalifica).



Chisporroteos



Estos chisporroteos polémicos de líderes autorreferenciales y caprichosos son expresiones de una crispación que recorre íntimamente las celebraciones del Segundo Centenario. No debería ser una sorpresa: esa atmósfera nerviosa y confrontativa es la que ha reinado hasta ahora y no será una fiesta la que produzca el milagro de modificarla.



A principios de la semana del Bicentenario, un numeroso grupo de abogados de la Ciudad de Buenos Aires se dirigió al Presidente de la Corte Suprema a través de una solicitada en la que evocó ese clima de enfrentamiento y ensañamiento: “A nuestra Asociación le preocupa, señor Presidente, la situación actual de injusticia y enemistad interna, que también –seguramente- desvela al alto Tribunal”.



Alarmados por las consecuencias sobre la administración de justicia de una tensión que se remonta a la década del 70 del siglo pasado, los abogados apuntaron que “a nosotros nos mueve nuestro deber irrevocable de abogados, y nuestra obligación primaria de ciudadanos, por la Justicia y la Concordia. No exaltamos retrospectivamente los crímenes de unos u otros, ni propiciamos repetir hoy las demasías de ayer, como esos grupos de presión que, convertidos en parásitos de la curia, lo hacen a diario. No intentamos, tampoco, legalizar en actas judiciales una versión sagrada de la historia, haciendo que los jueces no juzguen personas sino que juzguen el pasado, como también oímos repetir diariamente. Queremos recuperar un derecho que dé a cada uno lo suyo, sin negar a nadie, por razones ideológicas, lo suyo correspondiente, y queremos recuperar la paz interior para poder, con espíritu de misericordia, acariciar cada herida del pasado y retirar la mano seca, en lugar de dejarlas sangrar a designio”.



Una ausencia



La palabra concordia, que pudo haber otorgado un sello de unidad nacional a la ocasión del Bicentenario, estará ausente de los actos oficiales, que han preferido una mirada facciosa, inspirada en la idea de una sociedad dividida entre justos y réprobos, donde los políticos que ejercen el poder comandan a aquellos y están llamados a distribuir absoluciones y castigos.



Sin embargo, aunque en la retórica y el pensamiento del poder el concepto de concordia (tanto como su práctica) esté ausente, en la sociedad empiezan a detectarse señales de búsqueda de esa mirada. Las encuestas muestran el crecimiento de esa expectativa tanto como el incremento en imagen positiva de los dirigentes que despliegan ese mensaje: entre los radicales, tanto Julio Cobos como Ricardo Alfonsín parecen encarnar ese talante. En el peronismo, la prédica a favor de acuerdos básicos de convivencia y políticas de estado proyectadas al futuro en que se ha empeñado Eduardo Duhalde se refleja ya en un marcado descenso de los reparos que antes había sobre él y en un parejo ascenso de su imagen.



Toma de distancia



La sostenida (y cada día más costosa) acción de propaganda del gobierno no consigue prevalecer frente a esas tendencias de fondo. La opinión pública, en una proporción muy amplia, ha tomado distancia del gobierno y está a la búsqueda de figuras y valores que estén en las antípodas de lo que el oficialismo representa. Muchos actores de lo que el gobierno considera “propia tropa” evalúan modos de toma de distancia del sistema K.



En la actualidad, los gremios no lo hacen tanto por especulaciones electorales (que todavía observan lejanas), como por motivos propios: la distribución del ingreso se ha vuelto regresivo para la mayoría de los trabajadores, incluso para la mayoría de los trabajadores asalariados formales. Cuatro de cada diez trabajadores se desempeñan en el sector informal de la economía y están, así, como los últimos orejones del tarro del ingreso salarial. De los otros 6, sólo un 20 por ciento cobra salarios importantes, que oscilan entre 5 y 6.000 pesos mensuales. Ese sector vendría a representar en la actualidad a lo que antiguamente se conocía como aristocracia sindical: pertenecen a gremios que, sea porque están colocados de actividades de alta productividad o porque son contenidos por organizaciones políticamente ligadas al sistema de poder kirchnerista, reciben ingresos hasta cinco veces mayores que el resto de la masa trabajadora.



