jueves, enero 11, 2007
Oportunísima
En caso de que el gobierno de Néstor Kirchner no haya tenido nada que ver con la misteriosa desaparición y oportunísima reaparición del señor Gerez, a estas horas sus principales operadores deben estar maldiciendo la injusta combinación de circunstancias que predisponen a muchos ciudadanos a desconfiar de la versión oficial. El más vehemente inculpador público de un político de la detestada derecha desaparece en las propias barbas de un gobierno que hizo y hace de ese detestar una consigna diaria. ¿Otra vez la impunidad? Algo como una santa indignación mediática arrecia y cunde. Las vestiduras se rasgan y todo pende de un hilo. Entonces el presidente entra en escena: amonesta, rememora y está claro que juega su prestigio si sus palabras no surten efecto. Pero surten. Y el testigo reaparece, hecho un manojo de nervios, gratitud y loas. Sólo con que hubiesen salido las cosas no tan redondas, la sensación de verosimilitud, inseparable de todo drama, se habría diluido menos. Pero lo mejor es enemigo de lo bueno.
En caso de que el gobierno de Néstor Kirchner no haya tenido nada que ver con la misteriosa desaparición y oportunísima reaparición del señor Gerez, a estas horas sus principales operadores deben estar maldiciendo la injusta combinación de circunstancias que predisponen a muchos ciudadanos a desconfiar de la versión oficial. El más vehemente inculpador público de un político de la detestada derecha desaparece en las propias barbas de un gobierno que hizo y hace de ese detestar una consigna diaria. ¿Otra vez la impunidad? Algo como una santa indignación mediática arrecia y cunde. Las vestiduras se rasgan y todo pende de un hilo. Entonces el presidente entra en escena: amonesta, rememora y está claro que juega su prestigio si sus palabras no surten efecto. Pero surten. Y el testigo reaparece, hecho un manojo de nervios, gratitud y loas. Sólo con que hubiesen salido las cosas no tan redondas, la sensación de verosimilitud, inseparable de todo drama, se habría diluido menos. Pero lo mejor es enemigo de lo bueno.