jueves, marzo 05, 2015
Khalil y D’Elía cobraron U$S 6 millones de Irán
Juegos de simulación
Hasta ahora se creía que Khalil era un
vendehumos sin dinero, pero ahora surge que le comunicó al prófugo Moshen
Rabani que la embajada le liquidó el dólar blue a $ 8,80 cuando estaba
cerca de 10 pesos y que por esa operación había perdido una diferencia de
40.000 pesos. Podría tratarse entonces de que haya estado simulando pobreza
cuando en realidad se había quedado con una parte importante de los 6 millones
dólares que el gobierno de Irán le pagó a D’Elía, que habría asegurado que esa
suma la reclamaban Oscar Parrilli, entonces Secretario General de la Presidencia,
y el diputado de La Cámpora Eduardo “Cuervo Larroque. También señalamos que
Parrilli y Larroque no tenían nada que ver porque, además, cuentan con otros
medios menos peligrosos para hacerse de dinero proveniente de la política. Esta
escucha en la que Khalil reconoce que compró un campo en La Pampa pocos meses
después de la firma del Memorándum de Entendimiento confirma entonces prueba
nuestra primicia: D’Elía y Khalil habrían estafado a
la embajada iraní cobrándole 6 millones de dólares por el levantamiento de las
circulares rojas.
Hay una circunstancia muy relevante en
la trama que descubrió Alberto Nisman, de la cual no nos podremos enterar a
través de las escuchas que se difunden en el programa de Jorge Lanata por Radio
Mitre. Se trata de que el piquetero cristinista Luis D’Elía y su jefe, el
operador iraní Jorge Yusuf Khalil, le habrían cobrado a la embajada iraní en
Buenos Aires la suma de 6 millones de dólares. La misma, distribuida en muchas
entregas, habría sido retirada por el piquetero en bolsas de residuos de la
embajada ubicada en la avenida del Libertador. Algunas de las valiosas bolsas
habrían contenido hasta 500.000 dólares, siendo los restantes pagos bastante
menores, por miedo a los robos y al seguimiento que podrían sufrir por parte de
servicios de inteligencia no amigos. Esa fortuna se la habrían repartido entre
Khalil y D’Elía. Pero en las escuchas siempre gira el nombre de Oscar Parrilli,
entonces Secretario General de la Presidencia y que pasó hace poco a la SI para
cuidar las espaldas presidenciales, aunque con escaso éxito. El otro político que
nombra el piquetero en las escuchas es el diputado nacional Andrés “Cuervo”
Larroque, para demostrarles a los iraníes que ambos, Parrilli y Larroque,
también cobrarían la parte de los fondos entregados cuando se aprobara en el
Congreso de la Nación el Memorándum de Entendimiento con Irán. Según nuestras
fuentes, el diputado camporista nunca recibió un dólar, pero la situación de
Parrilli sería vidriosa, ya que siempre estuvo atrás de los movimientos de
D’Elía.
Un final de tramposos
Por su parte, el jefe de Quebracho,
Fernando Esteche, habría cobrado 10.000 dólares mensuales de la embajada iraní
pero, generoso, los habría repartido entre la plana mayor de Quebracho,
quedándose con una parte pequeña. La embajada persa, al ver que el tiempo
pasaba y que el gobierno argentino no impulsaba el levantamiento de las
circulares rojas que afectaban a cinco ex funcionarios sospechosos de organizar
el atentado a la AMIA, tal como prometían el piquetero y Khalil, terminaron no
aprobando el Memorándum en el parlamento iraní. Al tiempo se habrían dado
cuenta de que una vez más había aparecido la viveza criolla y que los habían
estafado. Entonces empezaron las sanciones: por ejemplo, echaron a Khalil de la
mezquita chiíta de Floresta. Hace un tiempo que los iraníes le apuntan al
piquetero con serios reproches y éste temería por su seguridad. Es que, si algo
le pasara, seguramente le echarían la culpa a la Mossad, el servicio de
inteligencia exterior de Israel. Aparte, enterados en Olivos de que D’Elía cobró
y no repartió, le habrían soltado la mano y los resultados están a la vista. Es
el único kirchnerista de los que aparecen en las escuchas al cual la Casa
Rosada no le puso abogado defensor.
Está claro que la intención del
cristinismo era darles impunidad a los acusados iraníes, no sólo a los que
estaban en las circulares rojas sino también a los otros tres, con el fin de
que el juez Rodolfo Canicoba Corral tomara las pseudo indagatorias en Teherán.
En realidad, se trataba de unas vulgares entrevistas y luego ese engendro
llamado Comisión de la Verdad decidiría que no había pruebas y los acusados
dejarían de serlo. Las supuestas indagatorias de Canicoba eran lo que Khalil
llamó “piripipí” en las escuchas telefónicas. De ahí que el famoso Memorándum
implicara la aceptación por parte del cristinismo de la impunidad de los
autores intelectuales del atentado a la AMIA, como lo estableció en su denuncia
el fiscal Alberto Nisman.