En esa situación de privilegio relativo se encuentran, por caso, camioneros o mineros. Según la consultora Equis, una empresa especializada cercana al oficialismo, el 20 por ciento de los trabajadores privados, vinculados a esos sectores “aristocráticos” capta la mitad de la masa salarial global, mientras el quintil inferior del sector asalariado recibe diez veces menos.



La diferencia distributiva en el seno de la masa de asalariados también es significativa desde una visión territorial. La consultora que conduce Rogelio Frigerio, Economía y Regiones, apunta por caso que mientras el salario privado promedio en Santa Cruz (la provincia emblemática del poder kirchnerista) es de casi 7.000 pesos mensuales, en la provincia de Santiago del Estero a gatas alcanza a los 2.475 pesos.



Esa deficiencia distributiva, regional y sectorial, dependiente de la productividad y también de la presión política, funciona en estos días como motor de una carrera por incrementos de sueldo en las negociaciones paritarias. Los analistas consideran que esa puja tendrá influencia sobre la marcha de la inflación, aunque seguramente la principal fuente inflacionaria residirá en las dificultades del Estado para financiar un gasto creciente. Las ilusiones vendidas por el ministro de economía, Amado Boudou, en el sentido de que la Argentina accedería a financiamiento barato razonable merced al canje de deuda que él promovió, parecen destinadas a una frustración.



El diputado Claudio Lozano, uno de los líderes de “Proyecto Sur”, el movimiento que encabeza Fernando Solanas, consideró que "el canje de deuda fracasa estrepitosamente” porque “era desde un comienzo una política equivocada y sinsentido, en un contexto donde el mundo en términos financieros se estaba cayendo a pedazos". Para Lozano la negociación y el canje constituyen “un negociado absolutamente escandaloso" en el que “determinados actores a precios de remate los bonos de la deuda argentina" obteniendo "un 80 por ciento de ganancia en dólares". El canje, sin embargo no redundará, como anunciaba Boudou, en acceso a créditos razonables. La Argentina sigue al margen del mercado de crédito y gasta por encima de sus ingresos.



La debilidad del gobierno



Los gremios se defienden de la inflación pasada, no convalidada por el INDEC, y también de la futura, a la que contribuyen de todos modos con su puja por ingresos. El gobierno está débil frente a los gremios. También se lo ve débil ante la Justicia, más allá de que aún pueda conseguir que magistrados cautivos procesen a sus adversarios. Conviene observar la reciente sentencia de la Corte suprema sobre decretos de necesidad y urgencia. Ese fallo, referido a un DNU de tiempos en que Eduardo Duhalde presidía el país, se proyecta al futuro. Y no sólo en lo específico, es decir, en la puntualización de que para que esos decretos tengan validez “deben existir circunstancias especiales, como que las Cámaras del Congreso no puedan reunirse por circunstancias de fuerza mayor,” o cuando el conflicto "sea de una urgencia tal que deba ser solucionada inmediatamente, en un plazo incompatible con el que demanda el trámite normal de las leyes". Ya esos condicionamientos restringen la posibilidad de que el Poder Ejecutivo decida legislar en lugar del Congreso. De hecho, si este fallo hubiera existido unos meses atrás, hay DNU firmados por la señora de Kirchner que habrían caído en la zona de la invalidez.



De todos modos, el fallo de la Corte tiene un alcance si se quiere más significativo. El alto tribunal indica a través de él una decisión de actuar en determinados asuntos como tribunal constitucional, un rol que hasta ahora venía esquivando. Esa función puede volverse especialmente relevante en la discusión sobre la ley kirchnerista de medios, que toca varios puntos de jerarquía constitucional. Hasta el momento, desde fines del 2009, pese a sus denodados esfuerzos, el gobierno no ha conseguido que se aplique esa ley que hizo aprobar a los restos de aquel Congreso-escribanía que le funcionó durante seis años.



