jueves, julio 17, 2008

 
En una histórica sesión, Cobos le dio el voto decisivo al campo
Luego de 18 horas de debate, la votación había arrojado una paridad en 36. Por eso, fue el vicepresidente quien se negó a acompañar el proyecto oficial. Los rumores que corrieron, la preocupación de Alicia Kirchner y el rol de Ernesto Sanz. El blooper de una senadora “indecisa” y los cruces entre Pichetto y Cobos. Crónica de un debate que terminó a la madrugada con incidentes.

Fue, sin dudas, un debate histórico. Por primera vez en la era K, el Senado le dijo “no” al Poder Ejecutivo y su intento por votar “a libro cerrado” el proyecto sobre retenciones móviles al campo que llegó desde la Cámara de Diputados.

El dato cobra más relevancia aún cuando el resultado final fue un empate en 36, luego de dos votaciones, y la decisión quedó en manos del vicepresidente Julio Cobos, quien definió la balanza por la negativa.

Luego de casi 18 horas de sesión, en la que no faltaron fuertes cruces verbales, versiones cruzadas y tensión, el gobierno recibió su primera derrota legislativa.

“Después del mediodía sabíamos que estábamos iguales en 36”, le dijo a este medio el senador jujeño y presidente de la UCR, Gerardo Morales. De todas formas, desde las primeras horas de la tarde las especulaciones eran moneda corriente por la Cámara Alta.

Se mencionaba al catamarqueño Ramón Saadi (quien finalmente votó a favor del gobierno), al igual que Isabel Viudes (correntina que no había opinado hasta ayer y que fue expulsada de su partido por su decisión), Emilio Rached (radical K de Santiago del Estero que no habló pero acompañó la negativa al proyecto oficial) y Carlos Menem (quien adujo problemas físicos que le impidieron presenciar gran parte de la sesión pero no impidieron que diera su voto contra el oficialismo). De todos modos, las fuentes legislativas coincidían en un punto: "Habrá un final abierto".

Afuera, militantes kirchneristas con bombos y silbatos sobre la Avenida Entre Ríos habían cortado la calle y podían observar en un monitor con dos parlantes gigantes a los costados los pormenores de la sesión justo frente a la entrada principal del Congreso. “Pïcadito de fútbol por la tarde, banderas con consignas en apoyo a Cristina Kirchner y remeras verdes con la inscripción “Moyano conducción” dominaban la escena.

Para las 20 horas el oficialismo no tenía los votos suficientes. Por eso, el titular del bloque K, Miguel Pichetto, había instruido a sus senadores que “estiren” la sesión. Esto es: que no adjunten sus discursos a la versión taquigráfica sino que tomen la palabra. Para esa hora había cerca de 30 oradores pendientes.

Mientras tanto, las reiteradas ausencias de Carlos Menem del recinto provocaban fuertes rumores de una posible abstención, mismo caso que Ramón Saadi (Adolfo Rodríguez Sáa alimentaba esta versión).

Minutos antes, Viudes, quien emitió un voto estratégico para el conteo kirchnerista, había protagonizado un blooper tragicómico. Desconocida para los medios, se acercó a la sala de periodistas y fue encarada por el cronista de “Duro de domar”, quien no dudó en ponerla incómoda. La senadora rápidamente se ofuscó e intentó irse. Claro que en su salida se topó con Clemente Cancela de CQC a lo que pidió a sus asesores y al personal del Senado que la ayuden a volver al recinto antes de que los cronistas de TV pudieran preguntarle sobre su polémico voto.

Afuera, llegaban más militantes que silbaban a los oradores no oficialistas y aplaudían a los propios. Ya estaba instalado un camión del Partido para la Victoria, la carpa del intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, hacía sonar la marcha peronista y los jóvenes del Movimiento Evita y la JP se pasaban mates de mano en mano. La noche iba a ser larga. Al mismo tiempo, en la carpa de Compromiso K se acercaron varios ministros nacionales (Carlos Tomada y Alicia Kirchner, entre otros) sumados a Hugo Moyano y Omar Viviani (taxistas) que ya se encontraban allí.

Se esperaba la llegada de Néstor Kirchner para las 22, pero los números en el Congreso no eran los esperados. A tal punto que la misma hermana del ex presidente se mostraba molesta y expresaba a sus allegados que irían por un “último intento” para que Menem se retire de la sesión. En ese entonces trascendía un fuerte malestar con Pichetto.

