viernes, enero 18, 2008

 
Prensa
La presidente se quejó con amargura, días pasados, por el tratamiento de la prensa. Pero cuando el gobierno de un país hace las cosas bien, el ciudadano ya lo sabe porque las experimenta personalmente y lo acompaña con su voto: las opiniones erradas de la prensa no le hacen mella. ¿De qué se inquieta Cristina Kirchner, que precisamente fue ungida por el voto...? Bien podría soslayar a los periodistas olímpicamente. Pero no. La presidente quiere ser incensada por los diarios, y que todos le digan: "Señora, ¡qué bien le queda el tono azul eléctrico!". El deber de un diario es decir "todo el mal que se hace en un país y todo el bien que no se hace", siguiendo la conocida fórmula de La Rochefoucauld (1819). Se trata de mostrar el costado opaco de las cosas. Preguntarle, por ejemplo, cómo un contratista de obra pública, propietario de dos o tres bancos de segunda categoría, amigo de Kirchner, ha comprado la cuarta parte de Repsol por 2.500 millones de dólares. La titular del poder, ¿acaso busca reeditar la cadena de los 200 diarios peronistas de los años '50...? El propio Juan Perón, ya en el exilio, recordaba que cuando subió al poder, en 1946, tenía casi toda la prensa en contra y cuado lo echaron, en 1955, la tenía toda a favor. Deje la señora presidente que los diarios cometan error tras error, que en todo caso los sancionarán los lectores, y ocúpese mejor ella de no cometer errores.





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