El inicio del Bicentenario, un fasto que encontrará su conclusión y perfeccionamiento en 2016, proyecta por ahora sombras de conflicto y debilidad política, del gobierno y de la oposición; de superficialidades, caprichos, tensiones e inquietantes pesquisas sobre corrupción. La Argentina ha conocido otros momentos de vacilación, crispación y decadencia de los que supo salir con la activa pasión de sus ciudadanos. Hace falta que ese mecanismo de control político esté en marcha y en capacidad de imponer condiciones antes de que las normas para votar y contar los votos el año próximo queden en manos de los pícaros.

martes, mayo 18, 2010

 
Maya: “Oyarbide me dijo que el Gobierno quería avanzar sobre Macri”
El ex senador peronista denunció que el propio juez le confesó “presiones del Gobierno” y que "el destinatario final" de la causa por espionaje porteño era el jefe de Gobierno de la Ciudad.
El ex senador justicialista Héctor Maya reconoció esta mañana que en noviembre pasado el juez federal Norberto Oyarbide le contó que en la causa por espionaje "el destinatario final" era el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, estoy acorralado y me lo tengo que llevar puesto. En ese sentido, Maya recordó que diez días antes de que se confirmara el procesamiento de Macri, lo visitó en su despacho y le avisó de lo que iba a suceder, aunque el líder de PRO no le creyó."Macri se sorprendió porque tiene poca credibilidad sobre esto porque hace poco que está en política, tiene la inexperiencia de no saber lo que es pelear por el poder", indicó sobre ese momento en que le advirtió sobre el desarrollo de la causa.Maya, que fue juez de Oyarbide como senador, reveló que en su charla con el magistrado en un comedor "verifiqué esta afirmación que el destinatario final de esta causa era Macri, me he convencido por cómo se desarrollaron los hechos de que Oyarbide como Servini de Cubría o están todos secuestrados o son todo terreno del Gobierno"."Me dijo que no tenía absolutamente nada contra el `Fino` Palacios. Me señaló también la presión del Gobierno para ir por Macri", dijo Maya en declaraciones radiales.Y agregó: "Evidentemente es una operación política en los Tribunales. No sé a cambio de qué, pero no sometería el destino de mi vida a la decisión de Servini, que tiene secuestrado y preso al peronismo desde hace 10 años y no llama a elecciones. Es un desmoronamiento de la Justicia en niveles que nunca se han visto".Por último, Maya afirmó que sabe "que corro riesgo diciendo lo que escuché, porque al único que tengo como testigo es a mi honor".

 
La nueva tarea de Zannini: redactar decretos con proyectos de la oposición
Desde que el kirchnerismo quedó en minoría en el Congreso, el secretario Legal y Técnico y escriba de cada medida oficial toma iniciativas de la oposición que molestan a la Casa Rosada y diseña una contraofensiva con un decreto de necesidad y urgencia. Su proceder consiste en mezclar fragmentos de esos proyectos con otros más a tono los deseos de Olivos. Y así Cristina Kirchner se evita de negociar leyes.
“Tendría que cobrar derecho de autor”, afirmó, algo irónico, el senador Carlos Verna, mientra se trataba su proyecto para habilitar al gobierno a usar reservas para cancelar pagos de la deuda externa. La iniciativa fue presentada el 3 de marzo, dos días después que la presidenta anunciara con bombos y platillos el decreto 298, que creaba el mismo instrumento para realizar igual trámite.

