sábado, abril 28, 2007

 
Moreno estaría en la mira de Kirchner
El polémico secretario de Comercio Interior, encargado entre otras cosas de los controles de precios, habría perdido el favor del presidente.
Hasta hace unas semanas, parecía un supuesto imposible de considerar. Pero, en los últimos días, y en las horas recientes, el dato ha crecido en los pasillos del poder hasta convertir aquella suposición casi trasnochada en un paso para nada descabellado: Guillermo Moreno, el otrora temido "malevo" de la secretaría de Comercio Interior, habría quedado en la mira del presidente Néstor Kirchner. Los rumores que esta semana inundaron las redacciones y los mentideros de la política aseguran que Kirchner está un tanto cansado de las actitudes y de algunos notorios fracasos, como el control de precios, del ex intocable funcionario. Y que si se viese necesitado de pegar un golpe de timón más que nada destinado a la tribuna, o calmar a las fieras de adentro y de afuera que le reclaman la cabeza de "Morenito", como lo llama en privado, no le temblará la mano. Si la política se nutre de gestos, aquí van al menos cuatro de los últimos días que dieron aire a las versiones sobre un presunto y para nada lejano desplazamiento del secretario de Comercio. El gobernador de La Pampa, Carlos Verna, un aliado crítico de la Casa Rosada, le recomendó lisa y llanamente a Moreno que renuncie al cargo. Trascartón, el ministro de Asuntos Agrarios de Buenos Aires, Raúl Rivara, desgranó por las suyas expresiones críticas hacia el polémico funcionario. Por si fuera poco, Felipe Solá salió el lunes con los tapones de punta y lo tildó de autoritario por los desmanejos que ha hecho en el Mercado Central y los aprietes con ribetes mafiosos que rodearon el desplazamiento del representante de la Provincia en ese organismo. Primera conclusión que abonaban en la noche del martes hombres del entorno político del presidente: nadie sale a pegarle a un cuadro de Kirchner de semejante manera, y mucho menos Solá, aliado a ultranza del santacruceño, sin algún guiño "desde más arriba", eufemismo que se utiliza para señalar el principal despacho de la Casa Rosada. Hay quienes aseguran, no obstante, que el gobernador recibió el martes un llamado de Alberto Fernández para que deje de atacar en público al secretario. El otro dato que abona las presunciones sobre que la estrella del poderoso Moreno podría haber comenzado a apagarse es la forma triunfalista en que Felisa Miceli --en todo caso, sus voceros-- presentó los últimos cambios en el Indec, un organismo vapuleado groseramente por Moreno para moldearlo a su antojo y --hay que decirlo-- del presidente. La ministra de Economía, que tiene una larga lista de facturas para pasarle al cobro al secretario de Comercio Interior, pudo presentar esa victoria ante el silencio --¿cómplice?-- de Balcarce 50 y de sus principales voceros, como los dos Fernández. No es sólo la larga ristra de inequidades y yerros cometidos por Moreno lo que habría terminado por ponerlo impensadamente en la picota. Ni tampoco la presunta necesidad política de Kirchner de verse necesitado a hacer "fulbito" para la tribuna en momentos en que, desde los alrededores de Cristina Fernández, se insiste en la necesidad de dar "un salto de calidad institucional" en la manera de gobernar, pensando en octubre. Kirchner consideraría que el ciclo de Moreno estaría llegando a su fin y que, en su derrotero plagado de palabrotas y amenazas veladas o directas a empleados y empresarios, cosechó algunos aciertos y bastantes errores, como el del Indec, sin duda el más sonado y el que peores favores le hizo a la seguridad jurídica, a la credibilidad ciudadana y a la confianza de los inversores externos. Para más, el presidente --de quien Moreno seguramente debe sentirse su alumno predilecto-- cree ahora que las cosas han llegado demasiado lejos, según se lo reprocharía Cristina cada vez que se encuentran. Dio por cierto un informe que le acercaron donde consta que un funcionario fue amenazado por el secretario y que, en su denuncia judicial, testificó que tras una fuerte discusión, al despedirse, Moreno lo palmeó en el hombro y le soltó: "Cuidá que no le pase nada malo a tu familia". Se dice que, efectivamente, el hombre de revólver a la cintura ha quedado en la mira de su jefe.





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