lunes, enero 14, 2008

 
Maras: un violento fenómeno que se acerca a la Argentina
Son pandillas que toman su nombre de las hormigas marabuntas, aquellas que arrasan con todo a su camino.

Comenzaron en California como extensión de bandas centroamericanas, y hoy tienen presencia en los países más disímiles.

Según especialistas en el fenómeno, en países de la región, como la Argentina y Perú, hay indicios de su presencia, que a nivel mundial fomentan con la venta de droga, la inmigración ilegal a los Estados Unidos y los asesinatos por encargo.

En el 2006 se produjo en la localidad bonaerense de La Matanza, un asesinato que muchos especialistas señalan como el primero con características maras, y a su autor como el primer marero argentino.

A la luz de determinados hechos delictivos -que incluyen un asesinato-, la Argentina comienza a ser un terreno próspero y fértil para las Maras, aquellas agrupaciones que toman su nombre de las hormigas marabuntas (las que arrasan con todo a su andar), integradas por centroamericanos y con presencia en lugares tan lejanos como Estados Unidos y Canadá, Australia y El Líbano.La violencia, los códigos sectarios, el narcotráfico, los asesinatos por encargo, el tráfico de personas (sudamericanos, por lo general) hacia países económicamente más desarrollados, son las características distintivas de estas bandas –con un número de integrantes a veces superior a algunos ejércitos- que comienzan a asomar en la Argentina. Laura Etcharren, socióloga e investigadora de este fenómeno, abona esta línea de manera contundente aunque con precauciones: “La falta de conciencia sobre la problemática de las maras” es una “invitación para los narcoterroristas”, sostiene aunque aclara que el proceso de asentamiento en el país aún se encuentra en “un estado embrionario”.Por su parte, Gustavo Sierra, periodista especializado en política internacional, asegura que en la Argentina “estamos avanzando a pasos agigantados”, y afirma que estas bandas están formadas exclusivamente por jóvenes sin esperanzas de futuro, como en un principio: estas son “organizaciones trasnacionales” que tienen “gente trabajando en diferentes países”.El asesinato de la adolescente Eugenia Ledesma en La Matanza es, quizás, el ejemplo más claro de los incipientes primeros pasos de las Maras en América del Sur. Para Etcharren, aquel crimen fue producto de “una célula” mara apodada “Lágrima”, que actualmente se encontraría en Perú. Ese caso y sus características distintivas también son mencionados por Sierra. Ledesma tenía 22 años cuando el 12 de mayo de 2006, al parecer -y a partir de los ritos pandilleros propios de las maras- primero fue violada y luego asesinada por Félix Alberto “Lágrima” Toscano, un joven de 26 años que al parecer tendría vinculaciones con la pandilla más numerosa y fatal de todas: la Salvatrucha. El abogado de la víctima, Gabriel González Graham, reforzó la posibilidad de que Lágrima sea una “célula” mara: “Estoy convencido de que Toscano es el líder de una mara y que cometieron un crimen marero y ritual”, afirmó. En tanto, para los investigadores quedó absolutamente acreditada la autoría del crimen por parte de Toscano.Sin embargo, dos meses después de su detención, la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal decidió desestimar las sospechas que primero señaló el fiscal Daniel Massa, y luego su reemplazante, Patricia Ochoa, y dejó en libertad a Lágrima. Aunque se borraron las huellas dactilares con ácido, Toscano fue reconocido por varios testigos por las dos lágrimas que tenía tatuadas en la mejilla, esos tatuajes representan en los mareros la cantidad de asesinatos cometidos. Se cree que hoy Lágrima estaría bajo la protección de alguna banda mara en Perú, donde también se estarían radicando.La aparente huida de quien es señalado como el primer marero en Argentina no oculta la sensación cada vez más fundada de distintos especialistas en la materia de ver en las maras un fenómeno que, aunque todavía incipiente, llegó al sur de América con la intención de quedarse.





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