viernes, enero 18, 2008

 
Vergüenza
Si no existiese ya, desde hace un buen tiempo, una oficina anticorrupción, la performance adjudicataria del gobierno de Néstor Kirchner en materia de compras efectuadas por el Estado a proveedores particulares sería una estupenda excusa para crearla. Hacerlo, claro está, no evitaría que la corrupción así mensurada y expuesta siguiera tan campante, prueba de lo cual es que lo sigue estando ahora mismo que el organismo existe. A veces, sin embargo, un porcentual estadístico tiene la rotundez inapelable y agorera de un disparo en la noche. Según datos suministrados por esa oficina, sólo el 25 por ciento de dichas transacciones fueron licitadas durante la administración más corrupta de nuestra historia, la de Néstor Kirchner. Todas las demás escaparon al ritual de las transparencia. De esto no se sigue, sin transición, que toda adjudicación directa oculte un parejo peculado. Lo que se sigue es que, si lo quiere ocultar, no hay mejor método que éste. El método K.





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