martes, septiembre 22, 2009

 
Corrupción
A raíz de la publicación de una foto en la que quedó demostrada la vinculación entre uno de los jueces históricamente más funcionales al kirchnerismo, Santiago Lozada, y el contador personal del matrimonio gobernante, Víctor Manzanares, se ha levantado en contra de aquel magistrado una justificada ola crítica que comenzó en Santa Cruz y hoy llega a todo el país. La foto, en sí misma, no es demostrativa de que exista una relación espuria entre uno y otro. Pueden haberse conocido por motivos que nada tengan que ver con la política ni la corrupción gubernamental. Eso sí, le hubiera correspondido al juez en cuestión, por elementales razones de estilo y porque, en virtud de su cargo, no sólo debe ser honesto e imparcial sino parecerlo, evitar un encuentro público con Manzanares. Pero Lozada se sabe impune. Para muestra vale un botón que, en cualquier país donde existiese el estado de derecho y funcionasen las instituciones, habría justificado el inicio de un juicio político: archivó, sin más, la causa de los fondos santacruceños depositados en el exterior por Néstor Kirchner y, al mismo tiempo, dispuso que la sentencia del caso fuera secreta. Algo literalmente inconcebible, si no tuviese algo que ocultar.

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