viernes, noviembre 17, 2006

 
Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado. (Voltaire)
América latina enfrenta el embate de gobiernos aparentemente democráticos, en los que se mantienen estructuras del modelo libre, pero en que vemos una gran centralización de poder en manos del Ejecutivo y un recorte brutal de las atribuciones de los poderes de contrapeso, quedando con un Poder Judicial manejado por la administración central, sea por los aspectos presupuestarios o por la aprobación de sus ascensos funcionarios, y un Parlamento con atribuciones recortadas, además con personas más preocupadas de los intereses partidistas que de los intereses nacionales.
Esto, que a simple vista resulta de extrema gravedad, es la concreción, velada por cierto, e los afanes totalitarios de algunos, que convierten el sistema político libertario en una simple dictadura constitucional.
Para constatar esta triste realidad solo basta mirar a los Gobiernos de Nestor Kirchner en Argentina o el de Hugo Chávez en Venezuela, paises en los que el poder casi “cesarista” de los mandatarios, acompañado de maquinas publicitarias y políticas brutales, simplemente someten a los otros poderes a los arbitrios personales de quienes ejercen el poder real.
El sistema es “maquillado” con elecciones realizadas con cierta periodicidad, pero que escasamente pueden expresar una opinión ciudadana libre, puesto que esta permitida la demagogia, es decir la oferta de soluciones que no se piensa aplicar o que resultan imposibles, las vergonzosas actividades intervencionistas del aparato estatal y la caja fiscal dispuesta para beneficiar a los candidatos oficialistas.
En estas condiciones el sistema democrático simplemente se transforma en una ficción escandalosa, en una estafa monumental y en un engaño oprobioso, en el que lentamente se comienza a conculcar los derechos y libertades de los ciudadanos, amén de que la Ley solo pasa a ser un instrumento para la venganza contra quienes se les oponen, un simple instrumento de represalia a los opositores.
Como todos los mandatarios nombrados, tienen sus fuentes de inspiración en las añejas teorías del marxismo, aunque su metodología haya cambiado, siguiendo las recomendaciones de Grancci y su discurso se haya agiornado, sus afanes de centralización de las actividades son demostradas en todos sus pasos.
Son los mismos lobos de antes, aunque ahora convenientemente disfrazados con pieles de oveja, con los mismos odios de siempre y resentimientos sociales utilizados como ideas fuerza.
La historia Nacional, pasada y reciente, es burdamente falsificada, con el avieso objetivo de evitar que el pueblo constate que los resultados en el mejor de los casos son débiles y en el peor sonados fracasos. Esto sin perder de vista una brutal represión a aquellos que por conciencia o posibilidades de acción pongan en riesgo las cómodas posiciones a las que se han encaramado.
Es un deber, para con cada una de nuestras naciones y también para con toda nuestra comunidad Americana desenmascarar este “robo” de la soberanía popular, el riesgo de terminar aherrojados por las cadenas de su accionar es evidente.
Debemos reaccionar ahora, poniendo en alerta a la ciudadanía, a lo mejor sin grandes posibilidades de éxito, pero con la seguridad de que mañana nadie podrá afirmar que no conocía los riesgos





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