lunes, noviembre 27, 2006

 
Los impuestos decapitan a la clase media
Mediante los impuestos, el Estado se lleva mucho y no devuelve nada, contradiciendo el eslogan oficial de que “los impuestos vuelven al pueblo”, ya que si así fuese: ¿por qué no dejan el dinero en el bolsillo de la gente? Lo que está sucediendo en nuestro país es algo muy grave.
Los gobernantes nos han hecho creer que el pago de impuestos se exige para tener justicia honesta e imparcial, para crear fuentes de trabajo digno, para protegernos contra los delincuentes, para brindar asistencia en caso de enfermedades graves y para garantizarnos que la palabra empeñada debe cumplirse. En realidad, estamos recibiendo una cosa completamente diferente. Los asaltos y asesinatos se reiteran con total impunidad, los secuestros extorsivos sólo son contenidos mediante el ocultamiento de la noticia, la educación pública es deplorable y ofrece mediocridad y días sin clase, los hospitales están funcionando en condiciones de máxima precariedad, los cortes de ruta se repiten por cualquier motivo sin que la fuerza policial haga nada para garantizar el derecho a circular libremente y las agresiones de patoteros o barras bravas futboleros no dejan de alterar la tranquilidad pública. Entonces queda en evidencia que los impuestos en lugar de una contribución son una exacción. Serían una contribución si pagásemos un importe razonable para compensar las contraprestaciones recibidas de parte del Estado. Pero son una exacción porque representan una verdadera tala que corta en la base a la fuente de la riqueza, destruyendo y arrasando todas las posibilidades para mejorar la vida de cada uno.
Franceso Ferrara (1810-1900), uno de los grandes hacendistas italianos hoy felizmente rescatado del olvido, que en la época del conde de Cavour era profesor en Torino, efectuó un análisis magistral sobre el peso de los impuestos.
Decía textualmente este formidable autor:Los impuestos pueden transformarse de ser una contribución a convertirse en despojo sin que nadie entienda cómo y de qué manera un mal ministro de Hacienda consigue el poder político suficiente para hacer dóciles a los diputados, senadores y periodistas en el encubrimiento de las culpas e incapacidades del gobierno .Los impuestos extravagantes son los factores que incluyen y explican este enigma, porque ellos son el gran manantial de donde un gobierno corrompido puede especular en perjuicio de su pueblo. Con lo recaudado por esos impuestos, el gobierno mantiene a sus espías, alienta a su partido y dicta los artículos de los periódicos para mantener la ficción de que las cosas andan bien. De esta manera muere la contribución, donde entregamos una fracción de nuestros valores a cambio de las utilidades que nos brinda un Estado bien organizado, y en su lugar nace la expoliación que nos empobrece”.





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