viernes, julio 13, 2007

 
El boleto de Felisa: iba a señar una casa que aún no había encontrado
La ministra de Economía decidió hablar con tres diarios –menos con éste– sobre el hallazgo de una bolsa con dinero en el baño de su despacho, tras doce días de hacerlo sólo a través de comunicados y su vocero. Ahora cambió la versión: la plata no era suya ni estaba declarada en la AFIP, sino que casi toda pertenecía a su hermano; nunca se había caído operación inmobiliaria alguna, sino que ni siquiera había encontrado el inmueble que pretendía comprar. Allanaron Economía: hay una caja fuerte, pese a que Felisa lo negó. Y el dinero era del BCRA, donde ninguna persona puede abrir una cuenta.
Por Jorge Lanata
08.07.2007 02:36
“El pez por la boca muere.” Refrán popular. —Ayer dije ¡basta! –dice que dijo la ministra Felisa Miceli, en diálogo con Marcelo Bonelli por el aire de Radio Mitre. —Yo me salía de la vaina por hablar –dijo el viernes a la tarde la ministra, frente al selecto grupo de periodistas de La Nación, Página/12 y Clarín. Felisa, sin embargo, llevaba doce días sin hablar, o haciéndolo a través de un comunicado difundido por la agencia oficial Télam o en off the record por su vocero, Silvio Robles. Finalmente, habló. Y fue peor: el viernes, el presidente K y Alberto F decidieron darle permiso “para salir a aclarar lo que fuera necesario”. —Ella cree que la están bancando. Y, en realidad, la están tirando debajo del camión. Dejan que hable y ven qué pasa. Si nadie le cree, Felisa tiene las horas contadas –confió a PERFIL un miembro del gabinete pingüino. Y tal como Alberto y K intuyeron, Felisa habló de más y no pudo convencer a nadie: las afirmaciones del sábado fueron contradictorias con su propio comunicado y sus voceros oficiosos, a saber: • Dice Felisa ahora: “La plata era casi toda de mi hermano y un poquito mía”. • Había dicho Felisa en su propio comunicado: “El dinero fue declarado por la ministra en su declaración de Ganancias” (la pobreza de estilo debe pertenecer a Robles, pero es textual del original). • Primer problema: Si el dinero era del hermano, no podría haberlo declarado ella en su descargo ante la AFIP. • Dice Felisa ahora: “Yo estaba buscando el dinero para la compra de una propiedad, pero no había encontrado ninguna”. • Había dicho Felisa y también su vocero: “La ministra estaba buscando un departamento para su hija, pero la operación se cayó”. • Segundo problema: Ahora resulta que buscaba una casa para sí y no un departamento para su hija. Según reconoce, ella pide 60 mil dólares a su hermano, “a ojo”, ya que no firma boleto alguno ni menciona ninguna propiedad en concreto. • Dice Felisa ahora: “El dinero estaba guardado en un placard. No tengo caja fuerte, por eso lo dejé ahí”. • Tercer problema: Equiparar el armario del baño a la caja fuerte es un error, al que se agrega un dato encantador: según declaró el mayordomo ante la Fiscalía, el armario del baño estaba siempre cerrado con llave, por lo que nunca se revisaba. Pero aquel 5 de junio, el día de “la bolsa”, el día en que reemplazaba a la caja fuerte, el armario estaba abierto. • Dice Felisa ahora: “Esto lo traje yo (refiriéndose a la bolsa). El lunes 4 lo traje para llevarlo al Banco Nación, donde tengo una cuenta para depositar la plata en efectivo y, con el resto, abrir una caja de seguridad para tenerlo con rápida disponibilidad”. • Cuarto problema: Según el acta firmada en el Ministerio al descubrir el dinero, los cien mil pesos estaban en un solo fajo sellado con una banda de papel que señalaba “Lote 38.057 Bco. 30”. “Bco. 30” equivale, en el lenguaje bancario, al Banco Central de la República Argentina. El BCRA sólo reparte dinero a