jueves, mayo 15, 2008

 
Parrilli y los coroneles de la guerra K
Néstor Kirchner puso al secretario General de la Presidencia al mando de las tropas de choque del kirchnerismo. Desde su oficina controla los movimientos de los piqueteros y las declaraciones a la prensa contra el campo, Clarín y la oposición. Juan Bontempo y Rafael Folonier lo asisten en la faena.
Por Bruno Solari 17:50
Oscar Parrilli.
Toda guerra tiene sus generales, esos que pasan a la historia o al olvido siempre dependiendo del resultado de esas batallas o las bondades de quienes oficien de redactores de los sucesos épicos. Así, en la guerra abierta que hoy mantiene el kirchnerismo en varios frentes, quien se calza ese traje es el secretario General de la Presidencia y fiel operador K, Oscar Parrilli.

El funcionario de estrecho vínculo con Néstor y Cristina Kirchner desde siempre integró la “mesa chica” del oficialismo. Por algo su peso en la Casa Rosada tanto en momentos de gloria como de fracasos se mantuvo indemne. Por eso también, el ex presidente se encargó personalmente de pedirle que comande las tropas para pelear con el sector agrario, el grupo Clarín, la oposición o cualquier ente “no alineado” que aparezca como obstáculo en el camino de la presidenta.

Desde la llegada de los patagónicos al Poder Ejecutivo, el funcionario maneja las organizaciones sociales tratando directamente con sus cabecillas: Emilio Pérsico del Movimiento Evita, Luís D´Elía de la Federación Tierra y Vivienda, Edgardo Depetri del Frente Transversal, Humberto Tumini de Libres del Sur y Jorge Ceballos de Barrios de Pie, aunque este último con un poco más de vuelo propio por ser funcionario de Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social.

“En la oficina de Parrilli se hacen los llamados para movilizar tropas y se maneja el día a día de los movimientos sociales. Asimismo, ahí reparten la caja para los actos y deciden cuantos van a llevar, cuanto se le va a dar a cada uno y hasta cómo y por donde ingresan los micros con gente” explicó a La Política Online una fuente del kirchnerismo.

No resulta casual entonces que hayan sido D´Elía y sus hombres lo que salieron a neutralizar la marcha a favor del campo en Plaza de Mayo, así como la agresión de Barrios de Pie a Luciano Miguens en la puerta de la Sociedad Rural Argentina.

Pese a que esta era la tarea habitual de Parrilli, los últimos acontecimientos que generaron tensión en el corazón del gobierno lo volvieron a colocar en el centro de atención y con pesadas responsabilidades. A él le encargaron que coordine la “guerra”.

Para eso, Parrilli cuenta con dos “coroneles”. Dos hombres que ofician de nexo con los movimientos sociales, las fuerzas de choque, que supieron ser la cabeza de la Armada Brancaleone, una logia que operaba puertas adentro del edificio gubernamental que todos hoy dan por desarticulada.

Los coroneles de Parrilli

Con ese rango aparecen hoy Rafael Follonier y Juan Bontempo. Dos “comodines” K que fueron cambiando de silla de acuerdo a las necesidades de los Kirchner sin poner objeciones ni preguntar cómo ni por qué.

Follonier es hoy un funcionario de relación directa con la presidencia y, por consiguiente, de Parrilli. Fue nombrado el 16 de enero pasado como coordinador de Asuntos Técnicos de la Unidad Presidente, puesto que ocupaba el propio Parrilli ad honorem.

En su pasado registra haber sido vocero de Rubén Marín, el ex gobernador de La Pampa, cuando éste era el testaferro de Carlos Menem al frente del Consejo Nacional del PJ. Allí, Follonier era sus ojos en la Capital Federal. Pero tras su paso por el menemismo –del cual era un adicto y hoy llama a esos años como la “década maldita”- viró al entorno kirchnerista de la mano de Aníbal Fernández, cuando asumió como viceministro del Interior.

Desde allí operaba con los movimientos sociales bajo la sombra de Parrilli, además de ocupar otro rol más que importante: ser un nexo permanente con Hugo Chávez y uno de los arquitectos, junto con el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el ex titular del Occovi, Claudio Uberti.

