lunes, enero 14, 2008

 
Charlas de quincho
* Venía ya Neustadt con su mujer Adriana de otro agasajo la noche anterior (en la casa del golf de Thierry Moché). En el salón del hotel se derramaron empresarios como Samuel Liberman, Manuel Corzin, Jorge Brito y Javier Tizado (explicaba las razones técnicas de la complicada crisis energética argentina), economistas como Miguel Broda, médicos como Jorge Izzola y Monsi Leiguarda, Carlos Alvarez e Ismael Pasaglia, ex ministro bonaerense de salud. Más de uno inquiría: “¿Saben que Carlos Slim, el supermillonario mexicano de comunicaciones, estuvo en Buenos Aires?”. A falta de claridad, se especuló: puede aparecer para comprar una parte de Telecom. Otro, dijo: “Para mí, Slim está con la operación de YPF”. Le aclararon: no, sucede que el banco de Slim (Inbursa) participará como otros -algún brasileño importante, seguramente el Itaú- en la financiación. Nada más. No faltó a la cita -también tuvo que hablar, previo al cumpleañero, quien avanzó con la prédica de ser ciudadano y no inquilino en la Argentina, tema sobre el cual hoy hablará con el rabino Sergio Bergman- el famoso oftalmólogo Roberto Zaldívar, orgulloso de presentar en la fiesta a su padre de 90 años, también figura de la profesión. Juan Bautista Yofre, Mariano Grondona, Marita Carballo, Rodolfo Poussá, Esteban Caselli, Tato Lanusse y Oscar Salvi completaban un elenco que se repite por años. Bandejeada con mínimas exquisiteces, variadas y múltiples, hasta continuar con postres también en miniaturas: tarteletas de frutilla, pavlovas de cerezas, crême brulée, natillas.
* Al ex embajador Caselli, quien comentó su regreso de Roma donde había compartido una reunión con el Papa -recordar que es gentiluomo del Vaticano-, no había forma de arrancarle respuestas ¿Qué opinan en la Santa Sede de la designación del ex ministro Alberto Iribarne como embajador? ¿Es común que se acepte a un divorciado? ¿Realmente, con Cristina de Kirchner, se reparó el distanciamiento con la Iglesia que capitanea Jorge Bergoglio? Quizá, cada interrogante ya encerraba una contestación, de ahí el silencioso celo de Caselli para no emitir siquiera un juicio. Se explica la reserva por otro motivo: será este año embajador de la Orden de Malta en el Uruguay, organización que simula ser un país sin territorio, carente de rentas, que lo obligará a utilizar su casa de Punta Ballena como sede diplomática, con la bandera distintiva en la puerta (recordar que esa mansión, entre otras características, dispone de un dormitorio de 300 metros sobre el mar, ideal para la vigilancia religiosa, una moderna y ampliada réplica de aquella que en otros siglos utilizaban los sacerdotes en el convento de Santo Domenico, ahora convertido en hotel, en Taormina). Las mujeres, mientras querían saber si era cierto que los hijos de Carlos Pedro Blaquier, finalmente, le impidieron al padre la construcción de un megacatamarán de aluminio (para sumarlo a la flota de cruceros que despliega en el puerto) que concluiría en tres años. Ya les parece demasiado emprendimiento naviero, comentaban. En materia de hijos, sin embargo, el cotilleo principal rodeaba sobre la autoría o no de un bebé futuro que le atribuyen a un actor de nota. Sostiene que el tema está parcialmente dormido a la espera del nacimiento, al posterior examen de ADN y, se supone, en el caso de que no le pertenezca al galán, sobrevendrá otro conflicto de pareja y con otra pareja. Temas que no sólo enredaban a las mujeres, también a algún varón historiador quien señaló: “De haber existido el análisis de ADN, algunos conflictos se habrían evitado, por ejemplo con el sospechado nieto de Felipe el Hermoso, aquel rey de hierro que diezmó a los templarios hasta prodigarse la maldición eterna (o casi)”
* Pero lo que desvelaba a las féminas era otra impresión: ¿se hizo algo estético Cristina cuando pernoctó en el Sur? Gente que sólo observa esos detalles, como si la Presidente fuera Carlos Menem, unas planteando que la observan algo hinchada, otras con el cambio de que ya no usa ropas sin mangas, imaginando que la mandataria se realizó algún tipo de succión en los brazos. Algo así como lo que Susana Giménez se aplicó en sus columnas jónicas, una estética para eliminar colgajos de la edad, aunque a la artista no le quedó demasiado bien, quizá por alguna propensión a formar queloides. Hasta lenguaje médico y quirúrgico utilizaban, ninguna rareza para expertas, en esos menesteres: casi todas, de una forma u otra, ya habían pasado por el quirófano. Había quienes conjeturaban: pensar que Cristina asumió planeando una mejor relación con Estados Unidos y ahora está cada vez más cerca de la vieja izquierda. En la Argentina claro, no duran ni las promesas. Otros, por el rol estelar que ocupó Néstor Kirchner apenas instalado el gobierno de su esposa se preguntaban si no sería candidato a senador en 2009 (para arrastrar con su nombre a otros aspirantes) en el caso de que Eric Calcagno vaya como secretario de las pymes. Otros, más audaces y preocupados, pronosticaban que si persistía la mala suerte -de alguna manera hay que llamar a sus problemas- que le tocó a Cristina en sus primeros 30 días de gobierno, quizás fuera necesario que su esposo se hiciera cargo de la Jefatura de Gabinete para auxiliarla en la tempestad. Más que información, destilaban deseos.
