viernes, febrero 16, 2007

 
Bochazo
Acaso la puntual, recurrente y azorante costumbre de los estudiantes platenses de fracasar cada año, en porcentuales calamitosos, cuanto intentan su ingreso a la universidad de esa ciudad, esté anunciando que algún hado adverso ha convertido a la capital de la provincia en un cenagoso bolsón de ignorancia juvenil. Pero no es así. En sus exámenes de admisión, la Universidad de La Plata exige lo que otras casas de altos estudios, sólo que, a diferencia de muchas de éstas, publica los resultados de los exámenes. Adviértase, por un lado, que dichos exámenes sólo evalúan la aptitud adquirida en el colegio secundario y no exigen del muchacho o la muchacha destrezas propiamente universitarias. El acervo de estas últimas sería el que adquirirían en sus estudios ulteriores si consiguiesen empezarlos, cosa que les impide el pésimo grado de instrucción recibido antes. Por otro, que el fenómeno viene de lejos y ningún gobierno --por mucho que hayan modificado las currículas y cambiado los planes-- ha podido revertirlo. El problema no está en la Universidad de La Plata, sino en la educación secundaria argentina.





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