sábado, febrero 28, 2015
El paso en falso de Rafecas y
el efecto Stiuso en Comodoro Py
El juez federal Daniel Rafecas desestimó la denuncia que Alberto
Nisman presentó contra Cristina Kirchner antes de morir por supuesto
encubrimiento a Irán en la causa AMIA por “inexistencia de delito”. El
magistrado rechazó la imputación a la Presidente que había hecho semanas atrás
el fiscal Gerardo Pollicita y este hecho provocó un importante revuelo en la
interna de Comodoro Py. Un magistrado federal analizó la cuestión en los
siguientes términos: “Rafecas se equivocó groseramente al dejarse presionar por
las denuncias que tiene pendientes en el Consejo de la Magistratura. Desestimar
la denuncia de Pollicita a ocho meses de las elecciones y diez de que se vaya
el gobierno es un grave error, porque es dudoso que en tan poco tiempo el
kirchnerismo pudiera castigarlo. Aparte, como mínimo, tendría que haber
aceptado algunos requerimientos de Pollicita rechazando otros y quedar en una
posición intermedia”. Rafecas carga en el Consejo de la Magistratura con
expedientes donde se lo cuestiona por temas diversos, como haber autorizado a
un serbio detenido por acusaciones de narcotráfico a salir en libertad para
asistir a su fiesta de cumpleaños. También están sus WhatsApp con los
abogados de Amado Boudou y otro tema menos conocido que se relaciona con la
actuación de otro juez federal, Luis Rodríguez.
Cada vez menos control
La
claudicación de Rafecas con la desestimación de la imputación de Pollicita se
produce en un contexto muy especial en la justicia federal. El cese de las
funciones del Director de Operaciones de la SI Antonio Stiuso tiene una gran
repercusión en los despachos de Comodoro PY. Stiuso era el encargado de
controlar a jueces y fiscales y sabía hacerlo con su particular estilo de
manejar con habilidad datos sensibles de la vida privada y la economía de cada
uno. Sin Stiuso, esa presión dejó de existir sobre los magistrados, que
empezaron a sentirse más libres. Lo cierto es que el gobierno no tiene otro
Stiuso ni es fácil inventar un personaje de estas características. En las
recientes presiones sobre Rafecas, tomó el rol protagónico el nuevo
Subsecretario de la SI, Juan Martín Mena, pero el gobierno, por lo señalado, se
encontraría con su aparato de control judicial bastante averiado.
Para
algunos, el flamante Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, que algo sabe de estos
quehaceres, será el encargado de tratar de restablecer algún comisariato
político sobre la justicia federal, pero con la diferencia de que el calendario
le juega en contra a la Casa Rosada.
viernes, febrero 27, 2015
Aníbal, el tejedor de la transición con el PRO
Ayer, la presidente
optó por reconfigurar su gobierno en la etapa final del mismo, consolidando dos
líneas de poder claramente competitivas entre sí. En apariencia, La Cámpora
subió un peldaño más con la designación de Eduardo Wado de Pedro como
Secretario General de la Presidencia, pero el encumbramiento de Aníbal
Fernández en su segunda gestión como Jefe de Gabinete reconstruye un esquema de
poder ajeno a Carlos Zannini, Máximo Kirchner y La Cámpora. El 20 de diciembre
pasado, cuando apenas se había instalado nuevamente en la Casa Rosada como
Secretario General, Fernández proclamó que “Macri es coherente. Massa es un
mamarracho”. No habría sido una casualidad; durante sus gestiones anteriores
como jefe de gabinete, ministro del interior y de justicia, él fue el
funcionario K que mejores y más frecuentes relaciones mantuvo con la cúpula del
PRO, con excepción de Julio de Vido y su estrecha relación con el constructor
Nicolás Caputo, el alter ego de Macri. Hoy por hoy, todo indica que el
kirchnerismo, consciente de que su victoria en octubre es casi una utopía,
apuesta cada vez más a que Macri sea el próximo presidente para evitar que el
peronismo caiga en manos de Sergio Massa y conservar así al menos una porción
del fragmentado justicialismo que se viene, encaminándose hacia una de sus
crisis más profundas. La Cámpora mantendrá las banderas del ultracristinismo
mientras el nuevo jefe de gabinete tejerá los acuerdos de la transición con
Macri, al cual en los últimos días una serie de encuestadores colocan al tope
de los números. El Ministro de Seguridad de la Ciudad, Guillermo Montenegro, un
ex michettista, es uno de los hombres clave en la agenda de Aníbal y en la
arquitectura de la transición con el macrismo.
Obviamente, el cambio
en la Jefatura de Gabinete es una mala noticia para De Vido, que ve recortada
su influencia en la intermediación con el PRO.
Otro perdedor con este
cambio -algo inesperado- es el Ministro del Interior Florencio Randazzo que
mantiene una vieja enemistad con Fernández. Cuando éste era todavía jefe de
gabinete, se refería a él como “el mucamo del piso de abajo”. El caso es que
ambos ambicionan la gobernación de Buenos Aires y que ciertos contactos
recientes de Randazzo con Felipe Solá y Darío Giustozzi fueron vistos en Olivos
como una señal de infidelidad.
El interventor bonaerense
Justamente, el segundo
rol de Aníbal F., aparte de tejer la transición con el PRO, sería intervenir en
el turbulento PJ bonaerense. El gobierno desconfía cada vez más de Fernando
Espinoza, intendente de La Matanza y presidente del partido, que tiene un doble
discurso: públicamente elogia a Cristina pero en las reuniones privadas habla
de “plantarse” e imponerle a La Cámpora y sus aliados condiciones para el
armado de las listas de candidatos. La relación cada vez más estrecha de
Espinoza con Scioli no contaría con el visto bueno de la Casa Rosada.
Como misión adicional,
el nuevo jefe de gabinete tendría a su cargo la operación oficial para evitar
que Francisco de Narváez consiga su objetivo de ser gobernador de Buenos Aires
luego de ganar, como es probable, la interna del Frente Renovador.