sábado, enero 15, 2011

 
¿Dónde estará Néstor?




El kirchnerismo es un proyecto transitorio parido por Duhalde. Si analizamos lo que está pasando hoy (las intenciones electoralistas del ex hombre fuerte de la provincia), el cuento de la renovación generacional era simplemente eso: una estrategia para retomar el poder cuando se calmaran las aguas. A diferencia de Perón, que llegó al gobierno con un fuerte apoyo popular, Néstor Kirchner debió invertir mucha energía en construir poder. Su táctica se apoyó en dos pilares fundamentales. Por un lado, “comprar” a los patrones de la provincia de Buenos Aires, cuya disposición a la venta no estaba contemplada en los ingenuos planes duhaldistas. Por otro, inventarse un pasado que le diera sustentabilidad ideológica a su propuesta. Juan Domingo también lo hizo, pero al tener un enorme respaldo, intentó fusionar su historia con la del país “grande”, no con una situación particular y cercana. La trilogía San Martín, Rosas y Perón, fue un clásico de aquellos años y contaba con una ventaja: la perspectiva. Trabajó con pasiones históricas, no con dramas contamporáneos (lo que hubiera desatado enfrentamientos aún peores a los que acontecieron). Teniendo en cuenta sus frágiles cimientos, y el hecho de que la Alianza ya había agotado el discurso anti menemista, el kirchnerismo no pudo subirse a un tren de muchos vagones, clavó su mirada en la controvertida década del setenta y así fijó un nuevo nacimiento de la historia criolla. El problema es que lo fijó demasiado cerca en el tiempo, antes de que el yeso de las estatuas fraguara. ¿Resultado? Justo cuando el mundo nos volvía a necesitar y las oportunidades económicas se multiplicaban, el país se hundió en un pantano revanchista que nos volvió a estancar. Néstor Kirchner fue un mal político y un estadista mediocre; definición que desluce el lugar que pudo ocupar en la historia.





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