bancos y entidades financieras, nadie puede tener una cuenta personal en el Central. Cada lote se envía a un banco que, según el BCRA, puede reenviarlo –sin abrir el fajo sellado– a otra entidad. Pero, según confirmaron a PERFIL tres banqueros del mercado local, jamás se redistribuye el dinero a sus clientes sin antes haber abierto el fajo y revisado la cantidad. Ya era extraño que la ministra de Economía tuviera un fajo sellado y cerrado con la denominación del Central, pero desde ayer todo empeoró: ¿qué hacía su hermano con ese fajo? ¿Cómo y cuándo lo obtuvo? El martes próximo, por pedido de la Justicia, el Central deberá responder a qué banco fue enviado ese lote. Después, será sencillo saber quién lo retiró. • Dice Felisa ahora (en los micrófonos de Radio Del Plata): “Que Lanata haya dado el nombre de mis hijos es de una bajeza increíble”. • Quinto problema: Fue la propia Felisa quien introdujo a su hija en esta historia: primero mencionándola como futura propietaria del bien, y luego señalando que su hija la acompañó a ver propiedades: “Quien se dedicaba a buscar por Internet era mi hija”. Hernán, Javier y Gabriela Scheinkestel (de 24, 23 y 20 años), hijos de Felisa, son mayores de edad y –que se sepa– no son agentes secretos de la SIDE, cuya identidad no puede ser revelada. • Dice Felisa ahora: “Yo declaré ante la AFIP, en abril, un ahorro de 105.000 pesos. El resto, para poder hacer esta operación, me lo prestó mi hermano. Mi idea era vender mi dúplex, sacar una hipoteca y después pagar las cuotas”. • Sexto problema: Felisa cuenta, es evidente, con un importante poder de abstracción: pensaba en el valor de una casa que ni siquiera había visto, planteando la siguiente operación inmobiliaria: usaría los 60.000 dólares para pagar el boleto de compraventa (habitualmente es el 30%, a lo que debe sumarse el 3% de la comisión de la inmobiliaria), luego pondría en venta su propia casa, sin saber cuánto tiempo tardaría en encontrar algún interesado y, entretanto, pediría un préstamo hipotecario de aproximadamente 100.000 dólares tomando en cuenta su salario de ocho mil pesos. • Ahora Felisa intenta mostrar que todo el asunto era un tema menor y que cuando sucedió se manejó a nivel de sus secretarias. • Séptimo problema: Esta semana, ante la Justicia, los bomberos declararon haber recibido una llamada de la custodia de Miceli para que les devolvieran el acta. Los custodios, por su parte, afirmaron “haber recibido órdenes de arriba” para conminar a los bomberos. Arriba, se sabe, no viven las secretarias. ¿Podrá averiguarse alguna vez si la plata de la bolsa eran 241.000 dólares o 60.000? La Justicia cuenta con una pista: superado el pánico inicial, los bomberos se comunicaron por radio con sus superiores para notificarlos del hallazgo. Es posible que en ese diálogo hayan mencionado el total del efectivo a través del canal del Comando Radioeléctrico. Todas esas comunicaciones se graban. El baño tour. El Gobierno decidió jugar su carta de doble filo el viernes a la hora del té: los periodistas gráficos que podrían preguntarle a Felisa serían tres: el diario Clarín y su sucursal, y el matutino La Nación. Hubiera sido más cómodo limitar todo al Grupo, pero con La Nación el Gobierno hizo hace unos días un papelón considerable, que vale la pena relatar: en una cena a mediados de la semana pasada, se decidió en Olivos presentar, finalmente, la candidatura de Cristina. La decisión fue tomada por una mesa demasiado chica: el Presidente, Alberto, la propia interesada y Luis Buonomo, el médico presidencial. Cuando el Presidente le preguntó a Buonomo, éste fue tajante: —Claro que estoy de acuerdo –le dijo–. Vos sabés que yo creo que no debés