lunes, noviembre 14, 2011

 
El problema del dólar conduce a 3 temas que Cristina



Fernandez necesita que no se instalen:



> la idoneidad de sus colaboradores,






> la fortaleza del sistema bancario (ya cuestionado por la calificadora Standard & Poor's), y






> el volumen real de reservas internacionales del Banco Central con libre disponibilidad.



Luego aparece la cuestión de la supuesta conspiración política, que es un argumento al que apelan los del Frente para la Victoria cuando no entienden un problema o no quieren comprenderlo o no quieren ceder ante una evidencia.



Por eso fue incrementado el volumen mediático del conflicto por los controladores aéreos con uno de los varios sindicatos (en este caso, el del personal técnico) con presencia en Aerolíneas Argentinas.



Si Cristina querría realmente ordenar la situación de Aerolíneas, debería haber comenzado por disciplinar al sindicato de pilotos que dirige Jorge Pérez Tamayo, y antes de perder cientos de millones de dólares estadounidenses que tanto precisa en estos días, pero le ha permitido todo.



Ahora, ante el conflicto con el sindicato del ex funcionario de Néstor Kirchner, Ricardo Cirielli, pero la necesidad de intentar ocupar la agenda de la opinión pública con otro tema, Cristina ordena ir contra los de APTA.



Es cierto: el sindicato cometió un error con su conflicto pero ni es el más grave ni es el más complejo. Sí es a destiempo: Cristina necesita



> demostrar autoridad,



> demostrar gestión, y



> que no se hable del dólar.



"A dos semanas del cepo cambiario, el corralito verde se transformó en el mayor problema económico que afrontó el kirchnerismo desde 2003 y los intentos de solucionar las distorsiones causadas profundizan la corrida contra los depósitos en dólares, aumentan el diferencial entre el dólar oficial y el blue y suben la cantidad de negocios en las cuevas.



Entre los economistas heterodoxos, militantes fieles y aplaudidores entusiasta de cada logro del gobierno, la crisis establecida por impericia está comenzando a poner nerviosos a sus mayores figuras, pero en todos hay una constante: no entienden las características del problema creado por el gobierno y lanzan posibles soluciones que podrían espiralizar la crisis.



Para el titular de la Unidad de Investigaciones Financieras, José Sbatella, la corrida contra el dólar se trata “de una decisión de un grupo político”;



para el ministro de Economía y vicepresidente electo, Amado Boudou, “hay sectores que buscan generar preocupación”;



Jorge Gaggero culpa a las multinacionales y al 1er. centil de ingresos por el 65% de las fugas de divisas;



Haroldo Montagú, del Plan Fenix, señala hacia los tratados de inversión con otros países; y



Mario Rapoport asegura que las multinacionales envían remesas a sus casas matrices por la crisis en los Estados Unidos y Europa (“necesitan nuestros dólares”, asegura).



Los economistas heterodoxos entienden que la crisis actual poco tiene que ver con cualquier otra crisis financiera, bancaria o cambiaria que haya tenido la Argentina en los últimos 40 años, pero algunos miran la crisis del 1930 para buscar soluciones (?), mientras que otros realizan comparaciones con otros países del mundo o de la región para minimizar el fracaso del operativo policial que hace dos semanas aplica el gobierno (?).



Ante la multicausalidad del fenómeno, las enmiendas que se plantean son diversas y, a veces, contradictorias:



> desdolarizar la economía (como si los últimos 8 años no hubiese ocurrido esto),



> desdoblar el dólar,



> establecer una comisión para determinar qué rubros de la economía pueden acceder a divisas a un precio y cuáles a otros mucho mayor,



> prohibir la venta minorista,



> vedar la remesas de ganancias a las casas matrices de las multinacionales,



> derogar todos los tratados y convenios de inversión con el exterior,



> nacionalizar los depósitos en moneda extranjera y convertir los dólares en los bancos en pesos en forma compulsiva.



Frente al variado menú potencial de locuras, la falta de señales claras sobre los pasos que dará la Casa Rosada no hace más que crispar a los inversores y los rumores apura a los ahorristas a sacar sus dólares de los bancos, aunque el periodismo militante ignore lo que ocurre en la City, el periodismo económico militante lo considere casi un tema anecdótico y la clase política no hable del tema para no ser considerada cómplice de la fuga de divisas y el retiro de depósitos de los bancos.



A los operadores económicos no les preocupa que los asesores de la Presidente de la Nación le hayan dicho decir a Cristina Fernández que el Fondo Monetario Internacional es acreedor de la Argentina (un gravísimo error financiero y económico), sino la posibilidad de que la Casa Rosada intente aplicar la misma estrategia que contra la reacción que se levantó en el campo por la Resolución 125, es decir, lanzar una guerra encarnizada.



En la semana, mientras llamaban a los bancos para que apuraran el ingreso de dólares de los exportadores, a las multinacionales para decirles que no podrán girar ganancias al exterior (se analizará caso por caso, dicen) y a los importadores para pisarle operaciones, Amado Boudou, la presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, intentaban calmaran los rumores, pero los comportamientos contradictorios aceleraban las compras de divisas y la salida de depósitos.



Por ejemplo, el Banco Central anunció que dejó de tomar deuda con bancos europeos y, por eso, bajan las reservas; sin embargo, desde el miércoles comenzó a vender dólares por la mañana para exigir que se los devolvieran antes del cierre de la rueda.



