sábado, junio 30, 2007

 

El sueño de Moreno (no Mariano), o hacia dónde va el negocio telefónico
Más allá del creciente conflicto de los afiliados al sindicato Foetra con sus empleadores, hay que comprender cuál es la tendencia del negocio telefónico celular (el único que interesa) en la Argentina K.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Comentarios). Mientras en las últimas semanas mucho de lo que se habló sobre celulares en los medios giró en torno a las redes 3G y los nuevos servicios asociados, en ésta la escena estuvo dominada por el anuncio de Movistar del lanzamiento de su 'Comunidad' que, en los papeles, se traduce en descuentos del 50% en llamadas y SMS entre clientes de este operador móvil y en créditos adicionales en las recargas de saldos.
El anuncio viene a confirmar que los diversos productos de telecomunicaciones (en este caso las celulares, aunque habría que sumarle también la banda ancha) son quizás los únicos bienes de la economía argentina que en los últimos años bajaron de precio en vez de subir (lo que podría implicar que aumente su peso en la base de cálculo de la variación de precios del INdEC, pero ese sería otro tema).
Más allá de las razones manifiestas para reducir el costo de las comunicaciones intraoperador y del crédito extra en las recargas, el anuncio evidencia también otras realidades.
Desde una perspectiva comercial, en momentos en que la penetración de líneas supera el 80% de la población total del país, es lógico pensar que si bien el crecimiento se seguirá manteniendo, lo hará a tasas más bajas que las conocidas hasta el momento.
También hay que tener en cuenta que durante el festín de crecimiento, abundó la infidelidad de los clientes, que cambiaban alegremente de operador con tal de acceder a ese tentador terminal que se les ofrecía (poniendo a los prestadores del servicio en la incómoda situación de ser un commodity).
Los beneficios de ser cliente de un operador en particular (Movistar en este caso) tanto para un individuo determinado como para sus interlocutores celulares evidentemente actuarán como agente de retención (utilizando terminología fiscal) al tiempo que podría atraer a clientes ajenos. Parafraseando a la tarjeta de crédito, “pertenecer tiene sus privilegios”.
Se viene el 3-G Por otra parte, las características salientes del negocio de las telecomunicaciones, ser capital intensivo con importantes costos fijos y beneficiarse notablemente de las economías de escala, hacen que la unidad que se tome (tiempo o ancho de banda) siempre tienda a ser más barata.
Y, en función de la elasticidad precio de la demanda de productos de telecomunicaciones, cuanto más barato más proporcionalmente se consume.
A esta situación se le suma que las redes 3G, que recién este año comienzan su despliegue en Argentina, aportan una mayor capacidad de transporte, la cual debe ser consumida de una forma u otra.
Y mientras el consumo de contenidos pesados de datos en redes celulares no despegue, esta mayor capacidad será aprovechada por los productos tradicionales: voz y SMS.
Finalmente, no hay que olvidar que la voz representa todavía entre el 70% y 75% de la facturación de los operadores celulares. Entonces, si se puede incentivar el consumo de voz, el impacto es mayor en el total.
Y todos felices y comieron perdices…
El silencio en la línea
No todos se benefician cuando los precios bajan o se mantienen fijos en un contexto inflacionario (con lo cual, bajan en términos relativos), ya que no siempre esta situación implica un aumento de la demanda que sea como mínimo inversamente proporcional. En esta situación se encuentran los locutorios y los cibers, aunque son situaciones distintas.
En el caso de los locutorios, el precio de su producto emblema, la telefonía, se encuentra congelado desde hace años. Años en los que además de la inflación general de la economía también registraron importantes aumentos en los rubros alquileres y salarios, sus costos más importantes.
Esto se combinó con la explosión de la telefonía celular, que ciertamente les restó clientes. Así, en el último año se registró un retroceso del orden del 10% en la cantidad total de locutorios, esperándose otro tanto para el presente año.
Los cibers no la pasan mucho mejor, aunque en este caso el precio lo fija el mercado, particularmente la oferta. En general, los cibers no se animan a tocar demasiado sus precios hacia arriba por temor a perder clientes a manos de sus competidores vecinos.
A esto se suma el notable descenso de los precios de la banda ancha y su consecuente crecimiento en los últimos años. El efecto de alquileres y salarios es también un factor igualmente impactante en este negocio.
Para colmo, locutorios y cibers son dos negocios que cada vez se superponen más. Locutorios sin acceso a Internet son los menos, si bien muchos cibers se mantienen sin telefonía. Es por esto que es cada vez más común ver la diversificación de estos locales, incluyendo rubros como alimentos y bebidas, librería, agencia de juegos y otros. ¿Será suficiente?
Lo más probable es que se produzca una depuración darwiniana de ambos negocios. Y si bien se trata de un proceso natural en la economía (que nos guste o no es otro tema), no estará exento de dolor para algunos.





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