sábado, octubre 27, 2007

 
Maniatados
¿Qué puede haber más funesto que un Estado que no quiera combatir la droga? Uno que no pueda. Tras que un juez federal asegurase que el norte de Santa Fe es una gran pista de aterrizaje para el tráfico de drogas proveniente del Paraguay, el gobierno de esa provincia ha admitido, muy orondo y veraz, que no puede coordinar acciones para contrarrestarlo. Esto es, que no puede hacer lo que los narcotraficantes sí pueden: organizarse. Para delinquir, lo natural es que los particulares se hallen en desventaja frente a la vastedad de recursos, dimensiones y personal con que un Estado moderno cuenta. Invertir esa relación de fuerzas e imaginar al delito como una maquinaria más diestra y poderosa que la encargada de neutralizarlo eriza la piel.





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