* El colega y antiguo socio periodístico de Neustadt, Grondona, dispuso de su estupenda casa en La Barra para organizar una cena social y política. Justo sobre el agua, en arenas que a la madrugada se suelen poblar de adolescentes, tentados y agobiados por el alcohol -amén de otros estimulantes- que culminan en variados encuentros estilo Woodstoock, donde las chicas finalmente ni siquiera recuerdan con quién hicieron el amor o, más precisamente, tuvieron sexo (al respecto, un vecino escandalizado reprendió desde su ventana a dos sorprendidas chicas, en plena fellatio alternativa con cuatro jovencitos, quienes indignados por el airado reproche le gritaron: «Inhumano»). En la cena, atento servicio organizado por Helena Grondona, en dos mesas se ubicaron Carlos Fontán Balestra, el vecino Víctor Bo, Hugo Franco, el Tata Yofre, Bruno Quintana (recién recibido de abuelo), Constancio Vigil, Jorge Aufiero. El repaso habitual de los acontecimientos argentinos e inquietud por una novedad: parece que Alberto Zannini, pieza clave en el terceto que acompaña a los Kirchner (con Julio De Vido y Alberto Fernández), tropieza con algunos problemas de salud, reparables claro con alguna operación. Comentaban sobre una gran fiesta que brindó el embajador norteamericano en el Uruguay, en su casa alquilada La Manzanita (curiosamente, a una importante dama de Santa Cruz), en la que los diplomáticos extranjeros se preguntaban por qué Kirchner, cuando viaja en avión con su mujer, siempre es él quien baja primero. Varias acotaciones al respecto, ninguna favorable. Advertían también que el agasajo, como si fuera una embajada y protegido por varios móviles policiales y hasta una ambulancia, fue de 10 de la noche a 12, asombroso límite para gente en vacaciones que no se quería ir -se habían engalanado para la ocasión-, rechazaban la imposición horaria y, como no respetaban la cláusula, les apagaron la luz. Gentiles los norteamericanos, también en Punta del Este.
* Hubo charlas interesantes, como la de Rosendo Fraga en un mediodía de canícula insoportable, con nutrida concurrencia en un salón del Conrad, hotel que anteanoche con fuegos artificiales desarrolló la epifanía de la revista «Gente» (un reparto de carne viva casi tan cara como la del Novillo Alegre). Estaban entre el público Pacho O'Donnell, Jorge Triaca, el ex canciller uruguayo Sergio Abreu, mientras el historiador de Agustín P. Justo, como resumen de su disertación, planteó: “Cristina de Kirchner continúa proyectos, política y equipos de su marido, también el estilo: no realiza reuniones de gabinete, no ofrece conferencias de prensa, tampoco recibe cartas credenciales de los embajadores”. Notable lo de Fraga: siempre parece que guarda más de lo que dice. Allí se comentó el caso de un empresario brasileño que, en la punta, mirando a la Gorriti, colocó una bandera de la República Riograndense, cuando en 1838 ese estado se sublevó contra el emperador de Brasil, librándose una guerra sangrienta de siete años que culminó con el triunfo de Don Pedro II. Pero ese detalle de la divisa, al parecer, no lastimó a nadie: más atrás dispuso de las cuatro banderas del Mercosur sin la incorporación de Venezuela.