Al mismo tiempo que el Banco Central pedía calma, no daba a conocer el informe sobre mercado cambiario y lo posterga hasta diciembre e iniciaba una política de crawling peg (minidevaluaciones controladas) dejando que el dólar oficial se deslizara un centavo diario sin explicar cuánto va a durar esta estrategia o cuáles son las metas de tipo de cambo.



Por su parte, la AFIP corta las importaciones un día a la mañana y las reabre por la tarde e impone una nueva regla: los despachante de aduana deben tener empleados, sino, son sospechosos y mandan a investigar a 2.882 (14% del total) por calificarlos de “riesgosos”. ¡Una verdadera locura!



Pero si de incoherencias de la AFIP se trata, el impacto que tuvo el cepo cambiario en el sector turismo, inmobiliario, venta de autos y electrodomésticos obligó a negociaciones, aclaraciones, lanzar excepcionalidades y dar explicaciones, confirmando gran improvisación y desconocimiento de la operatoria comercial a la hora de diseñar normas.



Tal como se hizo con la Resolución 125, el gobierno intento minimizar las dimensiones de la crisis. La AFIP asegura que en 10 días, las operaciones de cambio sumaron poco más de 200.000, y que fueron rechazadas menos de 2% del total de solicitudes presentadas (unas 2.500 inconsistencias). Entonces ¿por qué la preocupación del gobierno en imponer un cepo cambiario si 98% de los compradores están en situación regular fiscal y el mercado de divisas es de menor cuantía?



El Banco Central informó que sólo 11% de los argentinos compran dólares y que 90% de las transacciones la hacen 220.000 personas y empresas.



Entonces ¿por qué limitar el mercado minorista?



Y se fueron sólo 4,3% de los depósitos bancarios, ¿por qué liberó el BCRA US$ 2.000 millones para poder cumplir con la demanda de los ahorristas?



Entre los economistas heterodoxos critican que 1% de la población adquiere 33% de los dólares que se comercializan en la Argentina y que somos el 2do. país del mundo con mayor cantidad de divisas por habitantes luego de la Rusia. No conocen historia económica local.



La realidad contrasta contra el discurso oficial.



A 2 semanas del operativo policial, el gobierno no tiene respuesta del



> porqué se fueron US$ 68.000 millones en los últimos casi 3 años,



> porqué en 2 semanas se fueron la mitad de los dólares que ingresaron en los bancos en todo 2011; o



> porqué se fueron más de US$ 1.000 millones que estaban en plazos fijos y cajas de ahorro.



Si la situación fuera normal, el ministro de Economía y la Presidente del Banco Central no tendrían que prometer a los banqueros extranjeros que no se nacionalizarán los encajes de los depósitos en dólares o que no se pesificarán las colocaciones en divisas.



Si la situación fuera normal, Washington no seguiría votando contra la Argentina cada vez que se analiza un crédito en organismos multilaterales, ni las calificadoras de riesgo criticarían la situación de algunos bancos o la obligación de traer inversiones en el exterior de las aseguradoras.



El gobierno, que intenta definir al enemigo que causa la corrida sobre el dólar y los depósitos en divisas (para aislarlo y atacarlo, como hizo con el campo en 2008, para luego culparlo de maniobras destituyentes, por causar la corrida antes de la jura del segundo mandato de Cristina Fernández) no reconoce que si no se hubiesen retirado US$ 26.000 millones del BCRA en los últimos 3 años, esta corrida nunca se hubiera producido.



Cuando Cristina Fernández y Néstor Kirchner ordenaron al entonces presidente del BCRA, Martín Redrado, usar las reservas para hacer pagos de deuda corriente, fueron muchas las voces que alertaron que la maniobra tendría un impacto directo en la cotización del peso contra el dólar. Ahora estamos pagando las consecuencias.



Con la Resolución 125, el gobierno buscó un camino para hacer frente a cubrir el gasto que financió la elección de Cristina Fernández como Presidente de la Nación.



Con el manoteo de las reservas del Banco Central se pagó la reelección de su heredera. Ahora... que la Casa Rosada fabrique un enemigo al cual demonizar, cercar y culpar de la fuga de divisas... es hipocresía política.



Como el gobierno sabe que no podrá recurrir al BCRA para financiarse y que la Anses tiene plazo limitado para ser el prestamista preferido, reducir subsidios es la forma tardía de cubrir el despilfarro.



Pero como la contabilidad creativa es gran aliada del gobierno, al mismo tiempo que bajan subsidios, mantienen la partida (y la incrementan 20%) para 2012, para poder tener un excedente de caja para usar políticamente. No es mucho, sólo $ 20.000 millones de libre disponibilidad para iniciar el 5º año de mandato de Cristina Fernández.



Pero la improvisada estrategia que el gobierno para bajar subsidios puede ser contraproducente dado que no se conoce el impacto real que tendrá en el bolsillo de las familias una medida de este tipo. Mientras la consultora Abceb.com asegura que sólo subirán las tarifas 5%, los bancos y empresas afectados hablan de valores que van del 150 al 300%. ¿Imaginan esos impactos sobre el poder adquisitivo de los hogares?



En la dinámica de acción política del cristinismo talibán, jamás el gobierno reconocerá un error. Siempre buscará un culpable que pague los costos políticos de sus equivocaciones. Por eso, si la fuga de divisas no frena y cesa la salida de depósitos en dólares de los bancos, las malas medidas podrían ser seguidas por una cacería de brujas. Meter a algunos inversores o cambistas presos, puede ser el siguiente paso del cepo cambiario."

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