El fue quien intentó convencer Luís D´Elía de que abandonara la comisaría de La Boca que había tomado con su agrupación tras el asesinato del dirigente social Martín Cisneros, en junio de 2004.

Pero su puesto estratégico con Venezuela es lo que lo mantiene cerca del poder. “Cuando Randazzo asumió en Interior llevó a su gente y lo dejó afuera. Por eso Parrilli no tardó en sumarlo a su equipo. Al final, la jugada lo sacó victorioso”, analizó un vocero con cercanía a la Casa Rosada a este medio.

“Follonier tiene diálogo directo con la cúpula del chavismo. Viaja periódicamente a Venezuela por fuera de cualquier agenda oficial”, confió una fuente. Quien dejó además un dato curioso: “de casualidad no estuvo en el vuelo de Antonini y los 800 mil dólares”.

En su momento, estuvo mencionado como posible embajador en ese país, pero el propio Chávez pidió que sea Alicia Castro. “Por eso en el gobierno le tienen tanta bronca a Alicia. La ven como una embajadora de Chávez ante el gobierno en lugar de una embajadora argentina en Venezuela”, explicó el vocero. Por la existencia de Follonier, claro está, tampoco sorprenden las versiones de envío de “petrodólares” venezolanos a movimientos sociales en la Argentina.

Como postre, Follonier fue uno de los pocos funcionarios que ladeó a Kirchner en el fracaso intento de liberación de rehenes en la selva colombiana y tuvo una participación fuerte en la Cumbre de los Pueblos que se hizo en Mar del Plata, en 2005, con Chávez como principal estrella.

El comodín

Juan Bontempo trabaja en la Secretaría General, pero no hay que confundirlo con Luis Bontempo, otro funcionario que comanda la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda –según el sitio oficial de Planificación también ocupa la Subsecretaría de Tierras para el Hábitat Social-, maneja millones de pesos para obras.

Aclarado, esto veamos la historia de Juan Bontempo. Llegó de Santa Cruz a la Rosada por directa recomendación de Néstor Kirchner y ocupó una pequeña oficina en el primer piso.

Por su juventud, promedia los 30, en la Casa Rosada lo llaman “Juancito”. Su acercamiento al kirchnerismo se dio en los 90, cuando una vez recibido de licenciado en Ciencias Políticas recaló en la Secretaría de Estadísticas y Censos de Santa Cruz. Y con la tutela de Julio De Vido hizo una carrera ascendente que lo depositó en la Secretaría de Interior, según recuerda una nota de Página 12. Administraba allí los recursos que se giraban a los municipios.

Dicen que entonces, fue clave en el armado territorial de un Kirchner que en sus orígenes no controlaba la mayoría del justicialismo santacruceño, un antecedente de la política basada en la “caja” que luego los Kirchner desarrollarían en la Presidencia.

Cuando Kirchner asumió la Presidencia y lo sucedieron Héctor Icazuriaga y Sergio Acevedo, fue Bontempo quien ejerció como ministro de Gobierno. Llegó al cargo en reemplazo de De Vido, cuando éste se trasladó a Buenos Aires para acompañar a Kirchner en la cartera de Planificación Federal.

Quines lo conocen comentan que tiene ambiciones políticas y recuerdan que en el pasado creó la agrupación Forjar, un equipo de jóvenes técnicos que se fue expandiendo en distintos niveles de la administración kirchnerista.

En Santa Cruz mantuvo una buena relación con grupos sindicales y piqueteros, que se volvieron claves a la hora de recalar en la Casa Rosada. Su participación activa en la resolución del conflicto minero de Río Turbio, le permitió anudar una relación clave para estos tiempos: la que mantiene con el hoy diputado Edgardo Depetri, entonces secretario general de ATE de Río Turbio.

Comparte con Kirchner la pasión por Racing y el ex presidente suele llamarlo directamente al celular. Otro nombre que se suma a los nuevos “jóvenes” como Florencio Randazzo y Sergio Massa, que en el entorno más cerrado del ex presidente imaginan como “renovación”.





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