* Con tanto millonario en Punta del Este -ya con varios edificios a 5.000 dólares el metro cuadrado-, era lógica la promoción de la plástica. Se convino, entonces, una exposición del infatigable holandés, nacido en Londres, ese artista suicida que paseó por loqueros, Koekkoek (cuc-cuc debe pronunciarse) y una vuelta del Banco de Galicia a esa tierra, en una emblemática casa frente al mar, luego de la crisis bancaria en la cual la entidad había recogido, como depósitos, más de 1.800 millones de dólares. Parece que todo está saldado, no en vano junto a Ignacio Gutiérrez Zaldívar aparecieron directores como Luis Ribaya, Raúl Passman y Sebastián Gutiérrez. Estaban el desarrollador Sergio Grosskopf, quizás el más importante del balneario (Milenium, Le Jardin), el cordobés Manuel Tagle -explicando las bondades de la cancha de golf de Villa Allende-, Fabián Falco, Fraga, Carlos Spadone (cuyo hijo, Sergio, no regresa de China, sigue en viñedos y culminando el aprendizaje de mandarín), Eduardo Padilla y completa la familia Garrote de Santa Fe, donde el padre estuvo en el Consejo de la Magistratura. Como Koekkoek pintó personajes como Lincoln y San Martín, además de sus marinas célebres, Gutiérrez Zaldívar exhibía con bastante desprecio una caja de cigarros cubanos (pitillos, en rigor) que se venden en el free-shop con el rostro y la marca del Libertador. Parece un homenaje, pero no lo es, sólo un negocio de la tabaquería de la isla. Algunos brasileños presentes, oriundos de San Pablo, disfrutando cierta tranquilidad en el balneario: vienen de un lugar donde viven prisioneros -juran- con portones, custodios, autos blindados y una ingeniería sofisticada para circular con menor riesgo por la ciudad. ¿Cómo es posible que un país con investment grade seguro pueda ofrecer tan poca seguridad a su gente en la principal ciudad productiva? (a Rio de Janeiro le pasa lo mismo). No hay explicaciones, sólo resignación y una particular adaptación humana a condiciones inclementes de vida. Más en política, reconocían que el estropicio de Chávez con su propósito de reelección perpetua desbarrancó las intenciones de Lula por sondear una reforma constitucional para, también él, obtener un nuevo mandato (a propósito, dicen que Lula -luego de su última reunión con Cristina- dijo que frente a ella también su país tendrá que adoptar una inteligente «paciencia estratégica», igual que con Néstor). No fue el único en perder esperanzas por culpa de Chávez: también el uruguayo Tabaré parece haber enterrado la iniciativa de algunos colaboradores para un cambio de la ley suprema que le permita de nuevo postularse. Es que la región también se globaliza.
* En Pinamar también explota la temporada con gentío acalorado y el regreso de Eduardo Duhalde -estuvo casi escondido unos días en Punta del Este-, a quien el matrimonio Rodríguez (el ex influyente de la SIDE Oscar y su esposa Mabel Müller) decidió homenajear con un asado. Ahora, el ex presidente se aloja en un resort -dicen que le compró el departamento al empresario de la salud Claudio Belocopitt-, sale de vuelta a pescar tiburones con escaso éxito, circula con fieles como Daniel Basile y Carlos Ruckauf, mientras a la distancia se saluda con otros recontrachupamedias suyos del pasado, ahora en el kirchnerismo: Sergio Massa y José María Díaz Bancalari, a quien nadie olvidará -al margen de su propio anecdotario- por haber impulsado, de acuerdo con las instrucciones de la Casa Rosada, el ataque y el repudio a los Estados Unidos en el Congreso de la Nación. Tan absurdo el hecho como aquella declaración del default, hoy mucho más notoria cuando el gobierno ya no habla de “operación basura” y dice que el caso del valijero Antonini Wilson «no es tema de gobierno». Con quien ni siquiera se saluda es con el compañero de carpa de Díaz Bancalari -a quien, injustamente sin duda, le atribuyen una formidable casa en el balneario-, su ex ministro y devoto Aníbal Fernández, agradecido frente a la familia presidencial por el durísimo editorial que le propinó «La Nación» en la semana. Un ataque de esas características, aunque sean verdades, igual lo ascienden en la consideración del actual gobierno. Por lo menos, debe ser su punto de vista. Rarezas de la vida. Aparecen por el golf algunos de estos personajes, también el sciolista Javier Mouriño, hoy discretamente a cargo de la principal caja de la provincia (IOMA). También se lo ve brevemente a Horacio Rodríguez Larreta, al ex juez Guillermo Montenegro, Jorge Enríquez, Cristian Ritondo y Daniel Amoroso, el sindicalista del juego que no debe enojarse porque despiden del casino flotante a ocho delegados alborotadores. Complacencia obvia del Ministerio de Trabajo, organismo que puede lamentar y objetar que Mauricio Macri despida ñoquis, pero a los exonerados del casino de Cristóbal López difícilmente los proteja. Mientras, Duhalde en las reuniones pretende no hablar de política, apenas si desliza que motivará a los jóvenes para que los Kirchner no abandonen el modelo productivo (la devaluación). Piensa que habrá un freno a la economía y que esto hay que evitarlo: no hicimos el esfuerzo del pasado para que ahora se pierda. La UIA brinda las gracias, entre otros, nadie sabe qué piensa el ministro de Economía, Martín Lousteau, quien hasta ahora como primer egresado de la Universidad de San Andrés que es ministro no mostró lo que en ese instituto le enseñaron. Igual, como dicen las mujeres en el balneario, es «un rubiecito lindo» al que nadie cuestiona por el momento.





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