viernes, octubre 27, 2006

 
El análisis de la noticia

Más monarquía que democracia

El gobernador Carlos Rovira mostró en los últimos días las razones por las que el sistema de reelección ilimitada no sirve. Es malo en cualquier lado, pero es peor en lugares donde son muy grandes los índices de pobreza o donde el Estado es el primer proveedor de trabajo. El reparto de comida con boletas electorales abrochadas a las bolsas, la promesa de exiguos minicréditos que provocaron un escándalo de mujeres interesadas y hasta las denuncias de fraude marcaron las vísperas de las elecciones de constituyentes de pasado mañana. En esos lugares, la reelección ilimitada reemplaza, virtualmente, a la democracia por la monarquía. ¿Fijará esa elección la relación definitiva entre el presidente Néstor Kirchner y la Iglesia? Desde luego que no. En primer lugar, Kirchner nunca dio por perdida la elección de Misiones. Incluso, el miércoles último recibió encuestas que le anticiparon una victoria de Rovira por 7 puntos. La oposición cuenta con mediciones que, en cambio, suben al podio del triunfo al obispo Joaquín Piña. Lo que sí ha hecho el Presidente es pasar de su inicial y activo compromiso con Rovira a cierta cautela. Optó por la moderación cuando constató que el gobernador habría "ganado paseando", como dijo el propio Kirchner, si hubiera planteado la posibilidad de ser reelegido un mandato más. La ambición de Rovira de ser reelegido ilimitadamente le complicó las cosas. No es una novedad que la Iglesia, a su vez, participe de eventos institucionales. Lo ha hecho desde 1810 hasta la Constituyente de 1994, que modificó la primera Constitución de 1853. La única novedad, en el caso de Misiones, consiste en que un obispo encabeza una lista de candidatos. Eso no habla de un contrato opositor de la Iglesia, pero subraya claramente la profunda crisis del sistema de partidos en la Argentina. De hecho, hay tantos peronistas al lado de Rovira como detrás del obispo Piña. La oposición a Rovira no pudo encontrar un candidato político en condiciones de expresar a la opinión antireformista de Misiones. Esa provincia podría reflejar sólo, como un espejo diminuto, a la política argentina. Los personajes y sus parlamentos están cambiados en el teatro misionero. La trayectoria de Piña, que fue un comprometido opositor al dictador paraguayo Alfredo Stroessner, lo colocaba como aliado natural del discurso progresista de Kirchner. Pero el Presidente decidió apoyar a Rovira, un caudillo local que atrasa ante cualquier proyecto de progreso y de modernización de la política. Rovira es lo que se vio en los días recientes: más parecido a un patrón de estancia que a un gobernante moderno.
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No hubo instancia judicial capaz de interceder en Misiones para frenar lo que es una virtual compra de votos. El caso misionero ha puesto en el centro de la escena, además, la perentoria necesidad de instalar el voto electrónico en la Argentina. No sería la salvación definitiva del sistema electoral, pero sería mucho mejor que el actual y vetusto sistema de boletas. Nadie habla del voto electrónico. Brasil, con una geografía más grande y una sociedad más compleja que las argentinas, ya cuenta con voto electrónico. Paraguay también lo tiene. A pocas semanas de asumir Kirchner, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, hizo una muestra ante varias ONG y periodistas sobre los tres sistemas de votos electrónicos que había seleccionado su gobierno. Debut y despedida. Nunca más se volvió a hablar de esa modificación del sistema electoral. Ni siquiera las perspectivas de las elecciones presidenciales explican el apoyo de Kirchner a Rovira. La Argentina es, tras la reforma constitucional de 1994, un distrito único cuando se trata de comicios presidenciales. En esa clase de competencias, un municipio de mediano porte de la provincia de Buenos Aires es más importante que Misiones. La Iglesia vio en Misiones, por su parte, el banco de pruebas de muchas reformas de constituciones provinciales y, por qué no, de la Constitución nacional. Es cierto que Kirchner habla mal de la reforma de 1994 y que critica asiduamente el Pacto de Olivos, que no fue otra cosa que la matriz que incubó aquellos cambios de la Constitución. La rutina del discurso podría terminar en otra mutación de la primera ley de los argentinos. Esa percepción explica el "aval" que el cardenal Jorge Bergoglio le dio a Piña. Sin embargo, nadie podría decir que el Episcopado argentino se concentra en la batalla electoral de Misiones. Tampoco cantará victoria sobre Kirchner si llegara a ganar Piña. Una elección está condenada, por definición, a la victoria o a la derrota. La Iglesia no podría correr nunca el riesgo de perder una elección. Los obispos se han mantenido en sus cosas y sólo se pronunció el de Posadas, Juan Rubén Martínez, cuando debió salir a defender la actuación de la Iglesia de Misiones durante la dictadura. Antes, Kirchner había pronunciado un discurso de fuego contra la Iglesia en general, pero justo en la ciudad donde hubo un obispo preocupado por los derechos humanos en los años 70. Kirchner desconfía de la vocación opositora de Bergoglio. Desconfía más desde que el cardenal de Buenos Aires recordó en una homilía que los argentinos deben vivir como hermanos. Bergoglio dijo que se debe tener memoria de "cómo" viven los hermanos. Nunca dijo, como se promocionó, que los argentinos debían tener memoria de "cuando" vivían como hermanos. El cómo y el cuando modifica, en este caso, la sustancia del mensaje, sobre todo porque el cardenal sostiene que los argentinos nunca vivieron como hermanos. "Nos hemos enfrentado unos contra otros desde la independencia", suele decir Bergoglio. ¿Por qué pedirle a un sacerdote, entonces, que deje de predicar las bondades de la concordia? La Iglesia no tiene partido tomado contra Kirchner, pero, al revés de otras épocas, decidió defender su independencia del poder. El propio Piña ha dicho mil veces que él no está haciendo política partidaria, sino política institucional. Se trata de un combate distinto. En ciertos casos, y sólo para algunos, todavía hay una diferencia esencial entre ambas formas de abordar las cuestiones públicas.
Por JMS





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