sábado, enero 06, 2007

 
Mejor es improvisar
El pequeño incidente respecto a la fecha de inicio de clases en el distrito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires demuestra, una vez más, que las autoridades educativas tienden a improvisar por definición, incluso en cuestiones tan previsibles como la fijación del calendario escolar.
Muchos de los eventos que se realizan en el mundo se planifican con años de antelación, ya que, en general, no dependen de otras cosas que no puedan saberse antes. Así, un mundial de fútbol fija fechas y lugares con 8 años de antelación, y a nadie se le ocurre que coincida con Navidad. Hay otras cosas para las que indudablemente hay que esperar el anuncio de otros eventos para planificarlas. Así, en una escuela, uno no fija determinadas cosas hasta que no llegan las fechas de los torneos de atletismo bonaerenses, las olimpíadas de matemáticas u otras cosas similares. Por esto uno no puede pretender que una escuela le mande con dos años de antelación todas las actividades que realizará y sus respectivas fechas. Pero si hay algo fácil es agarrar un almanaque (que gracias a Dios no cambia) y fijar las fechas de inicio y terminación de las clases y las vacaciones invernales en el medio, ya que esto puede hacerse con los años de antelación que uno desee, al no depender de factores económicos, climáticos, deportivos, ni ningún otro más que la decisión del funcionario de turno. Uno ya podría estar fijando sin error el calendario escolar del 2014. Pero, claro, en nuestro querido país lo fácil hay que hacerlo difícil. La secretaria de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires asegura que avisó el 28 de diciembre que las clases iban a comenzar el 1 de marzo. Muchos medios aseveraron que esto no era verdad, pero yo le creo. Y precisamente eso es lo que critico. ¿Por qué esperar hasta el 28 de diciembre, si ya podría estar avisando cuándo empiezan las clases el año que viene, o podría haber avisado en junio de 2005 cuándo comenzaban en 2006? Este pequeño hecho, que no pareciera tener la menor importancia, no hace más que confirmar que las autoridades educativas tienden a improvisar por definición, incluso en aspectos tan previsibles como éste. Ejemplos sobran: nota mínima para aprobar que cambió ya comenzado el curso escolar, evaluaciones que no se saben cuándo son, por nombrar sólo algunos casos. Pero en este tema, lamentablemente, se sumó otro aspecto que hace que, como siempre, la educación salga perjudicada: un montón de padres dijeron que sus hijos no iban a comenzar cuando correspondía, es decir, lo que le transmitieron a sus hijos es que no iban a cumplir con la ley. Y eso no es bueno aunque supuestamente tengan razón. Incluso llegué a leer en un diario (lamento no recordar cuál ni firmado por quién) que un columnista decía que iba a dejar a su hijo de 11 años que decidiera por sí mismo si iba a la escuela o no, como si se tratara de ir al cine. Y después nos llenamos la boca diciendo que la educación es lo más importante. Asimismo, las autoridades, presionadas por la situación, se vieron “obligadas” a correr el inicio de clases al día 6 de marzo (estamos siempre hablando de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Menos mal que los medios no dijeron que se esperaba que comenzaran en abril. Aquí también salió perdiendo la educación. Aunque aseguran que los recuperarán en diciembre, no creo que los cinco días perdidos se recuperen nunca. Esperemos que, a partir de esta experiencia, las autoridades educativas fijen el calendario escolar de los próximos 5 años

El general debe caminar la trinchera
Los feriados decretados para el 22 y el 29 de diciembre alteraron el normal desenvolvimiento de las mesas de exámenes en las escuelas y provocaron graves problemas para cumplir, al mismo tiempo, con el calendario escolar y las evaluaciones previstas.
Cuando comencé a pensar sobre qué escribir esta semana, tenía la sensación de que ya había tratado un tema similar, así que fui al archivo y descubrí que había comenzado el año de una forma muy parecida al que voy a terminarlo: opinando sobre las decisiones que se toman improvisadamente, es decir sin contar con toda la información necesaria. A principio de año me referí a las vacaciones escolares, ahora voy a hacerlo sobre los “asuetos administrativos” que se decretaron para la Nación los días 22 y 29 de diciembre, medida de la que se hizo eco el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Para información de los señores presidente y gobernador respectivamente, por algún motivo que ignoro, tanto los docentes públicos como privados entran dentro de la categoría “administración pública” y, por tanto, el viernes 22 como el 29 hubo de suspenderse la actividad en las escuelas. Ésta es una época de exámenes, donde hay que combinar varias cosas, a saber: que los docentes que dan clases en varios colegios (la inmensa mayoría de ellos) puedan asistir un día a una institución a tomar los exámenes pertinentes, que a los alumnos no les coincidan tres materias para rendir el mismo día y que se cumpla con el calendario escolar, que no permite realizar actividades en enero. Uno no puede alegremente pasar para el martes 26 los exámenes que correspondían al viernes 22, ya que es altamente probable que los docentes tengan ese día mesa en otro colegio, que los alumnos tengan otras materias, o ambas complicaciones a la vez. Las mesas del 29, por otra parte, no pueden correrse hacia adelante ya que se acabó el “curso lectivo”. Para solucionarlo, las escuelas han tenido que apelar a todos los mecanismos posibles: que tomen otros profesores distintos a los que dictaron la materia en presencia del rector, mesas para alumnos que no tenían otros exámenes ese día y otra mesa de la misma materia otro día, etcétera. Puede llegar a ser entendible que el general no tenga la menor idea de que en una trinchera no pueden usarse ojotas si se le ocurriera enviar ese tipo de calzado por el calor. En realidad, lo mejor es que el general estuviera de vez en cuando en la trinchera para saber cuáles son las necesidades reales. Pero, si no ha ido nunca, ¿no hay un oficial inferior, de los que sí están en la trinchera, que le diga algo? ¿Son tan obsecuentes los funcionarios, tanto del presidente como los del gobernador de la provincia de Buenos Aires, que ninguno les informa que el “asueto” es inaplicable sin nefastas consecuencias en el ámbito educativo? ¿No sabían a principio de año que el 25 y el 31 iban a caer en lunes y podrían haber decretado el asueto para que el calendario escolar lo contemplara desde el principio? Me preocupa más que ningún funcionario haya alertado sobre esta situación a la ignorancia de las más altas autoridades.





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