lunes, junio 25, 2007

 
Crisis de la hegemonía presidencial
El significado político de la victoria de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires va más allá de la elección del jefe de Gobierno en la capital argentina. Es, ante todo, una manifestación de la clase media porteña, expresión arquetípica de la opinión pública argentina.
Por Jorge Castro
El significado político de la victoria de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires va más allá de la elección del jefe de Gobierno en la capital argentina. Es, ante todo, una manifestación de la clase media porteña, expresión arquetípica de la opinión pública argentina. En esta elección, lo decisivo es el elector antes que el elegido. El elector –la clase media de la Ciudad de Buenos Aires – es una de las dos fuerzas principales del sistema político surgido tras el colapso de 2001. La otra fuerza decisiva del sistema post 2001 es el presidente Néstor Kirchner, que concentra hegemónicamente la totalidad del poder y de las decisiones. El poder hegemónico de Kirchner surgió y se consolidó a partir de la situación de vacío de poder desatado por el colapso del sistema político vigente desde 1983 hasta diciembre de 2001. El sistema político post 2001, con eje en la hegemonía presidencial, funciona en el marco de una sociedad movilizada, en la que los sectores sociales actúan en forma directa, sin mediaciones institucionales, y llevan sus conflictos a las calles. En esta sociedad movilizada, el Estado ha perdido la posibilidad de ejercer la “violencia legítima” sobre los sectores sociales que despliegan sus reivindicaciones en forma directa. El Estado argentino post 2001, históricamente débil en términos institucionales, ha sumado a esa orgánica debilidad institucional la pérdida del monopolio de la “violencia legítima”. Ha dejado así de ser un Estado pleno en los términos de Max Weber. Sin instituciones y carente del monopolio de la “violencia legítima”, en el sistema político de la Argentina actual lo único que existe de estatal es la concentración hegemónica del poder y las decisiones en la figura presidencial. La hegemonía de Kirchner es la única expresión de la reaparición del poder del Estado en la Argentina de los últimos cuatro años. Sólo que esa reaparición es la de un poder estatal puramente hegemónico, sin partidos políticos y sin capacidad para ejercer la “violencia legítima” propia de los Estados plenos, frente a una sociedad movilizada que extrajo del colapso de 2001 la comprobación de que en la Argentina el poder no está en las instituciones sino en las calles y convirtió a esa constatación en el núcleo de su cultura política. Por eso, el sistema concentra hegemónicamente el poder y las decisiones en el Presidente, pero en un cuadro general en que su poder efectivo es débil y constantemente acosado por el riesgo de la fugacidad.
En este sistema, la opinión pública de clase media se transformó en la fuente primordial del poder presidencial en los primeros tres años de gobierno, desde 2003 a 2006, que le permitía disciplinar al peronismo. La importancia política de estas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires es la que surge, precisamente, por la nueva relación que establece entre las dos fuerzas fundamentales del sistema post 2001: la opinión pública, esto es la clase media de los grandes centros urbanos, y la concentración hegemónica del poder y las decisiones en el presidente Kirchner. En el sistema post 2001, la agenda político-electoral de tipo institucional, no obstante su obvia importancia, tiene un carácter accesorio y no fundamental. El poder político en la Argentina post 2001 no surge de las elecciones, ni reside en el sistema institucional, sino que nace del respaldo de la opinión pública y del control de las movilizaciones callejeras y se pierde con la desaparición de uno y otro. En este sistema, la importancia de las elecciones no es en tanto mecanismo legítimo de construcción del poder político, sino como manifestación de la opinión pública o, lo que es igual, de las clases medias de los grandes centros urbanos. En la Argentina actual, en estas nuevas condiciones de fondo, no hay una diferencia esencial entre las elecciones de los grandes centros urbanos y las encuestas de opinión pública. El significado nacional de estas elecciones es así, ante todo, la expresión de la ruptura entre la opinión pública de clase media del principal centro urbano del país y el poder hegemónico del presidente Kirchner. Como tal, hacia el futuro, desata una crisis política de fondo en el eje del sistema: la hegemonía presidencial.





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