Adentro, se la podía ver cerca de la sala de periodistas a la diputada nacional K Diana Conti, con cara de cansada y con una actitud de franca preocupación. “Estamos ahí”, se limitó a expresar mientras prendía su segundo cigarrillo seguido.

Ya en el epílogo de la sesión, alrededor de las 2:30 AM, las palabras del titular del bloque de la UCR, el mendocino Ernesto Sanz, presagiaban un final cerrado. Es que, cuando sólo faltaba un orador, hacía dos horas que el vicepresidente Cobos se había alejado de la conducción de la sesión. Los rumores corrían. Sanz pidió tres veces la presencia del vicepresidente y la tensión seguía en aumento.

“Señor vicepresidente, usted tiene que venir acá, sentarse y desempatar. Me gustaría decirle que bajo sus hombros va a tener una enorme responsabilidad y creo que va a hacer honor a su cargo”, apuntaba Sanz, quien siempre mantuvo buen diálogo con Cobos.

Ya en el último discurso, y mientras se podía escuchar claramente un griterío ensordecedor desde la calle, Pïchetto cerró la lista de oradores. Cabizbajo, conocedor de una posible derrota, apuntó directamente contra Cobos en su discurso.

“Sería inconcebible que el vicepresidente de España votase contra el gobierno de Rodríguez Zapatero. Es el líder parlamentario de las políticas del gobierno nacional”, dijo mirándolo a los ojos. “No puedo concebir otra interpretación que no sea que el vicepresidente vote positivamente”, agregó.

Minutos más tarde, ya cerca de las 4 AM, la primera votación arrojó la paridad en 36. Cobos pidió, como marca el reglamento, volver a votar. Otra vez 36 iguales. De esta forma, el propio Cobos tomó el micrófono y, antes de su discurso, propuso un cuarto intermedio para alcanzar un proyecto común. Los bloques se opusieron. “Que se rompa pero que no se doble”, le expresó el titular del bloque K.

Entonces, pronunció un discurso ante las imágenes elocuentes de derrota en la cara del propio Pichetto. Casi quebrado, el vicepresidente expresó: “El consenso no está presente (en el proyecto oficial) y el país está partido”. Y agregó: “Hoy debe ser el día más difícil de mi vida. Yo estoy seguro que lo que el campo, el gobierno y la gente está esperando es una solución consensuada”. Afuera, los insultos y los gritos se hacían sentir.

“Quiero que el gobierno de Cristina Kirchner sea el mejor de todos, pero ella delegó la solución del conflicto al Congreso”, dijo, ante los silbidos sobre la calle Entre Ríos.

“Sé que formo parte de este gobierno pero me permito diferir en muchas cosas. La ciudadanía espera que salga algo consensuado, pero hay varios proyectos y ninguno termina de convencer porque no se pudieron unificar”, bregó.

Afuera, se oía: “hay que saltar, hay que saltar, el que no salta, es radical”, y los “traidor” y “gorila”.

Pero Cobos continuó: “Me cabe una responsabilidad histórica. Desde lo político sé que tengo que acompañar el proyecto, pero mi corazón dice otra cosa. Y no creo que esto sea motivo para poner en riesgo al país, la gobernabilidad y la paz social”.

“Quiero seguir siendo el vicepresidente hasta 2011”, apuntó. “Pero no creo que sirva una ley que no da solución al conflicto. La historia me juzgará. No puedo acompañar y esto no significa que estoy traicionando a alguien”, agregó. Desde afuera, se seguían escudando, cada vez con más intensidad, bombas de estruendo y cánticos contra Cobos.

A modo de conclusión, dijo: “Le pido a la presidenta de todos los argentinos que envíe otro proyecto que contemple los aportes que se realizaron aquí y afuera. Que la historia me juzgue y pido perdón si me equivoqué”.

Una vez finalizadas sus palabras, las piedras comenzaron a golpear contra el edificio del Congreso al compás de un grupo de militantes que, enojados con la decisión, estaban dispuestos a entrar al palacio legislativo. Por eso, tres hileras de gendarmes más un nutrido grupo de policías impedían el ingreso de los militantes.

Adentro, el temor de los senadores obligó a terminar rápidamente la sesión y Cobos se retiró rápidamente por Hipólito Irigoyen y Combate de los Pozos a su domicilio en el conurbano bonaerense.





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