Verna, que siempre había dicho no oponerse al uso de reservas si se disponía por ley, había acepado acercar el borrador de su proyecto a la Casa Rosada. No imaginó para que lo que venía era un plagio de la mayoría de los artículos. Por si fuera poco, no sería la última vez que fragmentos de un proyecto del pampeano se conviertan en un decreto. Es que él y su coterránea, María de los Ángeles Higonet, firmante de cada iniciativa suya, vuelcan el recinto a favor del oficialismo o de la oposición, quienes, salvo nuevas sorpresas, sin ellos se dividen en partes iguales. El DNU que dispone un plan para refinanciar deudas provinciales incluyó la utilización de los sobrantes de los Aportes del Tesoro Nacional del año pasado, iniciativa también propuesta en un reciente proyecto de Verna, ya con dictamen de comisión, que plantea coparticipar regularmente los excedentes de ese fondo. La estrategia se repite. Zannini toma proyectos que fastidian al gobierno, extrae las partes que menos disgustan y los completa con algún incentivo extra a algún sector de la oposición. Así busca (y logra) desconcertar a los no oficialistas y, sobre todo, que aquellas medidas trascendentes salgan por decreto. Lo trascendente, para los Kirchner, es todo lo que pone en juego el dinero que almacenan en el Tesoro. Vanidoso del derecho administrativo, “el chino” apuesta a que Cristina Kirchner aproveche que la ley que regula la implementación de los DNU establece que tendrán fuerza de ley hasta tanto no sean rechazados por las dos cámaras del congreso, previo dictamen de la Comisión de Trámite Legislativo. Loa oposición logró aprobar en Diputados un proyecto para cambiar ese procedimiento. El Senado, donde no hay mayorías ni minorías, nunca lo trató. Las pruebasVerna sabe que si pide derecho de autor Zannini debería concedérselo. Después de aclarar que estaba dispuesto a apoyar por ley el uso de reservas pero no por decreto, diseñó un proyecto distinto a aquel DNU de diciembre con el que el Gobierno aprovechó el receso del Congreso para autorizar el uso de reservas, bautizado como Fondo del Bicentenario. Dispuso que pueda echarse mano a 4382 millones de dólares del Banco Central para cancelar deuda con acreedores privados, en vez de hacerlo con 6.559, cifra que incluía pagos a organismo multilaterales. Esa diferencia propuso cubrirse la legislación vigente. Enterado de que eso era posible, Zannini repitió la fórmula para su nuevo DNU. El artículo 3 del DNU es un calco de los primeros párrafos del artículo cuarto del proyecto Verna. “El BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA recibirá como contraprestación un instrumento de deuda emitido por el Tesoro Nacional consistente en una letra intransferible denominada en DOLARES ESTADOUNIDENSES (U$S), a DIEZ (10) años de plazo, con amortización íntegra al vencimiento, la que devengará una tasa de interés igual a la que devenguen las reservas internacionales del BANCO CENTRAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA para el mismo período y hasta un máximo de la tasa LIBOR anual menos un punto porcentual. Los intereses se cancelarán semestralmente”, dicen los dos, con mayúsculas y todo. Los dos artículos sucesivos del DNU, más de instrumentación técnica, también son copiados a lo que sería un proyecto de ley. De éste Zannini no incluyó la obligación de devolver al tesoro las reservas extraídas por el anterior decreto y nunca utilizadas. Y agregó la creación de una comisión bicameral para seguir el detalle de las operaciones. El DNU ya fue rechazado por Diputados pero en el Senado no hubo consenso par hacerlo. Y está vigente. Aunque menos grosero, Zannini usó técnicas de plagio parecidas para redactar el decreto 660/2010, que dispone una onerosa refinanciación a 30 años de las deudas que las provincias tienen con la Nación. El artículo 2 dispone algo ya propuesto en otro proyecto de ley de Verna, con dictamen de comisión y firmado por casi todos los bloques: la utilización de los excedentes que quedaron del año pasado de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) (cifra superior a los 9800 millones de pesos) para cancelar parte de los pasivos provinciales. Aquí, en realidad, hay una diferencia sustancial: el proyecto plantea una coparticipación entre todas las provincias mientras que el DNU sólo lo distribuyen entre las que tienen deudas. Excluye así a cinco: La Pampa, San Luis, Santa Fe, Santa Cruz y Santiago del Estero. A la hora de votar, no dejan de ser una minoría.Además de no hacer diferencias entre provincias deudoras o acreedoras, el proyecto que Verna intentará igual llevar al recinto, establece que los sobrantes de los ATN se coparticipen regularmente. Es un buen ejemplo de cómo los Kirchner, a veces, ceden en parte: rendidos a ser una minoría parlamentaria, aceptan repartir los aportes del año pasado pero pretenden acolchonar los del año que viene. A cambio, ofrecen una refinanciación de las deudas que compromete el gobierno siguiente. Al ser tan favorecidas la refinanciación del resto de su deuda, difícil le será a cualquier gobernador con deudas no indicarle a sus legisladores que avalen ese DNU. En el Senado cuentan que, incluso, hubo varios mandatarios que metieron mano en su redacción final, que por causas desconocidas llegó recién dos días después del anuncio oficial. En definitiva, mo siempre alcanza con lo que ya hizo otro.

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