seguir, por tu salud. En paralelo, se eligió “operar la nota” en Clarín, y, en efecto, al día siguiente el Gobierno combinó con el diario la tapa del domingo, que resultó apoyada por una nota anónima, en un diario en el que se firman hasta los epígrafes. Pero, como siempre sucede con los secretos, alguien más se enteró. Y luego otro. Y otro más, hasta que se enteró un periodista de la sección política del diario La Nación, que se lo comentó de inmediato a su editor, dispuesto a quedarse con la primicia. El periodista releía su nota cuando escuchó la voz de la fatalidad: —Alberto dice que no. —¿Qué? —Que Alberto habló con Paola y niega todo. El periodista volvió a sentir, como se siente cada quince días en esta profesión, que el mundo se desmoronaba. Paola y Alberto son íntimos, y él no va a mentirle. La Nación, ese domingo, se quedó sin tapa. Y sus periodistas tuvieron que leer, con la bronca entre los dientes, la anónima “exclusiva” de Clarín. De modo que el viernes, a la hora de repartir las invitaciones para la entrevista VIP con Felisa, La Nación fue incluida. Silvio Robles –que esa mañana había declarado bajo juramento ante el fiscal Guillermo Marijuán– recibió a los invitados de prensa en una nueva faceta: la de cicerone turístico del despacho. Lo primero que hizo fue llevarlos al famoso baño, que ya se ha transformado en una atracción turística comparable a la (nueva) Piedra Movediza. Robles les mostró el placard y señaló: —La dejó acá. Hablaba, claro, de la bolsa. El placard, parte del mobiliario del baño íntimo, tiene una sola división y en él se desordenan algunos objetos de aseo personal. Miceli, según uno de los testigos de la reunión, “estaba rara, inquieta”. Luego de un pequeño silencio, el vocero recobró la compostura y observó: —Bueno… no vamos a seguir hablando acá. Y la delegación salió del baño con destino a uno de los privados que rodean el despacho. Estaban en pleno reportaje cuando el fiscal federal llegó junto a un grupo de unas diez personas para allanar las oficinas de Miceli. Los periodistas, sin embargo, recién se enteraron al salir. ¿Sabes quien vino a cenar? Apenas comenzó a estacionar su automóvil en la vereda del Ministerio de Economía, el fiscal federal Marijuán notó que tres policías de civil se acercaban al coche, sin ningún disimulo. De pronto, de la nada, una señora mayor cruzó entre medio del grupo a paso apresurado, se detuvo a mitad de la vereda y con un brazo en alto gritó: —¡Devolvé la bolsa, hija de puta! Todos supieron entonces que los próximos minutos iban a ser complicados. El fiscal llegó al quinto piso acompañado de sus tres secretarios, un oficial de Planimetría de la Policía Federal, otro de Fotografía y uno más de Computación, junto a tres federales de la División Bancos y el subinspector Patricio Rodrigo Palo junto a tres testigos: un transeúnte que pasaba por la puerta y dos empleados de maestranza del Ministerio. A pesar de lo numeroso del grupo, el oficial Palo no pasaba desapercibido. Hijo del comisario Vicente Palo, detenido por torturas junto a Sablich, estaba visiblemente nervioso. Palo había sido, junto a un suboficial, uno de los testigos del hallazgo de la bolsa el pasado 5 de junio. Ahora volvía al lugar de los hechos en medio de un allanamiento. Mariela Pía Santarelli Goñi, una de las secretarias de Felisa, saludó a Marijuán y le propuso un encuentro reservado: —Señor fiscal, la ministra lo quiere ver –le dijo, cordial. —Usted me va a disculpar, pero tengo que entrar con los testigos. No puedo ir a saludarla solo. Y entró al despacho con el peatón y los ordenanzas, que observaban a Felisa Miceli como si se tratara de una aparición: llevan décadas trabajando