martes, junio 26, 2007

 
Sucia …, hasta la derrota
El electorado porteño hizo valer su voluntad y se alejó del modelo insalubre promovido por la fórmula del oficialismo, cuyos propuestas centrales respondían solamente a la extensión de un régimen castrador que había dispuesto hasta hoy adueñarse de las conciencias de los ciudadanos, recurriendo a las únicas condiciones que acompañan a un Presidente, la hipocresía y el uso del clientelismo.
La fuerza de un cuerpo social no adicto ha estas formas de discrepancia abiertas al sometimiento fueron decisivas para dar la espalda a la campaña negativa instalada por el Gobierno, colmando la paciencia de un conglomerado que aspiraba a la esperanza y a los cambios, no a la confrontación.
Con el lema “El que me conoce me vota”, Daniel Filmus pretendió apelar a la sensibilidad de los capitalinos dominados por el hartazgo, como lo conocían bien pocos apostaron a su fórmula en esa primera vuelta y entonces el lema cambió por otro mas controvertido para enfrentar el ballotage, “Vótenos para que no gane la derecha”, esta poco feliz consigna les hizo sentir a los vecinos la amenaza de la hoz y el el martillo, bajo las banderas rojas del odio.
No solamente se puede decir que triunfó el criterio de un sector de la sociedad, el que dijo no a tan absurda profusión de revanchismo por parte de la irresponsabilidad de un Primer Mandatario y su séquito de impresentables seguidores, los que subestimando a la ciudadanía se manejaron despóticamente dejando sus caretas diseminadas por el camino.
Con una victoria que no fue para el Frente, los votantes le respondieron a ese matrimonio presidencial no estar dispuestos a convalidar su efímero liderazgo cuando lo que está en juego es el futuro del país, hasta ahora escondido detrás de un mar de mentiras promisorias que lo único que han hecho es sumergir a la Argentina en el atraso y a los avatares de la corporación política, la que por medio de una distorsionada imaginación supuso dominar al electorado con billeteras llenas por el sacrificio del pueblo mismo.
Como el 3 de Junio, dos derrotas cargaron las mochilas del oficialismo, Tierra del Fuego y la Reina del Plata oponiéndose a las ansias de perpetuidad de unos trasnochados esposos Kirchner.
La firmeza de una mayoría de seres que supieron hacerse respetar, aún bajo presiones y amenazas por parte del Gobierno Nacional, fueron los artífices de romper el mito, dejando sentado el fin del hechizo de ese Frente para la impunidad, llamado de la Victoria y ahora convertido en el de la derrota.
Desencajados actores del fracaso oficial arrastraron sus resentimientos sin maquillaje ante las cámaras de TV, un Filmus apesadumbrado por el caudal negativo de votos que no apostó al maquiavélico modelo nacional, trató de ignorantes a los ciudadanos que se expresaron discordantes con los planes del ex-profeta santacruceño y utilizando términos impropios para sus seguidores fortuitos los tituló de pensantes, dejando entre las risas de miembros del gabinete presidencial, como mediocres y estúpidos al 61% que no lo votó.
Sucia …, hasta la derrota, pero los argentinos fueron capaces de enfrentar al régimen, hoy con mayor fuerza en la Capital Federal.
Y nació la oposición.
La elegida fórmula Macri-Micetti fue la apertura para que el Poder Hegemónico finalice en su delirio de succionar la dignidad de los argentinos, dejando atrás la inopia para propagar su participación cívica en defensa de un derecho impostergable, la libertad de expresión, única arma de liberación que se hace valer en tal controvertido como desgastado escenario, instalado por el mandato kirchnerista imbuido en sus fantasmas del pasado.
Hoy la Capital Federal y Tierra del Fuego, mañana todo el territorio nacional pondrá en su lugar a los fatuos apologistas de la sentencia inmoral, quienes quedarán confinados a un mal recuerdo escrito con desprestigio en las páginas de la historia.
Cerrar este capítulo implicará comenzar una larga lucha por el futuro próspero que se merece la Patria y los que en ella habitan, un esfuerzo mas y los acabados pingüinos deberán buscar refugio en algún recóndito lugar, pero sin fueros y al alcance de la mano de Dios, la Patria y la Justicia, para demandarlos por la traición cometida
(La Hist Paralela)





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