ahí, pero nunca le habían dado la mano. El encuentro fue breve y luego comenzó la inspección ocular que terminó en allanamiento, ya que la Justicia secuestró las impresiones de dos agendas de la ministra. Al grupo se sumó el doctor Cruz, abogado personal de Miceli, y una asesora legal del Ministerio. El resultado del allanamiento fue por demás interesante: • En ninguna de las agendas secuestradas aparecen datos relativos a inmobiliarias ni citas para ver propiedades. • Hay –contrariamente a lo señalado por Miceli al principio– una caja de seguridad a la que las secretarias tienen acceso. Resulta inexplicable que la ministra Miceli considerara más seguro el armario del baño con una llave de botiquín. La caja en cuestión se encuentra en el antedespacho. • La Fiscalía solicitó las grabaciones de dos cámaras de seguridad del quinto piso que están dirigidas hacia los pasillos. Ambas monitorean el acceso público y sólo una parte del acceso desde el ascensor privado, donde tienen un cono de sombra. Miceli deberá presentar las cámaras desde el 28 de mayo hasta el 5 de julio, inclusive, y también las fotografías de todas las personas que ingresaron al Ministerio entre esas fechas, fotos que se toman a todos los visitantes. El hermano no puede ser citado a declarar ante la Justicia debido a su vínculo con la persona investigada. Si Miceli presenta un descargo espontáneo esta semana y lo ofrece como prueba testimonial, podrá indagárselo.
Chan, chan. Horacio Rafael Miceli (CUIT 20-13915399-6) es lo que se llama una persona diversificada: es contador, productor de espectáculos de tango, dueño de un laboratorio –Wierhom Pharma– y de una empresa aérea: Flugel Aviación SRL. ¿Le servirá todo esto para explicar cómo le entregó a su hermana un fajo con 100.000 pesos termosellado y procedente del Banco Central, es decir, el “lote 38057 Bco. 30”? ¿Cuándo lo habrá sacado de su banco? ¿Tendrá el correspondiente certificado de retiro? ¿Habrá sido filmado por las cámaras de la entidad, como el resto de los clientes? El destino del fajo termosellado de la bolsa es gracioso: podemos suponer ahora que se encuentra en el domicilio de Miceli –seguramente en alguno de sus armarios–, lo que no resulta tranquilizador aunque, como el Gobierno afirma, la inseguridad es una paranoia sin sentido, ¿no? Horacio es fanático de Racing, muy amigo de Ginés González García y dueño de un laboratorio con escasa imaginación para el marketing: producen Precalent, aceite para masajes musculares; Nergacné, que reduce el tamaño de los puntos blancos y negros; Varonplus para la disfunción eréctil; Plus&Plus, champú para cabellos con piojos y liendres; isoflavonas de soja para atenuar el climaterio, y otros productos que ennoblecen el juramento hipocrático. Por otro lado, Horacio Rafael Miceli maneja la empresa Empresas, Medios y Publicidad, que no registra actividad alguna, y la empresa Somos Tango junto a su socio Jorge Waisburd, declarado irrecuperable por el Banco Supervielle. Somos Tango, casualmente, ha sido declarado de interés cultural de la Nación por la Secretaría del área a cargo de José Nun –resolución SC 2474/05–, y produce un programa diario por la FM La Isla y uno semanal por la estatal Radio Provincia. “Hemos incursionado exitosamente en el lanzamiento de nuevos productos de consumo masivo y en la producción de programas de radio y de TV por cable”, señalan en su sitio web. Miceli es, también, gerente de Flugel Aviación –cuyo domicilio en Sinclair 3139 coincide con el del laboratorio; deben estar un poco amuchados–, que realiza servicio de taxis aéreos y opera como transporte sanitario a todo el país.





<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?